El género fantástico y de terror no tiene demasiada predicación en nuestro país y ha sufrido un menosprecio constante, lo cual ha hecho que los escritores más "serios" optaran por acercarse sólo en contadas ocasiones y que aquellos que se dedican plenamente pasen desapercibidos ante la dictadura de las grandes editoriales.
Es curioso que un país que ha proporcionado con sus leyendas, mitos y paisajes grandes argumentos para el nacimiento de la literatura gótica y fantástica del XIX -me remito a las obras clave y fundacionales como son las de Jan Potocki, Washington Irving, Mathew G. Lewis, Prosper Merimée, Theophile Gautier y tantas otras- no posea una literatura de tanta raigambre como la anglosajona y en menor medida la francesa. Existen escasos ejemplos aislados de altísima calidad como las obras de Alarcón o Becquer, pero en general la tradición literaria española ha optado más por el realismo. Rafael Llopis, en Historia natural de los cuentos de miedo apunta con gran acierto que "al no haber revolución democrática en nuestro siglo XVIII, faltó el doble fenómeno de escepticismo desmitificador y acceso masivo del pueblo a la alfabetización. Por un lado, a los españoles les faltaba el distanciamiento y el humorismo necesarios para hacer mera literatura de cuestiones que aún resultaban muy serias y hasta sagradas. Por otro, las tradiciones populares -fuente inicial de toda literatura de terror- no tuvieron acceso a la letra impresa y quedaron sepultadas en ese inconsciente, verdaderamente colectivo, que era el pueblo analfabeto. Por todo ello, nuestro tardío romanticismo apenas pasó de moda intelectual y minoritaria".
Este desolador panorama se ha mantenido durante todo el siglo XX y aunque existen gratificantes ejemplos de buen hacer narrativo en el fantástico y maravilloso por parte de autores que se han prodigado con bastante asiduidad (P. Calders, A.Mª Matute, W. Fernández Flórez, J.M. Merino, A. Cunqueiro, P. Pedraza) me temo que es un género vetado y casi desdeñado por la crítica. Aunque yo siento una inclinación por aquellas historias que desbordan y distorsionan la realidad, no apruebo ni entiendo que se hable de géneros menores sino de buena o mala literatura.
Toda esta introducción es como una carta de presentación de un autor español por el que siento mucho aprecio, Jose Mª Latorre. Es un escritor ajeno a las modas que se ha inclinado con pasión por este género durante muchos años. Se puede hablar de él como un escritor de raíz clásica, fiel a un estilo que bebe y recrea los grandes maestros con voz propia. En sus páginas se siente el amor confeso por autores como M. R. James, Poe, Lovecraft o Dickens, con un lenguaje rico y plagado de las referencias culturales que tanto marcan su escritura -música, pintura, cine bordean constantemente sus relatos-. Quizás sea Latorre más reconocido como crítico cinematográfico, pues durante años ha estado al frente de la imprescindible revista Dirigido por, desgranando centenares de películas en sus artículos de referencia para todos los aficionados al cine y en sus libros ya clásicos, entre los cuales me permito aconsejar Los sueños de la palabra y El cine fantástico.
Pero aquí traigo al Latorre escritor de cuentos. Su última colección fue publicada por la editorial Valdemar, atenta siempre a los buenos creadores y referente en la recuperación de los clásicos. Con La noche de Cagliostro y otros relatos de terror, Latorre completa la fascinante colección que suponía Relatos desde la muerte. "El fantástico posee el atractivo de ofrecer muchas alternativas imaginativas a la mediocridad y la grisura de la sociedad: moverte por situaciones extraordinarias y con personajes extremos, internarte por mundos maravillosos, ir más allá de los límites de la ciencia y el conocimiento, tratar temores que están más o menos presentes en el fondo de todos los seres humanos, sacar a la luz por medio del arte los miedos ancestrales, ver y tratar lo monstruoso como parte de la condición humana, moverte por ambientes fascinantes...". Toda una declaración de intenciones sobre lo que nos quiere mostrar en sus obras, como en los relatos que pueblan este libro memorable en ocasiones, donde terrores y misterios aparecen de formas diversas, en diferentes tiempos y lugares distantes para demostrar, como apuntaba Lovecraft, que el miedo y lo ominoso es la emoción más antigua y todo lo abarca.
En el relato que inicia el libro, La noche de Cagliostro, Latorre nos transporta al pleno apogeo del carnaval veneciano y para ello se sirve de la enigmática figura del conde de Cagliostro, un ambiguo y sugerente personaje histórico creador del Rito egipcio (germen de las posteriores obediencias masónicas de carácter más oscuro), alquimista embaucador y poseedor del elixir de la vida. En torno a Cagliostro, con el carnaval de fondo, en el espacio de una oscura noche y la sombra de la figura de la negra señora, el autor consigue apresarnos con una historia donde la muerte lo envuelve todo, donde las mascaras llevan a engaño y donde la magia se muestra inocua en su batalla contra el destino.
