domingo, 7 de marzo de 2010

Dibujando la literatura

He vuelto a ver en los kioscos una colección de revistas de cómic que fueron parte de mi infancia. Se trata de las Joyas literarias juveniles, unas publicaciones que trasladaban grandes obras literarias de carácter aventurero a la viñeta ilustrada. La nostalgia se ha apoderado de mí, pues reconozco que esas revistas representan mi primera formación literaria, mi primer acercamiento a los autores a los que he ido regresando para descubrir en la plenitud de sus obras. De hecho, leer estos clásicos en la actualidad, sin haber pasado por el filtro de su lectura en la infancia y la adolescencia, también supone un extremo placer, ya que muchas veces el recuerdo ennoblece obras inmerecidamente o desprestigia clásicos que necesitaban mayor suerte. Imagino que haberlos leído en formato cómic, ayudó a que muchos jóvenes disfrutáramos hasta con las obras más arduas y enrevesadas. De todas maneras, aunque estos fascículos inunden kioscos y diarios varios, es una colección dirigida a la nostalgia, un intento para que los padres de esa generación busquen dar a sus hijos la misma formación que recibieron, pero es evidente que los intereses ya no son los mismos.
Las Joyas literarias juveniles nacieron en 1970 y se mantuvieron hasta 1983, gracias a la labor de la editorial Bruguera. Esta popular colección tiene su germen en otra publicación de la misma editorial, se trata de Historias Selección -formato que también se pretende recuperar en librerías-, unos libros que nos hacían llegar algunos clásicos y biografías de personajes célebres combinando pobres adaptaciones del texto con páginas de viñeta en blanco y negro. El hecho de que la mayoría de niños sólo hicieran caso de las viñetas, debió movilizar a la editorial para hacer surgir esta nueva publicación que tanto éxito les dio en la década de los setenta.
Durante los 269 títulos que componían la colección, aparecieron los autores más
representativos de la llamada literatura juvenil. Julio Verne con 49 adaptaciones, Emilio Salgari con 42 o Karl May con 22 fueron los escritores que más nos llegaron, pero también encontramos a Dickens, Walter Scott, Conan Doyle, Twain, Stevenson, Edmundo D'Amicis, Dumas, Fenimore Cooper, Gogol, Conrad, Poe, Carroll, Melville y hasta Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós. También descubrimos a unos escritores que con la edad supimos inexistentes: Cassarel, Vincent Mulberry o Norman R. Stinnet, que escondían bajo seudónimo a célebres adaptadores como Víctor Mora.
Uno de los puntos más destacables de estos
cómics fueron sus estupendas portadas, alumbradas mayoritariamente por Antonio Bernal, quien fue capaz de imaginar escenas llenas de dinamismo, que plasmaban toda la aventura que nos íbamos a encontrar, un excelso trabajo de composición: personajes evocando alguna escena de la obra en su pose más épica. Un equipo de ilustradores y guionistas de calidad muy diversa, fueron pasando por la colección para trasladar con mejor o peor fortuna las grandes obras literarias. Hubo quien prefirió contarnos la historia a través de pequeños cuadros de la novela con precisos diálogos y otros que no fueron capaces de abandonar ningún detalle de la narración en su intento de fidelidad, acumulando información en cada viñeta. Algunos de los dibujantes crearon obras de una calidad excepcional, con personajes detallados al máximo y paisajes evocadores que sabían introducirnos en la historia de una pasada; otros creaban trazos vagos y poco sugerentes. Pero en general se puede hablar de un competente trabajo de adaptación que permitió una primera toma de contacto con autores a los que me fidelicé para siempre.
Los intentos por reverdecer los laureles de una obra que en su conjunto obtuvo el
Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil han sido infructuosos. Agruparon las obras de cada autor en tomos de tapa dura o en otra vuelta de tuerca, rehicieron las Historias Selección en color con los dibujos salidos de esta colección. Incluso los periódicos han intentado su recuperación, pero las Joyas Literarias Juveniles ya sólo forman parte de los coleccionistas añorados y de aquellos que, como decía Fernando Savater, necesitamos recuperar nuestra infancia.
-El tesoro, Huck... El tesoro... ¡Lo hemos encontrado!


18 comentarios:

  1. La nostalgia es muy traicionera. Cuando cumplí 16 años me fui a la cima de un monte y estuve reflexionando sobre el paso del tiempo, me había hecho mayor ¡con 16 años!
    No, a la nostalgia ni agua.
    No recuerdo mayor felicidad que vernos los once hermanos leyendo tebeos. El Capitán Trueno, Big Ben Bolt, Rip Kirby, Gene Autry, El Corsario Verde, Superman, Hazañas Bélicas...
    Traicionera nostalgia, ya me ha mordido.
    Un abrazo.

