La tradición oriental nos lego el relato de los tres deseos gracias a la traducción que realizó Antoine Galland de Las mil y una noches. Posteriormente, Madame Leprince Beaumont, recogiendo las historias árabes, escribió su pequeño cuento de variante cómica sobre el tema. Otros escritores se han acercado con mejor o peor fortuna, aportando ingenio o comicidad en la resolución de los deseos -como en el inspirado relato de R. L. Stevenson titulado El diablillo en la botella-. Más adelante, a principios del siglo XX, William Wymark Jacobs escribió una variación trágica sobre esta historia inscrita en el fantástico maravilloso, que es considerado uno de los mejores relatos de terror de la literatura.
Pero el inglés Jacobs es otro desafortunado caso de escritor mal conocido o casi desconocido, si no fuera por este relato que suele aparecer en cualquier exigente antología de cuentos fantásticos y de terror. Lo curioso de su caso es que en su época fue más reconocido por ser un autor de relatos de humor, citado incluso como maestro por el gran humorista inglés P. G. Wodehouse. Su salto a la fama fue a partir de la publicación de sus cuentos en diversas revistas, especialmente en The Strand Magazine, famosa por ser el trampolín para las historias de Sherlock Holmes. Entre su veintena de obras publicadas, se encuentran novelas, obras de teatro y sobre todo, compilaciones de cuentos de temática marinera y humorística. Aunque para mí Jacobs es el afortunado creador de algunos cuentos macabros y terroríficos con una eficacia narrativa sobresaliente, como demuestra la selección publicada no hace mucho en la editorial Valdemar.
Fernando Savater nos indicaba en La infancia recuperada: "En rigor, la narración terrorífica es el cuento por excelencia, la historia prototípica que esperamos escuchar cuando nos sentamos con las orejas bien abiertas a los pies de alguien frente al resplandor temblón del fuego: es lo que por antonomasia merece ser contado. Se trata de un género que elude la declamación o el ditirambo, prefiriendo decantarse por el susurro...". Jacobs en La pata de mono, sigue las reglas que rigen una buena narración terrorífica, ya que presenta la historia como un típico relato de carácter costumbrista, con ligeros toques de humor que consiguen mantener al lector desprevenido. La historia avanza con la llegada de un personaje que porta un extraño amuleto y que advierte, como en un cuento popular, del maleficio que acarrea dicho objeto. A lo largo de la historia, se van pronunciando ingenuamente una serie de proféticas frases con la que el autor nos advierte sobre una posible tragedia. Un primer deseo se pronuncia sin demasiada fe en su poder ejecutor y tras permitir que el lector se relaje, Jacobs hace avanzar la historia de forma magistral, sucediéndose los acontecimientos de forma natural, creando tensión dramática en la espera y abocándonos hacia uno de los finales más intensos que recuerdo.
Como en sus otros relatos macabros, Jacobs sabe transmitir esa angustia en un ambiente cotidiano. La narración avanza con auténtica precisión, sin regalarse, con una economía de medios que sorprende y es por eso que a García Márquez le parecía un cuento modélico, para Roger Caillois un ejemplo perfecto del fantástico que se produce a través de una fisura en la realidad y en definitiva una lectura obligada para paladares exquisitos.
Fernando Savater nos indicaba en La infancia recuperada: "En rigor, la narración terrorífica es el cuento por excelencia, la historia prototípica que esperamos escuchar cuando nos sentamos con las orejas bien abiertas a los pies de alguien frente al resplandor temblón del fuego: es lo que por antonomasia merece ser contado. Se trata de un género que elude la declamación o el ditirambo, prefiriendo decantarse por el susurro...". Jacobs en La pata de mono, sigue las reglas que rigen una buena narración terrorífica, ya que presenta la historia como un típico relato de carácter costumbrista, con ligeros toques de humor que consiguen mantener al lector desprevenido. La historia avanza con la llegada de un personaje que porta un extraño amuleto y que advierte, como en un cuento popular, del maleficio que acarrea dicho objeto. A lo largo de la historia, se van pronunciando ingenuamente una serie de proféticas frases con la que el autor nos advierte sobre una posible tragedia. Un primer deseo se pronuncia sin demasiada fe en su poder ejecutor y tras permitir que el lector se relaje, Jacobs hace avanzar la historia de forma magistral, sucediéndose los acontecimientos de forma natural, creando tensión dramática en la espera y abocándonos hacia uno de los finales más intensos que recuerdo.
Como en sus otros relatos macabros, Jacobs sabe transmitir esa angustia en un ambiente cotidiano. La narración avanza con auténtica precisión, sin regalarse, con una economía de medios que sorprende y es por eso que a García Márquez le parecía un cuento modélico, para Roger Caillois un ejemplo perfecto del fantástico que se produce a través de una fisura en la realidad y en definitiva una lectura obligada para paladares exquisitos.
Hola Carlos, qué tal.
