Supongo
que no andaré errado si afirmo que el viaje en el tiempo es uno de los sueños
más ansiados de la humanidad; me atrevo a pensar que incluso supera en
fascinación al viaje espacial con el que parece compartir muchos detalles. Por
eso resulta curioso que los viajes temporales no fueran planteados
literariamente hasta finales del siglo XIX, pero desde entonces tanto la
ficción como la física no han dejado de cuestionarse sobre el mismo, alumbrando
centenares de teorías y narraciones al respecto.
Aunque
antes de hablar de literatura, este tema necesita una mínima presentación
científica que muestre cuales son las hipótesis reales que han manejado los
narradores mayoritariamente provenientes del campo de la ciencia-ficción para
elaborar sus fantásticas históricas. Y como no poseo muchas nociones en el
campo de la física, me veo obligado a recurrir a algunos estupendos artículos y
libros que han sabido digerir y exponer de manera admirable toda la información
necesaria.
Lo
primero que se debe tener en cuenta al hablar de este tema es diferenciar entre
las dos formas posibles de viaje, pues existe un viaje al futuro mediante
dilatación donde la supuesta máquina es capaz de acelerar la evolución física
del resto del Universo o retardar la evolución física del viajero del tiempo y
un viaje que supone un salto instantáneo al futuro, el cual conlleva mayores
problemas porque exige que el futuro ya esté creado. Esta descabellada idea que
había planteado Wells con su máquina, pareció cobrar mayor sentido con la
revolucionaria teoría de la relatividad de Einstein, aunque la naturaleza
siempre se ha encargado de eliminar
sistemáticamente cualquier posibilidad derivada de la misma. Y no obstante, los
físicos perseveran.
A
grandes rasgos existen tres interpretaciones del tiempo:
-
Presentismo: El tiempo presente es lo único que tiene existencia. El universo
es tridimensional pero el tiempo, aunque no constituye una dimensión, es
distinto para cada uno. Según esta visión, el viaje al futuro mediante
dilatación es posible.
-
Posibilismo: Presente y pasado tienen realidad física, pero el futuro solo es
posibilidad. El espacio-tiempo constituye una cuarta dimensión que se va
construyendo. Aquí es posible el viaje al futuro mediante dilatación y el salto
instantáneo al pasado, el cual conlleva
una serie de paradojas.
-
Eternalismo: El pasado, el presente y el futuro existen físicamente porque
según la teoría de la relatividad, el tiempo es una dimensión más. Aquí es
posible saltar al futuro y al pasado, pero también exige aceptar el determinismo.
La
física parece demostrar que determinados fenómenos pueden producir una curva
temporal cerrada, llamada comúnmente Agujero de gusano, que sería la “máquina”
transportadora. Y todo esto nos lleva al entretenido mundo de las paradojas,
puesto que la física nos advierte que existe un principio de causalidad donde
se nos dice que las causas deben preceder a los efectos, y el viaje temporal
puede producir paradojas que contradigan esta causalidad, como la famosa
historia del viajero que retrocede al pasado y mata a su abuelo, impidiendo por
tanto su propio nacimiento. Aunque para solucionar estas paradojas se han propuesto dos posibles
salidas:
—
Autoconsistencia. El viajero puede volver al pasado, pero no modificarlo porque
la historia ya está escrita. Una interpretación eternalista donde los factores
éticos del libre albedrío se ven trastocados.
—
Universos paralelos. El tiempo no es lineal, sino que se va ramificando hacia
todas las posibilidades, pero estos universos están totalmente desconectados.
Esta es la solución más utilizada en la literatura de viajes temporales.
En
base a estas posibilidades científicas se han escrito centenares de historias
que intentan explicarnos con mucha imaginación todo aquello que la naturaleza
nos niega.