Este desolador panorama se ha mantenido durante todo el siglo XX y aunque existen gratificantes ejemplos de buen hacer narrativo en el fantástico y maravilloso por parte de autores que se han prodigado con bastante asiduidad (P. Calders, A.Mª Matute, W. Fernández Flórez, J.M. Merino, A. Cunqueiro, P. Pedraza) me temo que es un género vetado y casi desdeñado por la crítica. Aunque yo siento una inclinación por aquellas historias que desbordan y distorsionan la realidad, no apruebo ni entiendo que se hable de géneros menores sino de buena o mala literatura.
Toda esta introducción es como una carta de presentación de un autor español por el que siento mucho aprecio, Jose Mª Latorre. Es un escritor ajeno a las modas que se ha inclinado con pasión por este género durante muchos años. Se puede hablar de él como un escritor de raíz clásica, fiel a un estilo que bebe y recrea los grandes maestros con voz propia. En sus páginas se siente el amor confeso por autores como M. R. James, Poe, Lovecraft o Dickens, con un lenguaje rico y plagado de las referencias culturales que tanto marcan su escritura -música, pintura, cine bordean constantemente sus relatos-. Quizás sea Latorre más reconocido como crítico cinematográfico, pues durante años ha estado al frente de la imprescindible revista Dirigido por, desgranando centenares de películas en sus artículos de referencia para todos los aficionados al cine y en sus libros ya clásicos, entre los cuales me permito aconsejar Los sueños de la palabra y El cine fantástico.
Pero aquí traigo al Latorre escritor de cuentos. Su última colección fue publicada por la editorial Valdemar, atenta siempre a los buenos creadores y referente en la recuperación de los clásicos. Con La noche de Cagliostro y otros relatos de terror, Latorre completa la fascinante colección que suponía Relatos desde la muerte. "El fantástico posee el atractivo de ofrecer muchas alternativas imaginativas a la mediocridad y la grisura de la sociedad: moverte por situaciones extraordinarias y con personajes extremos, internarte por mundos maravillosos, ir más allá de los límites de la ciencia y el conocimiento, tratar temores que están más o menos presentes en el fondo de todos los seres humanos, sacar a la luz por medio del arte los miedos ancestrales, ver y tratar lo monstruoso como parte de la condición humana, moverte por ambientes fascinantes...". Toda una declaración de intenciones sobre lo que nos quiere mostrar en sus obras, como en los relatos que pueblan este libro memorable en ocasiones, donde terrores y misterios aparecen de formas diversas, en diferentes tiempos y lugares distantes para demostrar, como apuntaba Lovecraft, que el miedo y lo ominoso es la emoción más antigua y todo lo abarca.
En el relato que inicia el libro, La noche de Cagliostro, Latorre nos transporta al pleno apogeo del carnaval veneciano y para ello se sirve de la enigmática figura del conde de Cagliostro, un ambiguo y sugerente personaje histórico creador del Rito egipcio (germen de las posteriores obediencias masónicas de carácter más oscuro), alquimista embaucador y poseedor del elixir de la vida. En torno a Cagliostro, con el carnaval de fondo, en el espacio de una oscura noche y la sombra de la figura de la negra señora, el autor consigue apresarnos con una historia donde la muerte lo envuelve todo, donde las mascaras llevan a engaño y donde la magia se muestra inocua en su batalla contra el destino.
No sé si será el clima nuestro, mayoritariamente mediterráneo y alejado de brumas que incitan al misterio, aunque... tenemos el Norte, que da buenos paisajes para albergar pesadillas y leyendas y servir de impulso a narraciones de este tipo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, Carlos, estoy de acuerdo contigo en lo que dices: "no apruebo ni entiendo que se hable de géneros menores sino de buena o mala literatura". Pienso así de siempre. Si me das algo que esté bien escrito, bien hilado y con poso, me descubro y me entrego sin más. El placer de la lectura consiste en eso, en dejarse seducir por un mundo ajeno al tuyo, pero que alguien hábil con la pluma consigue que sea parte del tuyo.
No conozco a José María Latorre, así que he tomado buena referencia de él a través de tus palabras. Como supondrás, ya me has despertado las ganas de leerlo.
Un beso.
Tu blog es una cátedra, Carlos. Tremendamente interesante lo que explicas. Sobre todo las razones por las que el género fantástico y de terror no ha cuajado en nuestras letras.
ResponderEliminarMe imagino la biblioteca de tu casa después de medianoche como una fantástico akelarre en el que danzan en silencio decenas de seres fantásticos que surgen y cobran vida desde las páginas de tus libros y danzan y danzan en silencio hasta que amanece y entonces vuelven a su lugar y esperan palpitantes una nueva luna.
Una pregunta de ignorante: sin ser español, pero con su obra escrita en español, ¿Horacio Quiroga se podría encuadrar como autor de este género? Tiene unos cuentos estupendos y aterradores. Para mi es un maestro.
¡Salud!
Debo confesarte Isabel que le pase este libro al maestro Thornton y por tanto sólo tienes que quedar para una cerveza y celebrar tantas felicidades que le llegan, para que te lo ceda.
