El estado de desvarío mental en los escritores ha generado innumerables páginas de buena literatura. Las mentes alucinadas y trastornadas nos han llevado por el irregular camino de historias deformantes y de terrores producidos por lúcidos pensamientos hilvanados en una situación de falsa realidad. Poe, Maupassant y Quiroga son tres autores que han circundado los caminos de la locura en sus relatos con gran asiduidad, un recorrido que les ha llevado a la descripción de mentes enfermas y alucinadas capaces de ver terrores no físicos o de hacer de ese estado mental una sensación propiamente ominosa.
Horacio Quiroga, confeso admirador de estos dos maestros y por circunstancias personales abocado también a la locura en sus escritos, nos legó una obra cuentística modélica que perfila al primer gran narrador del género corto en lengua castellana. Como decía, su atormentada y dramática vida repleta de suicidios, muertes accidentales, muertes por enfermedad y abandonos tenía que verse reflejada casi obligadamente en sus historias y así su primer gran libro de cuentos tenía el esclarecedor título de Cuentos de amor de locura y de muerte. Son cuentos muy efectistas donde se ve un dominio absoluto de la técnica, y es que es justo recordar que Quiroga también fue uno de los primeros autores en abordar la poética del cuento en ensayos como Manual del perfecto cuentista, La retórica del cuento y Decálogo del perfecto cuentista, este último un conocidísimo compendio de diez reglas básicas para la escritura de cuentos, de las cuales me quedo y comparto absolutamente la primera: "Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo".
Horacio Quiroga siguió cultivando el cuento preferentemente, en colecciones tan modélicas como Cuentos de la selva para los niños, Anaconda, El desierto o Los desterrados. Cuentos fantásticos, macabros, terroríficos, también tiernos y amorosos, pero ciertamente siempre rondados por la muerte. Aunque no utilicen el mismo lenguaje, las temáticas parecen acercarle claramente a sus maestros, como por ejemplo en el obsesionado personaje de La lengua, tan cercano a El corazón delator de Poe, o sus Cuentos de la selva para niños que nacen bajo el influjo de El libro de la selva de Kipling. A veces se acerca insospechadamente a otros maestros no reconocidos como en ese original cuento vampírico titulado El almohadón de plumas que nos retrotrae a algunos conocidos pasajes del Drácula de Bram Stoker. Pero también parece prefigurar las historias que más adelante traerá Rulfo en cuentos como El hombre muerto. De lo dicho se hace evidente que Quiroga es un puente hispano con la narración breve más clásica.
De sus Cuentos de amor de locura y de muerte, traigo uno de sus más desgarradores relatos, uno de esos cuentos de efecto -que decía Quiroga- y que pasa por ser su pieza más reconocida. Es fácil rendirse ante un cuento relatado con tanta eficacia, con un narrador distante que propicia la creación de un frío ambiente necesario para ir avanzando hacia el clímax desgarrador del final. La gallina degollada es un relato estremecedor y macabro -emparentado en algún sentido con esa obra maestra que es Freaks, La parada de los monstruos-, donde Quiroga reproduce con brutalidad la realidad, una historia de desamor y desilusión que destroza cualquier atisbo de esperanza. El autor consigue envolvernos en ese halo de pesimismo y logra transmitirnos unas sensaciones desasosegantes. Personalmente, pienso que nunca la crueldad estuvo tan bien narrada.
Horacio Quiroga yace en el cajón de los semiolvidados y tan solo se recuperan algunas de sus célebres historias. Es necesario otorgarle, aunque sea tras su muerte, un instante de la felicidad que nunca tuvo reconociéndolo como el gran maestro que fue y leyéndolo de nuevo.
Lectura obligada. Ha sido y es muy leído y es un "maldito" dentro de nuestra literatura. Abordó todos los temas y lo hizo en diferentes formatos,novela,cuento,etc...Un beso
ResponderEliminar“No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si entonces eres capaz de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino” Y yo que hasta que no leí esto pensaba que era justamente al revés. A mí de Quiroga me gusta su estilo sencillo y su falta de piedad hacia sus personajes, y es que la muerte debió de ser un tema que le fascinaba, y por eso era el destino irremediable de sus personajes.
