Es posible que los guiones sean una de las nuevas formas narrativas nacidas del siglo XX o al menos se puede decir que el séptimo arte engloba a otros muchos y que la escritura del guión se entiende como uno de los principales elementos de aquel. Siempre me ha parecido evidente que una buena historia puede dar pie a una buena película, pero también sabemos que buenos guiones han producido mediocres películas y es que la escritura cinematográfica está ligada a otros factores de los cuales depende para no pasar inadvertida. Los norteamericanos siempre tuvieron muy claro lo importante que podía ser un guión y en sus grandes Estudios crearon auténticos departamentos especializados en la escritura de guiones, existiendo guionistas de drama, tragedia, histórico e incluso especialistas en gags y otros muchos detalles.
Una de las cinematografías más atractivas durante la segunda mitad del siglo XX fue la italiana, que nos ha dado directores, actores y películas imperecederas. Pero si hablamos de guión y cine italiano hay un nombre fundamental que abarca todo ese período y que está presente en más de un centenar de películas. Se trata de Suso Cecchi D'Amico, la guionista más importante del país transalpino; una casi centenaria escritora todavía en activo y auténtica historia viva del cine italiano. La lista de sus guiones escritos siempre en colaboración es abrumadora; por citar unos pocos podría mencionar Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán, Rufufú, Salvatore Giuliano, La fierecilla domada, Ojos negros.
Por otro lado, hablar de su trabajo en colaboración con los directores supone abarcar todo el cine italiano, pues estuvo con De Sica, Francesco Rosi, Antonioni, Renato Castellani, Zeffirelli, Mario Camerini, Luigi Comencini, Mauro Bolognini o Mario Monicelli. Pero sobre todos, existe un nombre al que va indisociablemente unida, se trata de Luchino Visconti con el que coescribió casi todas sus películas.
La vida de Suso Cecchi es la de una persona vinculada a la cultura de un país. Su padre, Emilio Cecchi, fue escritor y crítico literario y su madre una notable pintora, y la casa de éstos era lugar de encuentro habitual de intelectuales y artistas de la época. Más adelante se casaría con Fedele D'Amico, un brillante musicólogo hijo del fundador de la Academia di Arte Dramática di Roma y entre sus íntimos amigos se encontraban Nino Rota y Luchino Visconti, con quienes compartía su pasión musical y literaria. Queda claro que el ambiente donde se movía Suso Cecchi era proclive para generar una escritora de gran calidad, aunque ella siempre supo mantenerse en un discreto segundo plano gracias a su naturalidad y modestia.
Suso Cecchi D'Amico ha contado en algunas entrevistas la nostalgia que siente por aquel tiempo desaparecido, donde la camaradería hizo resurgir un cine que se había hundido tras el desastre de la guerra. De hecho siempre le pareció que el Neorrealismo italiano fue un invento crítico, pues ellos sólo eran un grupo de amigos con ganas de hacer cine que no tenían dinero para financiar películas y que por eso salían a la calle a filmar y buscaban actores no profesionales. Esa amistad produjo anecdóticas historias como en Ladrón de bicicletas, una pequeña historia sobre una bicicleta robada que sirvió para realizar un retrato de la ciudad de Roma en aquel momento. En la película estaban acreditados hasta ocho guionistas porque para ellos no era importante aparecer en los créditos, sino realizar la película y Suso nos cuenta que uno de ellos ya estaba muerto cuando se empezó a realizar la película, pero era un amigo de De Sica que había querido trabajar con él y como una especie de tributo lo incluyó en los créditos como guionista. A veces se ponía el nombre de algún escritor porque era amigo y no tenía dinero y así podía cobrar una parte -caso de Fellini como coautor de guiones que nunca llegó a ver-.
Suso Cecchi siempre ha comentado las estrechas colaboraciones que se establecían entre director y guionista y que permitían una mayor implicación en los proyectos. En el caso de Visconti formaron un auténtico tándem creativo que se entendía a la perfección sin necesidad de hablar, pero además eran verdaderos amigos que se escribían cartas donde hablaban de literatura o música con gran pasión o se entretenían en agradables veladas de juegos musicales junto a Fedele D'Amico y Nino Rota, amigo que prácticamente vivía en su casa.