ResponderEliminarAl señor Latorre le debía una por tanto aprendido junto a él (de cine, música y literatura) y creo que muchas de sus historias no desmerecerían junto a una antología de las mejores del género.
La literatura ha de estar por encima de modas, géneros, críticos malintencionados, espabilados que se suben al carro...
Un abrazo y un placer tus comentarios.
Que gran imagen Hablador. Lo del akelarre me ha encantado y me quedo con ello. Siempre con comentarios enriquecedores y con chispa.
ResponderEliminarLo de Horacio Quiroga es puro fantástico y del grande. Podras adivinar que mis lamentaciones han sido por la literatura patria, pero el fantástico que viene de latinoamérica es genial. Sólo por Cortazar o Borges ya quedo rendido, pero allí hay mucho más porque no tienen reparos ni prejuicios con la fantasía.
Gracias por tus siempres atentas palabras.Un abrazo.
AAAAAAAAAAAA que miedo papa devén de ser ter orificas estas historias por favor espero que no me cuentes estas historias por la noche aaaaaaaaaadios Codi
ResponderEliminarQuerido Carlos, ya estoy en clase. Atento y en silencio.
ResponderEliminarComo bien sabes, esta lección me la sé y suscribo todo lo que has escrito.
No sé si conoces la obra de Pascual Pérez y Rodríguez, 1804-1868. Era un escritor y fotógrafo valenciano que escribió novela gótica. Recientemente he leído "La urna sangrienta" editada por Siruela y me ha parecido magnífica.
Un abrazo, profe.
P.D. ¿Has escuchado ya la Sinfonía Alpina?
¿Seguro que la suscribes enteramente? Una de las cosas que te he de envidiar sobre tu jubilación es que dispones de tiempo para leerlo todo (por no hablar de estar por los tuyos).
ResponderEliminarEsta entrada era un poco por ti, pues te dije que hablaría de Latorre y por eso te recomendé su lectura. Eres demasiado obediente con las recomendaciones.
He visto el libro que dices en las librerías y ya te había leido que estabas incándole el diente. Todavía me quedan tantos clásicos del género por leer que este deberá esperar, pero me da que los españoles de aquella época iban a retortero de los anglosajones produciendo copias de sus temáticas. De todas maneras una recomendación tuya es apuesta segura y lo tendré en cuenta. Leí una antología de cuentos españoles fantásticos del XIX y lo cierto es que no me sorprendieron demasiado.
Pido perdón por no disponer todavía de la Sinfonía Alpina, pero este agosto he estado más pendiente de mi familia que de otras labores como se puede ver por la escasez de entradas. Enseguida me pongo maestro. Un abrazo.
Gracias por el detalle.
ResponderEliminarLatorre me lo descubriste primero como crítico de cine -lo citaste de pasada en alguna entrada- y luego como escritor de cuentos.
Voy a colocar una zona en mi biblioteca con tus recomendaciones. Algún día cuando nos veamos podrás comprobar lo obediente y agradecido que soy.
No dejes de escuchar la Sinfonía Alpina. Hazte con la versión de Karajan con la Filarmónica de Berlín, DG.
Un abrazo.
Tomo nota de Latorre, y de la elegantísima forma en que presentas tus entradas, bien argumentadas y sólidamente estructuradas.
ResponderEliminarMe parece admirable que alguien se haya dedicado a estudiar las posibles relaciones entre la ausencia de revolución democrática y el realismo literario. No me extrañaría que algún otro hubiera hecho lo mismo partiendo de premisas contrarias para llegar a idénticas conclusiones.
En cualquier caso comparto vuestra opinión acerca de que es una necedad considerar la literatura fantástica como un género menor. Yo prefiero hablar simplemente de literatura.
Un abrazo.
Bueno Jose, al fin te leo que ya empezaba a inquietarme tu ausencia (en tu casa, por supuesto).
ResponderEliminarEs una gran satisfacción agradar a según quien. Ya ves que desde esta humilde atalaya acabo siendo un poco picajoso con el tema fantástico (como una pequeña batallita) pero no te vayas a creer que ahí me quedo (sin ir más lejos ayer comenzaba con Dostoievski que tiene mucho que decirme).
Por cierto con Latorre me he instruido durante muchos años en cinematografía. Un abrazo de bienvenida.
Te seducirá Don Fiodor, Carlos.
ResponderEliminarGrande, muy grande Dostoievski. Agárrate que vienen pasiones en cadena y literatura torrencial.
Besos y perdón por la intromisión, pero "pasaba por aquí, ningún teléfono cerca y no lo pude resistir".
Es un placer verte pasear por aquí Isabel, siempre tan sugerente en tus comentarios. Necesitaba retomar a Dostoievski y si es de tu agrado creo que lo leeré con mucho más gusto. La irresistible eres tú.
ResponderEliminarPor cierto, tu que eres buena lectora de blogs, te recomiendo pasar por Rebeca Tabales que tengo linkado. Una maravilla todos sus escritos y una lástima que se prodigue poco.