ResponderEliminarCarlos, casi me atrevo a darle a Horacio Quiroga el título de ser el padre del relato corto escrito en castellano. La fuente de la que bebieron nuestros admirados Borges y Cortázar “el hermano Quiroga” le llamaba Cortázar, aunque soy consciente de que no estoy diciendo nada nuevo. Por cierto, me imagino que ya lo sabrás, porque es casi imposible pillarte, pero tu admirada editorial Valdemar le ha dedicado un volumen, “El síncope blanco y otros cuentos de locura y terror”. Bueno, pues sólo añadir que además de los cuentos que ya has citado yo incluiría “El hijo”. A Quiroga se le disparó un arma sin querer y la bala fue a dar directamente dentro de la boca de su amigo.
Fiorella ha sido muy leído en tu tierra, pero aquí se le nombra de pasada y le reconocemos casi exclusivamente por su larga producción cuentística, sin duda una maravilla. Traerlo a un lugar donde aparecen a menudo tantos genios olvidados era casi una obligación. Un beso para tí y gracias por tu paso.
ResponderEliminarAnabel, en primer lugar has de saber que Quiroga está aquí gracias a tus consejos.
ResponderEliminarNo podía ser de otra manera, tenía que estar obsesionado con la muerte pero también con la locura tras haber pasado lo que pasó (no he querido relatar todas sus desgracias porque incluso parecen una fantasía grotesca). Es cierto eso que dices de la falta de piedad y por eso en este cuento nombraba la distancia que toma el narrador para hacerlo más efectivo.
Es evidente que es el padre del cuento moderno en habla hispana, pues recoge lo mejor de los grandes autores anglosajones y franceses y lo funde con su tradición.
Anabel conozco el librito de Valdemar, aunque en este caso me he agenciado un volúmen que recoge sus seis mejores libros de cuentos (dentro de las obras completas) de la editorial Losada. Un beso.
Lo primero que la ignorancia me ha traído a la mente al ver fugazmente el título de tu entrada ha sido el trío Quintero, León y Quiroga al que aludía Serrat en una de sus canciones, pero ya me extrañaba que hicieras tú una entrada sobre la copla andaluza, sin querer desmerecer en absoluto ese honorable género, por supuesto.
ResponderEliminarPero mejor estas reflexiones sobre Horacio y no sobre Manuel que no sé si darían para tanto. Yo adoro a estos tipos de aspecto taciturno y mirada extraviada. Acaban resultando ser los más lúcidos, sobre todo con una pluma en la mano.
Si para ti es necesario, esa necesidad me obliga.
Un abrazo.
Pues no te extrañes tanto con lo de la copla, porque soy rendido admirador de las buenas coplas de ese trio y del gran Carlos Cano (al que he estado tentado de traer alguna vez por aquí).
ResponderEliminarCiertamente esa mirada de Quiroga puede decirnos muchas cosas y si penetras en sus escritos es que te ha acabado hechizando como a tantos otros. Agradezco esa fidelidad a todo lo que traigo para que le puedas sacar más jugo que yo. Un abrazo.
Ojalá - alguien, no recuerdo quién, bautizó su casa de campo con ese nombre, "Ojalá"- que tu cajón de cuentos no tenga fondo. Me encanta lo que sacas de él y cómo nos lo cuentas.
ResponderEliminarNo sé gran cosa de la vida de Quiroga pero me has abierto el apetito y me pongo a la faena. Sí conozco algunos de sus cuentos, "El almohadón de plumas"; "El síncope blanco"... y éste que recomiendas que es, como bien has dicho, macabro y estremecedor. Los niños en los cuentos de miedo dan mucho miedo.
Profe, Carlos Cano cantaba como los ángeles, a ver si caes en la tentación y nos lo traes por clase.
Yo utilizo mucho la palabra "desabrochado" para señalar que alguien se está desnudando interiormente. La utilizo desde que se la oí hace muchos años, precisamente, a Carlos Cano. Bueno, él dijo, "desabrochao".
Me quedaría aquí charlando toda la noche y tomándome mi cubata de Martin Miller's y Coca-cola de cristal verde, pero sé de dos damas que se quejarían.
Un abrazo, profe.
Llevas razón, Carlos, debemos leer a Quiroga, o releerlo quien lo haya leído a fondo.
ResponderEliminarReconozco que he leído de él algún que otro cuento suelto, posiblemente tres o cuatro como mucho según recuerdo, pero no le he hecho una lectura como se merece: pausada, a él solo dedicada como protagonista absoluto de ese tiempo de lectura. Ni tan siquiera tengo un libro suyo en mi estantería y eso está muy mal para un autor admirado por mi admirado Cortázar, que sólo asoma su nombre en tres antologías de cuentistas (una la recuerdas seguro, profe).