Sin
ánimo de exhaustividad, he leído unos cuantos de esos relatos que plantean esos
viajes desde distintas ópticas. Quizás sea necesario empezar por el viaje más
reconocible, La máquina del tiempo de
H.G. Wells que, aunque no sea oficialmente el primer viaje temporal, sí ha sido
el de mayor influencia. Es un viaje que utiliza el proceso de dilatación para
alcanzar un lejanísimo futuro y que debe su gran éxito a la enorme capacidad
narrativa e inventiva de su autor.
Pero
son las historias cortas las que constituyen la mejor aproximación para conocer
las maneras con las que cada escritor afronta el reto del viaje temporal.
Normalmente no se preocupan por cómo se llega a un tiempo lejano, sino que se
detienen a elucubrar sobre las posibles paradojas derivadas del viaje y los
efectos producidos tanto en el lugar de llegada como en el de vuelta. Una de
las historias mejor resueltas es Todos
vosotros zombies de Robert Heinlein, donde logra un bucle temporal perfecto
con un resultado a priori imposible. Alfred Bester en Los hombres que asesinaron a Mahoma utiliza un humor satírico para
explicar la historia de un marido despechado que decide viajar al pasado para
vengarse, pero los universos paralelos parecen jugar en su contra a pesar de
intentarlo a lo grande. Otro autor que trabajó mucho las historias basadas en
el tiempo es Phillip K. Dick, que en Algo
para nosotros temponautas describe el drama de unos viajeros atrapados en
un bucle temporal que se repite eternamente o en El informe de la minoría que trata sobre las posibles consecuencias
éticas que se derivan al enfrentarnos con una policía capaz de adelantarse unos
minutos a los crímenes y así evitarlos. El siempre eficaz Ray Bradbury es capaz
de ofrecernos un viaje al futuro en El
convector Toynbee, donde el viajero muestra el camino que debe seguir el
mundo para escapar de la decadencia en que está sumido, pero a veces creer en
las posibilidades puede ser suficiente como demuestra este sorprendente relato.
El mismo Bradbury es el autor de una de las historias más recordadas —homenajeada
incluso en un episodio de Los Simpsons—, se trata de El sonido del trueno donde un viaje a la prehistoria y el conocido
efecto mariposa serán los protagonistas de un futuro posible. Hombre de su tiempo de Brian W. Aldiss
presenta una curiosa historia donde el viajero que retorna a casa se ve sumido
en un limbo temporal al ir tres minutos adelantado al resto de los humanos, lo
que dificulta sobremanera la comunicación. A veces las historias temporales
constituyen un puro juego como en El
tiempo no tiene límites de Jack Finney, en el que un insistente policía no
quiere dejar a ningún ladrón escaparse por esos agujeros, pero eso puede tener
consecuencias fatídicas. Aunque uno de las mejores historias, por sus
connotaciones tan actuales, es El mayor
espectáculo televisivo del planeta de J.G. Ballard que convierte el viaje
temporal en un entretenimiento popular. La televisión aprovecha la ocasión para
filmar esos acontecimientos históricos que todos hemos querido contemplar, pero
a veces la realidad es mucho más prosaica y no tan espectacular, por lo que
será cuestión de ir variando los acontecimientos en función de la audiencia.
También en nuestro país se han escrito algunas historias interesantes, pero
para mí es La noia que venia del futur
de Manuel de Pedrolo la que mejor atrapa el dramatismo posible derivado de una
paradoja. Y aunque fuera del campo de la ciencia-ficción, pero alternando entre
el tema del doble, el sueño y el viaje temporal, es imposible no citar al
Borges de El otro y Veinticinco de agosto 1983. Un broche de
calidad para emprender el viaje.
Para esta entrada he utilizado los artículos citados de la página web de El tamiz, varios capítulos de los libros de Martin Gardner Viajes en el tiempo y ¡Ajá! Paradojas que hacen pensar. Los relatos pertenecen al libro Cronopaisajes de ediciones B y a varias historias sueltas de Phillip K. Dick, Ray Bradbury, Fredric Brown, Manuel de Pedrolo , Jorge Luis Borges y H.G. Wells.