ResponderEliminarLeí el cuento y todavía siento escalofrios imaginando los golpes de la puerta, imaginando al señor White buscando a oscuras la pata de mono.
Recuerdo las primeras líneas, está tan bien escrito que se puede ver a padre e hijo ante la partida de ajedrez mientras la madre cose; incluso se puede oler y escuchar el fuego en la chimenea.
No tengo ningún libro de este autor, pero si un volumen bastante antiguo, es una colección de cuentos de terror.
Un abrazo
La pata de mono es un cuento redondo, el ambiente, las premoniciones, el suspense, el final, y en general el ritmo del relato. Perfectamente dividido en tres partes, no demasiado largas. Estoy de acuerdo con García Márquez, el autor utiliza las palabras precisas, no sobran ni faltan. Para mí también es un cuento modelo del género fantástico.
ResponderEliminarTodos nos imaginamos al señor White tanteando el suelo y buscando la pata de mono antes de que "eso" entre en la casa, mientras las señora White logra subirse a una silla para alcanzar la tranca, (la última vez que lo leí, justo en esta parte, un estudiante tocó la puerta y todos nos sobresaltamos, que mejor prueba de su vigencia).
W.W.JAcobs nos deja bien claro que el destino gobierna la vida de los hombres y las consecuencias que puede tener reírse del destino.
¡Hola, Carlos!
ResponderEliminarAhora que lo mencionas me doy cuenta de que conozco el relato pero es lo único que le he leído al autor.
A mí me impresionan las palabras del señor White cuando dice que en realidad no necesita nada y a continuación formula el deseo, movido por la curiosidad o la ambición. Es toda una alegoría sobre la eterna insatisfacción del ser humano: ante la codicia no hay consejo que valga, y mucho menos si hay cierta dosis de incredulidad de por medio. Aun así, la consecuencia es bastante cruel, además de siniestra.
También estoy de acuerdo en que se trata de un relato muy preciso; se lee en un suspiro y consigue impactar al lector.
Me encantó la reseña, ¡un saludo!
¡Con estas referencias no sé que hago que todavía no corro a la librería a buscarlo!
ResponderEliminarDespiertas en mí el interés por todo lo que recomiendas, y la experiencia de los recientes buenos momentos que me han proporcionado tus propuestas son el mejor aval posible.
Maltby y Braxton a la altura de Soames. Estoy con Pethel.
Un abrazo y hasta pronto.
Madison, ciertamente este cuento es muy visual. Te transporta al espacio donde se desarrollan los acontecimientos y te hace sentir lo que sus protagonistas estan sintiendo en cada momento. Te recomiendo la selección de Valdemar, donde encontrarás unos primeros relatos realmente escalofriantes. Un abrazo para tí.
ResponderEliminarAnabel, tu siempre aportando esas vivencias personales tan bien conjugadas con la literatura. Si se consiguió ese efecto, es que habías atrapado a tus alumnos con la lectura (muy meritorio también). Un abrazo.
ResponderEliminarMuy acertado Andrómeda ese comentario sobre la codicia del ser humano que en este relato lleva a un final tan terrorífico. Lo más grande de Jacobs es la manera de introducir ese terror en lo cotidiano y como dice Roger Caillois : "quien no estuviera en el secreto, quien omitiera el poder de la reliquia fatal, no descubriría en el drama más que coincidencias y autosugestión".
ResponderEliminarCreo que todos valoramos en este relato esa capacidad de decir lo justo con total precisión. Su construcción avanza como un auténtico mecanismo. Gracias por tus estimables aportaciones.
Jose, pues agradezco mucho que mis pequeñas aportaciones te traigan esos buenos momentos. Ya has comprobado que todos los que lo han leído hablan maravillas de este cuento y por eso no dudo que lo apreciaras tu también.
ResponderEliminarBeerbohm estará contento de seguir agradando a unos cuantos más. Un buen abrazo para tí.
Carlos, no me pienso perder ninguna de tus clases. Una maravilla chico.
ResponderEliminarLa fotografía es otro regalo. WW Jacobs tiene rostro de mentira, su cara no parece de verdad. Da la sensación de que bajo esa piel amarillenta, alisada, casi diría que mortecina, y que además encaja mal con la cuenca de los ojos, se esconda un ser venido de las profundidades de un volcán. ¡Joder con Mr.Jacobs!
¡salud!
Eres muy amable Mariano,pero lo dejaremos en apasionadas entradas.
ResponderEliminarMuy certero el comentario sobre esa fotografía. De hecho a mí también me sorprendió ese tono casi fantasmal, como salido de sus propios relatos. ¡...y república!
Carlos, estudié algo sobre la tradición española del cuento de terror. Digamos la tradición anémica española para ser más precisos. Algún cuentecillo finisecular y poco más, además del texto emblemático de ¿Alarcón?