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  2. Sólo pretendía recuperar unas obras bien realizadas que fueron básicas para una generación. Estuve dudando si esto podía entrar en un blog de literatura y cine y decidí que allí hubo mucha literatura, que aquellas historias me hicieron entrar un gusanillo y te aseguro que muchas cosas me suenan por aquello que leí una vez en esos cuadernillos. No me gusta abusar de la nostalgia, pero como dices a veces muerde. Un abrazo generoso para ti.

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  3. Cuántas referencias! . Ciertamente esto nos ayuda a recordar donde fue que algunos empezamos a adquirir parte de nuestro “bagaje cultural”. Confieso que me atraían más los comics que sus novelas. Otra de las fuentes de donde bebíamos era del cine, que nos acercaba a ese mundo literario sin que fuéramos muy conscientes de ello. Nos acercaba al mundo literario y a los grandes directores por ejemplo. Quién no recuerda ver películas como La diligencia un sábado en sesión de tarde.
    Carlos todas esas portadas, cuantas veces no las habré contemplado. Refréscame la memoria: ¿quién las traía a casa? ¿Quién pagaba esas 25 pesetas?, no me acuerdo de nada. Con respecto a tu comentario sobre las dudas que tenías acerca de esta entrada, te diré que me parece muy acertada, como siempre. Así que deja que los temas vayan dando forma a tu blog y no al revés, ya verás como al final de todas formas encontrarás un hilo conductor y entenderás por qué razón esa entrada tenía que estar ahí.
    Como siempre chapeau por el vídeo

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  4. Carlos, la entrada me parece perfecta. Dudo que haya un buen lector que no tenga un pasado cercano a los tebeos.
    Yo tengo preparada una entrada sobre tebeos dónde os pido que citemos cada uno media docena de nuestros inolvidables. Y donde contaré cómo esperaba junto a mis hermanos los miércoles...ya lo leerás.
    Mis tebeos son un poco más antiguos. ¿Conociste a Olimán?
    Un abrazo.

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  5. Gracias por despejarme las dudas sobre la conveniencia o no.
    Yo pensaba que tu memoria era la buena de la familia, porque yo no lo recuerdo, tan solo lo imagino pues ya estaban allí cuando yo empezaba a leerlos. La única imagen que tengo es leyéndolos y releyéndolos una y otra vez pues al volverlos a ver recordaba muchas historias.
    Como bien apuntas el cine de sesiones de tarde ha sido otra fuente de infinito gozo para nosotros. Probablemente la pasión cinéfila se cimentó allí y en los cines de doble sesión a los que íbamos los domingos. Pero bueno por hoy ya basta de nostalgia. Un beso

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  6. Gracias maestro, tus palabras calman las dudas.
    Que bueno lo de tus hermanos, esa piña tuvo que ser impresionante, aunque no sé si habría tebeos para contentar a todos.
    No conozco a Olimán, mi generación va un poco por detrás de la tuya. Espero conocerlo pronto en tu casa.
    Un abrazo cada día más fuerte.

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  7. ¡Qué nostalgia Carlos! Hice en aquellos años toda la colección de "Joyas..." y la perdí. La cambié temporalmente por un montón de ejemplares de los superhéroes de la Marvel y el amigo con el que hice el intercambio se mudó de ciudad con su familia, y nunca más se supo. Hice el primo;a menudo recuerdo las lecturas en tardes domingueras de todos aquellos clásicos ilustrados. Eran estupendos. Gracias por traernos detalles de aquella feliz idea editorial
    ¡salud!

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  8. No fui una gran lectora de tebeos, pero mi hermana sí. Me gustaban la Rua del Percebe, las hermanas Gilda, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape... Leía tebeos al azar y por mi hermana, una gran aficionada. A mí me daba más por los libritos de Enid Blyton, por los cuentos de hadas, las películas de Disney, que eran unos buenos tochos... ¡Tiempos aquéllos!

    Ya verás, Carlos: a Ramón le vas a dar en el gusto. Él hizo una entrada hace poco sobre tebeos.

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  9. Comparto contigo eso de que fue una idea maravillosa que nos enseñó un montón de buenas historias. Mariano, que gracia saber que tu también fuiste un fiel seguidor de una colección tan entrañable. No te preocupes por los tebeos porque siguen en tu imaginario (o quizás debas preocuparte, porque ahora son material muy apreciado por coleccionistas). En todo caso los disfrutamos cuando debíamos hacerlo. Un abrazo.