Pero ya he tomado buena nota, tanto del comentario de Anabel, que alude a la editorial Valdemar, como del tuyo que remite a la argentina Losada.
Me he hecho un propósito para el año que viene: leer a cuentistas de forma sistemática, que hace mucho que no buceo en ese género difícil y precioso. La novela, al final, se convierte en una hiedra que se extiende por todos lados y copa todo el tiempo; debe dejar algo de espacio al cuento.
Horacio Quiroga estará presente, te lo aseguro.
Besicos, y perdona mi retraso en ir a llenarte la copa en la fiesta de mi blog; pero con tanta gente y tanto cubata, ando algo mareada, y no llego a todos al tiempo. Espero poder brindar contigo pronto; no ahora, que hace un día precioso y llama de forma especial para disfrutar del sol.
P.D.- Anabel, gracias por la información. Lo que le he dicho a Carlos respecto a la fiesta, te lo extiendo a ti también. Gracias por ir ambos al evento. Me emocionáis.
Ojalá -también cantaba Silvio Rodríguez-, no se acabe nunca este cajón para que siempre tenga cerca al maestro Thornton.
ResponderEliminarQuiroga es y fue un maldito como dice Fiorella. Muchos de sus cuentos son fruto de esa obsesión por la locura y a un buen catador de piezas de terror, fantástico y adyacentes, estoy seguro que le encantaran. Ya sabes que si Valdemar lo publica es signo de su calidad en el género.
Hasta compartimos a Carlos Cano. No dejas de sorprenderme. Sólo te diré que es "mi" cantautor de siempre y para siempre y ahora no tengo dudas de que en algún momento saldrá por aquí.
Acepto esa charla con copa y confío en que se dará pronto.
P.D. Veo que todavía eres un diletante en la búsqueda de carteles. Te cuidado porque puede ser tan adictivo como muchas de tus colecciones, pero que inutilidad más placentera amigo.
Un abrazo fuerte.
Isabel, que propósito tan bueno has tomado (pero no lo dejes como las dietas). De lo que escribo por aquí se puede deducir que el cuento es el género con el que más disfruto y los culpables de ello son gente como tu admirado Cortázar y otros desalmados narradores que me han tomado el número. Me encanta buscar y encontrar buenas antologías y así a partir del cuento poder descubrir a los grandes contadores de historias. Ejerce de Sherezade para tí misma y goza de infinitas mil y una noches. En todo caso para cualquier sugerencia aquí me tienes.
ResponderEliminarP.D. Ya acabo con los Karamázov. Rendido a los pies de Dostoievski quedo.
Un abrazo fuerte y felicidades.
Es un tema fascinante y perturbador, Carlos.
ResponderEliminarCelebro que con tu savoir faire hayas vuelto a Horacio Quiroga. A mí me obligó a volver a él hace unos años mi hijo mayor Adrián, que lo descubrió en una de sus lecturas escolares. Les gusta más de lo que l@s editor@s de literatura juvenil sospechan. Un fuerte abrazo!
Ana que bueno que recuperases a Quiroga gracias a tu hijo. Yo también creo que este autor es una magnífica propuesta para la juventud porque contiene una intensidad que despierta interés por la lectura y no como esas ñoñas lecturas pedagógicas realizadas por encargo o por moda para solucionar los problemas de nuestra juventud. Un abrazo.
ResponderEliminarTuve la oportunidad de dar unas clases de literatura para estudiantes de ingeniería hace algunos años (salvo honrosas y contadas excepciones, lo más que leen es el Sport). Yo mismo diseñé mi propio programa y escogí los textos. Eran sesiones de 2 horas, por lo cual me apoyaba mucho en la lectura de algunos párrafos. Escogí algunos de Quiroga y no sé si fue porque teatralizaba bastante la lectura, el caso es que me pidieron que leyese algún cuento completo. Alucinaron tanto que corrieron como locos a comprar la edición de Cátedra. Finalmente les leí "El almohadón de plumas" y "la gallina degollada", y les introduje un poco en "Anaconda". "Ah! sí, la peli del monstruo, ¿no?" me dijo un estudiante...
ResponderEliminar¡Qué buenos momentos me ha hecho pasar Quiroga! Además, !qué personaje, Dios! Colocar a sus hijos al borde de un precipicio, o practicar con ellos la superevivencia, al límite, en lo más profundo de la selva. Está por hacer la película sobre este hombre tan y tan especial. Y por supuesto, como bien dices, está por recuperar su obra para las librerías y los lectores
¡salud
Mis estudiantes también se entusiasman con Quiroga, al igual que con cuentos como La pata de mono, o El corazón delator. La verdad es que traer esto a la clase es un éxito asegurado, los cuentos de efecto como tú bien dices. Tengo todos estos cuentos dibujados en una especie de comic por mis estudiantes, algunos son para concurso. Estoy segura de que de estos sí que no se olvidan.