Un cine que nunca buscó la comercialidad ni el beneficio, sino la calidad; fue donde Suso Cecchi creo sus comedias y dramas -nadie como ella para enlazar ambas-, influida por los maestros rusos a los que admiraba: Tolstoi, Dostoievski o Chejov. Consciente que la escritura de un guión es un oficio que forma parte del gran proyecto que es la película y que un guionista debe escribir con los ojos a diferencia del escritor que busca las palabras para describir, nunca ha entendido la comparación entre estos diferentes mundos expresivos, pero admite que la literatura actual ha sido muy influenciada por el lenguaje cinematográfico. Aunque con escritoras como Suso Cecchi D'Amico, las influencias siempre son positivas.
Os dejo un vídeo con algunas de sus películas al ritmo del bellísimo Valzer del Commiato de su amigo Nino Rota para la película Il Gatopardo y que está interpretado para la ocasión por la Filarmónica della Scala conducida por Riccardo Muti. Disfrutad.
Una de las cinematografías más atractivas durante la segunda mitad del siglo XX fue la italiana, que nos ha dado directores, actores y películas imperecederas. Pero si hablamos de guión y cine italiano hay un nombre fundamental que abarca todo ese período y que está presente en más de un centenar de películas. Se trata de Suso Cecchi D'Amico, la guionista más importante del país transalpino; una casi centenaria escritora todavía en activo y auténtica historia viva del cine italiano. La lista de sus guiones escritos siempre en colaboración es abrumadora; por citar unos pocos podría mencionar Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán, Rufufú, Salvatore Giuliano, La fierecilla domada, Ojos negros.
Por otro lado, hablar de su trabajo en colaboración con los directores supone abarcar todo el cine italiano, pues estuvo con De Sica, Francesco Rosi, Antonioni, Renato Castellani, Zeffirelli, Mario Camerini, Luigi Comencini, Mauro Bolognini o Mario Monicelli. Pero sobre todos, existe un nombre al que va indisociablemente unida, se trata de Luchino Visconti con el que coescribió casi todas sus películas.
La vida de Suso Cecchi es la de una persona vinculada a la cultura de un país. Su padre, Emilio Cecchi, fue escritor y crítico literario y su madre una notable pintora, y la casa de éstos era lugar de encuentro habitual de intelectuales y artistas de la época. Más adelante se casaría con Fedele D'Amico, un brillante musicólogo hijo del fundador de la Academia di Arte Dramática di Roma y entre sus íntimos amigos se encontraban Nino Rota y Luchino Visconti, con quienes compartía su pasión musical y literaria. Queda claro que el ambiente donde se movía Suso Cecchi era proclive para generar una escritora de gran calidad, aunque ella siempre supo mantenerse en un discreto segundo plano gracias a su naturalidad y modestia.
Suso Cecchi D'Amico ha contado en algunas entrevistas la nostalgia que siente por aquel tiempo desaparecido, donde la camaradería hizo resurgir un cine que se había hundido tras el desastre de la guerra. De hecho siempre le pareció que el Neorrealismo italiano fue un invento crítico, pues ellos sólo eran un grupo de amigos con ganas de hacer cine que no tenían dinero para financiar películas y que por eso salían a la calle a filmar y buscaban actores no profesionales. Esa amistad produjo anecdóticas historias como en Ladrón de bicicletas, una pequeña historia sobre una bicicleta robada que sirvió para realizar un retrato de la ciudad de Roma en aquel momento. En la película estaban acreditados hasta ocho guionistas porque para ellos no era importante aparecer en los créditos, sino realizar la película y Suso nos cuenta que uno de ellos ya estaba muerto cuando se empezó a realizar la película, pero era un amigo de De Sica que había querido trabajar con él y como una especie de tributo lo incluyó en los créditos como guionista. A veces se ponía el nombre de algún escritor porque era amigo y no tenía dinero y así podía cobrar una parte -caso de Fellini como coautor de guiones que nunca llegó a ver-.
Suso Cecchi siempre ha comentado las estrechas colaboraciones que se establecían entre director y guionista y que permitían una mayor implicación en los proyectos. En el caso de Visconti formaron un auténtico tándem creativo que se entendía a la perfección sin necesidad de hablar, pero además eran verdaderos amigos que se escribían cartas donde hablaban de literatura o música con gran pasión o se entretenían en agradables veladas de juegos musicales junto a Fedele D'Amico y Nino Rota, amigo que prácticamente vivía en su casa.