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  10. Estupenda entrada que no podía faltar en un blog como el tuyo, en el que sospecho que tiene cabida todo lo relacionado con el buen gusto, especialmente si tiene que ver con contar historias.
    A mí me encanta este formato, y pienso que tiene mucho que ver con el medio cinematográfico.
    Un abrazo.

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  11. Isabel, lo importante era entrar en el mundo de los imaginativos creadores, sea por la viñeta o por el texto como tú. Por cierto, Enid Blyton lo he recuperado yo para leerlo de vez en cuando con mis hijos.
    Yo había leído muchos tebeos clásicos, pero estos suponían algo diferente y ahora lo se, porque me dejaron un poso de buenos autores y obras.

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  12. Gracias Jose. Yo no estoy muy al tanto del formato cómic, una laguna que debo remediar y tan solo conservo las referencias de mi juventud como esta. Este tipo de cómic no tiene nada que ver con el actual, mucho más creativo, pero al menos en este caso supone un hermanamiento con la literatura total. De hecho, recuerdo muchos personajes, obras y argumentos que nunca leí y algunas de mis lecturas derivan del recuerdo placentero de estas obras. Esta era una entrada llena de buenos tusitalas. Un abrazo para ti.

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  13. Vengo a comentar, porque cuando leí tu entrada llevaba prisa.
    Nada, decir que me ha encantado como siempre y que también como siempre has hecho que recuerde épocas hermosas.
    Siempre digo que tuve una niñez muy feliz. Fuí una niña feliz, leyendo, entre otras cosas estos tebeos, a día de hoy todavia conservo ejemplares como el que señalas de la editorial Bruguera, cuando me hice mayor y me fuí a vivir a mi propia casa, los ejemplares vinieron conmigo.
    Además de éstos de Bruguera recuerdo que leía a Mary Noticias.
    Jope, da hasta verguenza recordar algo tan antiguo.
    Pero el caso es que esos tebeos después de mi,los leyeron mis hijas,incluso les compré alguno más, ahora así de golpe recuerdo un volumen de películas. Entre todos los títulos del libro estaban Mary Poppins, mujercitas...tiempo después compramos algunas de esas películas y recuerdo como si fuera ahora a mi hija, recitando la peli al mismo tiempo que la miraba en video...
    Bueno, creo que mi comentario es excesivo,pero es que el tema me encanta, así que te pido disculpas, pero no me gusta borrar.
    Un abrazo

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  14. Nada de disculpas. Me ha encantado que vuelvas a la niñez gracias a esta entrada, pues ciertamente era un escrito realizado desde la nostalgia y el gusto por las cosas bien elaboradas. Si además tus hijas han tenido el placer de compartir tus vivencias mucho mejor. Un abrazo.

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  15. Asignatura pendiente, Carlos!
    Recuerdo esa colección.
    Recuerdo cómo me irritaba el dibujo (que juzgaba burd, acaso porque cortaba mis vuelos).
    Pero entiendo que, en otras generaciones, sea impulso.
    A mí me cuesta manejar dos códigos simultáneamente.
    Un saludo!

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  16. Ana, los dibujos de esta colección no fueron ninguna obra de categoría (aunque había excepciones y sobre todo las portadas que comento pues transmiten la acción requerida).
    Pero vuelvo a remarcar que mi intención de traer estos cómics era porque fueron ese impulso que comentas, ese primer paso hacia otros mundos. Sin más, ahí estan y en su momento fueron fuente de placer. Gracias por tu aportacion y saludos.

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  17. Recuerdo esos clásicos resumidos o adaptados... Ahora, si me preguntas, desde mi rigor pretendido digo que no a todo y me quedo tan pancho. Pero con total seguridad me equivoco. Porque yo recuerdo con deleite esos clásicos resumidos o estos tebeos literarios que nos daban lo curas (que nos prestaban... los curas no dan nunca nada). O sea que seguramente con los jóvenes debemos ser menos sesudos y más emocionantes. Un abrazo, Carlos, que contigo siempre aprendo. Me quedo tus entradas y las rumío durante mucho tiempo.

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  18. Para mí son también parte del recuerdo. Pero para mucha gente como tú o como yo los tebeos fueron una pequeña parte de nuestra formación educativa (ya lo comentaste tu en una entrada) y estos fueron un tipo de cómics que despertaban una cierta imaginación porque tenían referentes tan importantes.
    Agradezco esa última frase pues ya sé que reflexionas tan bien. Un abrazo.

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