ResponderEliminarSorprendente Hablador esa experiencia. ¿Qué hacían estudiantes de ingeniería estudiando literatura? Demuestras que la lectura de Quiroga puede ser un tanto adictiva.A mí también me pasaba que uno tras otro caían sin piedad.
ResponderEliminarLo del personaje de Quiroga es realmente extraordinario y cuantos más datos se conocen más ficción parece. No extraña que escribiera cuentos tan desgarradores. Un abrazo.
Anabel veo que siempre utilizas excelentes cuentos para que los niños amen la lectura. ¿Te has fijado que todos bordean el fantástico o el terror? Parece que los niños y jóvenes perciben muy bien esos mundos que les evaden de la realidad. Seguiré buscándote material para que tus alumnos tengan un recuerdo imborrable de aquella maestra que nos contaba cuentos increíbles. Un abrazo.
ResponderEliminarMe fijo en el rostro de Quiroga y me doy cuenta de que si le quitásemos la barba, quedaría desarmado: un hombre débil, atormentado, triste, y casi me atrevería decir que ingénuo, que mira a ninguna parte, hacia el interior de algún fantasma que solamente él puede ver
ResponderEliminarCierto, cierto. Esos ojos parecen decir mucho de él. No está por la foto, sigue en su mundo casi fantasmal.
ResponderEliminarPues espero impaciente esa entrada sobre copla andaluza que a buen seguro resultará interesantísima en tus palabras.
ResponderEliminarMe agrada mucho coincidir contigo en otros blogs y corroborar que nuestras sensibilidades son tan parecidas, como ha sucedido hoy en el cobijo de nuestra querida Isabel.
He terminado con La geometría del amor y lo he disfrutado mucho. Tengo pendiente el último de Muñoz Molina (ladrillo importante) pero en cuanto lo termine me pongo con Horacio Quiroga.
Un abrazo fuerte.
Jose me ha gustado mucho esa foto vuestra con el gran Berlanga (envidia, pero sana). La coincidencia de opiniones empieza a ser preocupante (al menos te debería preocupar a tí, pues en cualquier momento me mimetizo y...).
ResponderEliminarLa geometría del amor habrá sido como un manual de filosofía y psicología aplicada para tí. Me alegra traerte buenas cosas, pues es cuando mejor me siento; si alguién disfruta lo que yo he disfrutado me reafirma mi recomendación (más de un tipo tan agudo).
De Horacio Quiroga te recomendaría ir probando cuentos sueltos para ver que tal.
Respecto a la copla, os aseguro que no soy muy coplero. A mí me gusta Carlos Cano y las buenas letras de la copla pero ahí me quedo.
Soy un lector lento y he pensado que aplazar la lectura de Quiroga hasta acabar con "La noche de los tiempos" podía demorarse en consonancia con el título de la voluminosa novela. Así que acabo ahora mismo de leer "La gallina degollada" y encuentro impecable el análisis que haces de este relato en tu entrada.
ResponderEliminarSi me permites, yo lo emparentaría también, además de con "Freaks", con "Alas de Mariposa".
No se puede decir que me haya dejado buen cuerpo, pero que conste que me habíais avisado. Aún así, puestos a elegir, prefiero las lecturas de las que no salgo indemne. Seguiré explorando, pero me aseguraré de llevar el estómago vacío.
Gran recomendación.
Muchas gracias y un fuerte abrazo.
Una lectura que no deja impasible Jose. Estabas avisado.
ResponderEliminarLo cierto es que muchos de sus relatos tienen esa eficacia en su crudeza (acercate a La lengua, El almohadon de plumas o los que han citado por aquí). Alas de mariposa era también muy dura, pero con Fraks hice la asociación rápida (y fácil) de la gallina. Como decía el maestro, la crueldad de los niños puede ser muy cruel.
Me gusta eso de que no salgas indemne con tus lecturas. A mí también me dejan mejor sabor de boca y es que ahí están los buenos autores.
Y ahora a morder a Muñoz Molina. Hace mucho que no leo de él, cuando antes era uno de mis preferidos pero las cosas van cambiando.
Un abrazo para tí amigo.
pobre cuento
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