ResponderEliminarMi propia tradición sobre el terror como lector es también escasa. Pero estoy siempre abierto a nuevos lances literarios y culturales en general. Así que apunto el nombre y la referencia. Y de paso, si me permites, te pregunto: ¿a qué te dedicas? ¿Cuál es tu formación? ¿etc? Pues eso. un gran abrazo.
Este cuento es un referente, pero no solo en la literatura de terror. Es una pieza corta que seguro te asombrará, por su intensidad y su precisión.
ResponderEliminarEstoy contigo que en España la tradición del relato fantástico y de terror es más bien escasa. Si estiramos un poco se pueden sacar algunos buenos autores como Alarcón y La mujer alta que tu apuntas.Existe una buena antología de literatura fantástica española publicada en Valdemar. A mí me gustan W.Fernández Flórez (que ya traté por aquí), Pere Calders (también traído por mi humilde escaparate) y entre lo más actual Jose María Latorre o Albert Sanchez Piñol.
Mi formación es de pedagogo, pero no en ejercicio. Y mi trabajo nada que ver con mis aficiones, aunque de momento esté a gusto (trabajo en un Hospital). Supongo que lo preguntaras por mi imperturbable afición a los libros, al cine y otras artes. No sé, descargo buena parte de mi energía en ese mundo porque me llena bastante y conservo mi vena educativa al querer compartir mis intereses de la forma más amena posible.He de reconocer que este mundo nuevo de los blogs,al que le debo la incursión a mi pareja, me proporciona una nueva manera de expresarme. Un abrazo para tí y seguimos en contacto.
Por fin he podido leer tu entrada y llegar hasta aquí, que llevo unos días en que las líneas telefónicas me tiran continuamente al mundo de los no conectados.
ResponderEliminarEntrando en materia, veo que nos traes género de terror. Ay, Carlos, que te has propuesto mandarme a la adolescencia de verdad y yo a recordar gozosa. Porque leí mucho del género de terror. Con Poe flipaba (me lo zampé enterito). Conservo por ahí una antología de cuentos e historias siniestras, donde se recogen buenas plumas, entre ellas Borges. Pero no he encontrado al autor del que hablas ni recuerda ese cuento mi memoria, así que lo apunto, que tus recomendaciones son muy acertadas (conseguí la historia de Enoch Soames en Rey Lear y la disfruté mucho).
Un abrazo y gracias por traernos títulos que son un auténtico placer.
Y yo que te echaba de menos pensando que con el terror no había acertado contigo. Nuevamente me sorprendes con tu sabiduría literaria.
ResponderEliminarEsta historia, además de estar incluida en la selección del autor que ya le recomendé a Madison, la puedes encontrar en muchas antologías de cuentos (aunque no sean de terror), pero ya que estamos te voy a recomendar una maravillosa colección publicada por Valdemar y titulada "Felices pesadillas" (que ya comenté en una de mis primeras entradas) porque es un auténtico lujo literario.
Enoch Soames está consiguiendo lo que no le auguraba su autor, pasar a la posteridad gracias a generosos lectores como tú.
Un abrazo para tí y nos seguimos leyendo.
Carlos, llego tarde a la clase. Tenía el cuento en mi casa de campo y hasta que lo he releído no he querido escribirte. Estás acertando en la selección.
ResponderEliminarTienes que ser un profesor magnífico, eres, entre otras cosas, muy ameno y eso tus alumnos te lo agradecemos. Te seguiré leyendo hasta que te canses.¿Seguro que no tienes vocación? No me canso, soy de un pesado.Un abrazo.
Thornton, aunque no te lo creas echaba de menos tu comentario al respecto (uno se mal acostumbra). Supongo que acierto porque voy a por los buenos, aunque a ver si traigo alguna curiosidad.
ResponderEliminarCreo que me costará cansarme gracias a vosotros. Me tendreis un rato por aquí, porque esto me sienta muy bien al cuerpo.
Tengo más vocación de lo que te imaginas, pero como no ejerzo no me lo creo. Un nuevo abrazo para tí.
P.D. Qué cara la de Jacobs.
ResponderEliminarOtro abrazo, y por cierto, saludos a tu encantadora esposa.
Cuento redondo, y también citas El diablo de la botella que es mi relato modelo en cuanto a estructura. El personaje de W.W Jacobs me recuerda a Saki, que también tiene algunos relatos estupendos en que se mezclan lo humorístico y el terror. ¿Qué te parece, por ejemplo "Gabriel-Ernest"? De lo mejor que se ha escrito sobre licantropía, para mi gusto. Lo mismo aprendió a hacer muy bien Stephen King, con la broma te relajas y luego viene el horror.
ResponderEliminarAunque también tiene cuentos donde el humor aparece mezclado, te aseguro que tiene algunos relatos terroríficos (o al menos leídos en el ambiente adecuado consiguen ponerte en situación).No conozco el de Saki y me pongo en su búsqueda.
ResponderEliminarEl problema de King puede ser que su relajación es tan espaciosa, que lo que Jacobs consigue en un breve relato, el señor King necesita un formato biblia. Gracias por tu paseo.