Un cine que nunca buscó la comercialidad ni el beneficio, sino la calidad; fue donde Suso Cecchi creo sus comedias y dramas -nadie como ella para enlazar ambas-, influida por los maestros rusos a los que admiraba: Tolstoi, Dostoievski o Chejov. Consciente que la escritura de un guión es un oficio que forma parte del gran proyecto que es la película y que un guionista debe escribir con los ojos a diferencia del escritor que busca las palabras para describir, nunca ha entendido la comparación entre estos diferentes mundos expresivos, pero admite que la literatura actual ha sido muy influenciada por el lenguaje cinematográfico. Aunque con escritoras como Suso Cecchi D'Amico, las influencias siempre son positivas.
Os dejo un vídeo con algunas de sus películas al ritmo del bellísimo Valzer del Commiato de su amigo Nino Rota para la película Il Gatopardo y que está interpretado para la ocasión por la Filarmónica della Scala conducida por Riccardo Muti. Disfrutad.
Otro nombre y otra buena historia de la cultura contemporánea más para mi mochila que, gracias a tus entradas, poco a poco va cogiendo volumen.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la parte en la que explicas cómo el concepto Neorrealismo fue un invento más de la crítica, quizá de los periodistas, siempre necesitados de palabras que resuman y clasifiquen, aunque en realidad el cine era el producto de una pasión compartida entre amigos en un moento determinado de la historia. Podríamos decir, segun lo que dice la propia Suso Cecchi, y parafraseando la definción machadiana de poesía, que el cine es la imagen esencial en el tiempo (vertebrada con una buena historia, claro).
¿Sabes si hay muchas guionistas célebres en la historia del cine?
¡Salud Carlos!
Por suerte tu mochila es muy amplia hablador. A mi también me gustaron mucho esas historias contadas por Suso Cecchi sobre el cine hecho por un buen grupo de amigos, porque esa espontaneidad hace que esas películas tengan algo mágico y natural a la vez.
ResponderEliminarYo diría que guionistas mujeres hubo muy pocas o en todo caso poco célebres. Tengo en mente a Leigh Brackett, autora de algunas historias estupendas de Howard Hawks (El sueño eterno, Río Bravo, Eldorado, Hatari, Río Lobo) y curiosamente de El imperio contraataca y la clásica Thea Von Harbou, ex-esposa de Fritz Lang para quien escribió los guiones de sus grandes obras del periodo alemán y el Fausto de Murnau. Un abrazo amigo.
¡Joder Carlos!
ResponderEliminarPuestos a abusar de tu enciclopedismo cinematográfico. ¿española, hay alguna?
Pues ahí se acaba el enciclopedismo o sencillamente no las hay, excepción de las modernas Coixet, Bollain y Gracia Querejeta.
ResponderEliminarA mí me ha gustado toda la entrada desde "Es posible" a "Disfrutad" y los 4,48 del vídeo.
ResponderEliminar(¡Ay! Rufufú).
Ha merecido la pena esperarte.
Qué tiempos más heróicos aquellos. Al final todo es cuestión de talento y aquella gente eran ricas en eso.
Estoy preparando una entrada sobre una de mis películas favoritas: "La escapada". Ya te pediré ayuda.
Los deberes literarios los llevo al día. Estoy deseando que pongas un examen.
Un abrazo.
Carlos creo que debes cambiar el nombre de tu blog, en lugar de ser El buscador de Tusitalas, deberías llamarte el descubridor de Tusitalas.
ResponderEliminarLeyendo tu relato sobre esta mujer me viene una palabra a la cabeza y esta es modestia. No sé si esta mujer lo fue, pero estoy casi segura de ello. Fantásticos guiones que dieron fantásticas películas y es que ya se sabe que sin un buen guión no puede haber una buena película. Por cierto ¿sabes si hay excepciones a esta regla en la historia del cine?
Sólo me queda añadir dos cosas, la primera es ¿cómo no? sumarme a la admiración de Suso por los maestros rusos, y la segunda es felicitarte por tu entrada.
"Ladrón de bicicletas", "Ojos negros", "El gatopardo", "Rocco y sus hermanos", "La fierecilla domada"...
ResponderEliminarAy, Carlos, cuánta hermosura. Y qué gusto que traigas a esta guionista entrañable y ágil (el guión de "La fierecilla domada" es una pura delicia).
Maestro, un placer su entrada al compás de la música de Nino Rota. Creo que sus discípulos y fieles amigos debemos aplaudirle con tesón. No es para menos.
Un abrazo enorme y gracias.
Thornton estoy de acuerdo en eso del talento innato de aquella gente, preocupados por hacer lo que les gustaba y divertirse con ello y no por los resultados del negocio como ahora. Cuando leía eso de la camaradería entre amigos para ayudarse unos a otros me acordaba de ti y tus gentes.
