Para iniciar esta andadura y empezar a dar significado a este blog pensé que lo mejor era ofrecer un sentido homenaje al que es para mí el gran narrador de historias: Robert Louis Stevenson.
Muchos lo han glosado con pasión, y entre ellos me permito recomendar la serie de artículos que le fue dedicando un gran amante de las buenas historias como Fernando Savater, que reunió junto con otras muchas aventuras en Misterios, emoción y riesgo.
Tusitala (narrador de historias), que era como le conocían los indígenas en Samoa -el lugar donde quiso residir finalmente con su familia y allí donde le sorprendió la muerte- es una palabra que emana el encanto de lo desconocido. El término sirve para describir aquella persona que es capaz de hilvanar historias, recogiendo y expresando los sueños de los demás. El cuentacuentos se reafirma allí también como una figura esencial.
No sabría decir si lo que me gusta de Stevenson son sus historias, la creación de sus personajes o sencillamente el placer de leer en constante felicidad. Sus relatos son sencillos, pero apasionantes a la vez, quizás por estar escritos con las palabras justas y por eso resisten los análisis más técnicos. Recomiendo sus aventureras novelas: La isla del tesoro, La flecha negra o El barón de Ballantree, pero también sus espléndidos relatos como El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde, Noches en la isla, Las nuevas noches árabes y tantos otros.
Murió joven, pero dejó abundante obra para ir redescubriendo (se hace necesario revisar sus ensayos). Su vida, incluida una hermosa historia de amor con una mujer casada y con hijos, llamada Fanny, tiene un aire novelesco hasta el final. Sus contemporáneos y colegas de profesión lo admiraron por su maestría narrativa e incluso por saber dar a su vida es hálito aventurero que rezuma en sus novelas.
Hoy en día se habla de él como el gran autor de la literatura "juvenil" (será porque se mira a La isla del tesoro como una historia de iniciación y amistad), pero yo prefiero verlo sencillamente como un gran autor, como el gran narrador que fue y como un escritor capaz de superar los clichés de la edades.
Muchos lo han glosado con pasión, y entre ellos me permito recomendar la serie de artículos que le fue dedicando un gran amante de las buenas historias como Fernando Savater, que reunió junto con otras muchas aventuras en Misterios, emoción y riesgo.
Tusitala (narrador de historias), que era como le conocían los indígenas en Samoa -el lugar donde quiso residir finalmente con su familia y allí donde le sorprendió la muerte- es una palabra que emana el encanto de lo desconocido. El término sirve para describir aquella persona que es capaz de hilvanar historias, recogiendo y expresando los sueños de los demás. El cuentacuentos se reafirma allí también como una figura esencial.
No sabría decir si lo que me gusta de Stevenson son sus historias, la creación de sus personajes o sencillamente el placer de leer en constante felicidad. Sus relatos son sencillos, pero apasionantes a la vez, quizás por estar escritos con las palabras justas y por eso resisten los análisis más técnicos. Recomiendo sus aventureras novelas: La isla del tesoro, La flecha negra o El barón de Ballantree, pero también sus espléndidos relatos como El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde, Noches en la isla, Las nuevas noches árabes y tantos otros.
Murió joven, pero dejó abundante obra para ir redescubriendo (se hace necesario revisar sus ensayos). Su vida, incluida una hermosa historia de amor con una mujer casada y con hijos, llamada Fanny, tiene un aire novelesco hasta el final. Sus contemporáneos y colegas de profesión lo admiraron por su maestría narrativa e incluso por saber dar a su vida es hálito aventurero que rezuma en sus novelas.
Hoy en día se habla de él como el gran autor de la literatura "juvenil" (será porque se mira a La isla del tesoro como una historia de iniciación y amistad), pero yo prefiero verlo sencillamente como un gran autor, como el gran narrador que fue y como un escritor capaz de superar los clichés de la edades.
Stevenson fue un auténtico "Tusitala". Los indígenas que convivieron cerca de él, en su casa de Vailima, lo supieron siempre y por eso le rindieron el mejor homenaje posible. Sabían que su deseo era ser enterrado en lo alto del monte Vaea, de difícil acceso, y se encargaron de abrir un camino hacia la cumbre durante la noche con sus machetes para poder transportar su cadáver. "Tusitala" era sagrado para ellos y enterrarlo allí fue su gran honor. La historia de su entierro está narrada con gran emotividad por su hijastro Lloyd Osbourne en Un retrato íntimo de Robert Louis Stevenson (el mismo a quien dedicó su famosa obra La isla del tesoro). Años más tarde, la hija de Fanny enterró a su madre junto al cuerpo de su fiel compañero.
Me encanta que tu también seas un Tusitala.
ResponderEliminarAgradezco a Stevenson los buenos ratos pasados y los que vendrán en el futuro. Agradezco a Carlos que comparta sus gustos literarios con los demás y sus comentarios al respecto.
ResponderEliminarGracias
Me ha encantado la historia de Stevenson. Espero que sigas contagiándonos tu amor por la buena literatura.
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