ResponderEliminarMi única prueba es saber si lo que has leido te ha llegado o no. Si acerté. Un nuevo abrazo.
Bueno ya sabes Anabel que a veces me gusta indagar un poco para encontrar aquello que se oculta a primera vista. El caso de Suso supongo que está presente para mucha gente, pero para muchos otros es cierto que a veces nos quedamos con la obra terminada en cuestión, la apreciamos y no intentamos saber nada sobre su gestación o sobre quien trabajó en ella. Esta gente es muy interesante porque vivió en un mundo cultural muy rico (por cierto en la elaboración de los diálogos de Senso de Visconti también trabajo tu admirado Tennesee Willians y Paul Bowles, uff menudo equipo).
ResponderEliminarComparto también contigo la admiración por los maestros rusos y te agradezco el comentario. Un beso y hasta pronto.
Isabel, que grato placer ver como sales de tu cobijo de vez en cuando.
ResponderEliminarYa ves, esta mujer fue un portento en la escritura de guiones. Las películas en las que intervino son imperecederas y todos nosotros las amamos. Por supuesto que La fierecilla domada es una de las mejores adaptaciones de Shakespeare, todo frescura y vitalidad y además con música de Rota.
En poco tiempo he querido rendir homenaje a estos dos grandes de la cultura italiana que tanto admiro. Me agrada que tu también compartas esa admiración. Un abrazo amiga.
Cómo me recuerda todo esto al grupo de narradores del medio siglo español, tan influidos por esta literatura cinematográfica. Desconocía muchos detalles. Se respira hondo en tu blog, Carlos.
ResponderEliminarTienes mucha razón Ramón con las influencias recibidas de estos grandes creadores de historias.Me alegra ofrecerle cosas novedosas a una persona que sabe absorver tan bien todo. Un abrazo.
ResponderEliminarVaya, de nuevo me sorprendes para bien.
ResponderEliminarConozco las pelis y las he visto casi todas por no sabía nada del gionista.
Me gusta leerte, porque aprendo. Además resulta fácil
Qué gran blog el tuyo Carlos
Un blog apasionado donde cabe mucha y buena gente con sus buenas historias. Los guiones son parte fundamental en las películas y Suso demostró ser de las mejores.
ResponderEliminarPor cierto, al poco de escribir este texto salía en la revista Dirigido por del mes de mayo otro dedicado a la misma persona. Un brillante texto del gran Jose María Latorre con el que me alegro haber coincidido.
Un gusto tenerte como lectora. Un abrazo.
Grandiosa entrada una vez más.
ResponderEliminarQué enormes personajes encuentro siempre en tu blog, empezando por ti y continuando por tus comentaristas.
Y de Suso Cecchi ¿qué decir? Pues que ahora que gracias a ti sé quién es, lo que hizo, y que aún vive, me voy coriendo a buscarla y a darle un par de besos.
Un placer leerte, aprender tantísimas cosas y compartir contigo todas estas pasiones.
Y finalizando contigo, siempre uno de los más agudos comentaristas de mis historias.
ResponderEliminarAnciana lúcida y entrañable ha de ser esta señora ante la que me quito el sombrero y la capa. Me ha gustado presentárosla pues orgullosa estará de tener tan ingeniosos admiradores.
Me alegra saber que Adán y Eva se trasladaron a la Torre del Compte, su Edén particular. Un abrazo para ambos.
Me encanta ese cine italiano, y este invierno me di un buen atracón algunas tardes de sábado para distraer a mi madre.
ResponderEliminar¡Y pensar que en sus inicios del cine se pensaba que era un excelente invento para... divulgar el teatro!
Saludos!
Por suerte el cine supo encontrar su propio camino pero bebiendo de múltiples fuentes. Un arte total que engloba a otras muchas artes.
ResponderEliminarCierto lo que dices, ese cine italiano de postguerra tiene un encanto especial porque está realizado sin tantas pretensiones y con enormes ganas de disfrute. Estoy seguro que las tardes de sábado fueron de disfrute y te dire que yo tengo muy buenos recuerdos de las tardes de sábado donde estoy seguro que me empapé de clásicos sin saberlo. Procuro mantener en mi casa el ritual de las tardes sabatinas e ir introduciendo de vez en cuando mis clásicos (todo en dvd porque la tele ya no da de si con su terrible programación). Un saludo Ana.