Carlos, qué rato agradable... Debo empezar confesando que me he perdido detalles de tu introducción, no por tu culpa sino obviamente por la mía. Según entiendo, en las tres interpretaciones del tiempo, se contempla la posibilidad de viajar en el tiempo (al pasado o al futuro). ¿Lo entendí bien?
ResponderEliminarConocía, eso sí, alguna de las teorías, como la del agujero de gusano, que es la que también explicaría los posibles viajes espaciales: el universo (el conocido, lo cual es un oxímoron, pues mira que lo conocemos poco), el universo, decía, es según Einstein, como una sábana tirada. La superficie de la sábana es la línea espacio temporal. Pero lo que a nosotros nos parece lineal puede estar amontonado, superpuesto... Ir de una punta de la sábana a la otra lleva un tiempo que queda acortado infinitamente si fuera posible saltar de un pliegue a otro de la sábana amontonada. Y naturalmente, el tejido espacio temporal, si permite viajar en el espacio violentando las leyes del espacio tiempo, estaría permitiendo, por el mismo sistema, poder ir hacia atrás e incluso hacia el presente: llegaríamos al mañana hoy mismo. El mañana no se habría dado, pues el atajo permitiría avanzarnos y llegar al mañana antes de tiempo. Es por ese motivo que siempre me ha parecido, dentro de lo increíble, más posible visitar el futuro que el pasado. Pero tampoco me hagas mucho caso porque dentro de dos horas puedo opinar justo lo contrario.
De textos, además de Wells, conozco a Bradbury, que hubo una época que me fascinó absolutamente (aunque nunca me gustó la ciencia ficción, pero Bradbury tiene una cosa existencial muy potente) y naturalmente papá Borges, que juega mucho con todo eso como sabemos. De los demás justo es reconocer que ni idea.
Poco más puedo añadir. En todo caso aconsejar la lectura de Contacto de Carl Sagan. Sin la profundidad de Bradbury consigue tejer una historia muy entretenida en la cual también juega con estas ideas. Se lee muy bien, y la cosa no es absurda del todo.
Ramon, yo también estuve un buen tiempo para sacar todas las ideas claras y hacerme un esquema mental más o menos correcto porque a la mínima me perdía en los conceptos. Creo que lo que he sacado resume más o menos las ideas y teniendo en cuenta que lo has entendido me quedo satisfecho.
EliminarTe confieso que yo no soy muy aficionado a la ciencia-ficción, más allá de los clásicos que han sobrepasado el género. Por supuesto, Bradbury es uno de ellos, pero no debes olvidar a Lem y Phillip K. Dick.
Yde vez en cuando, me doy el gustazo de leer alguna historia que me distraiga sin más y la ciencia-ficción ayuda.
Un saludo.
El viaje en el tiempo tiene más de preocupación de los filósofos de la ciencia, que buscan las implicaciones más extremas y al límite de las teorías propuestas, que de la ciencia en sí. El principio de causalidad ha de regir cualquier propuesta, por eso muchas paradojas que aparecen en los viajes en el tiempo en realidad no lo son dado que violan el principio, quedan así en fantasía. Otras opciones, como la de los agujeros de gusano, no dejan de ser juegos de concepto. Los agujeros de gusano fueron propuestos utilizando la relatividad especial, el problema que se encontraron es que al considerar la relatividad general (la que incluye la gravedad) el agujero de gusano colapsaba en una sigularidad con lo que no era posible atravesarlo.
ResponderEliminarA lo que iba, en la lista de literatura de viajes en el tiempo echo en falta uno que normalmente no aparece en este tipo de revisiones. Me refiero a la que se considera (de momento al menos) la primera novela en la que se narró la construcción de una máquina del tiempo. Curiosamente, la escribió un español en 1887. Se trata de “El anacronópete” de Enrique Gaspar y Rimbau.
Un saludo.
Mujer Quijote, se me hace evidente que sabes bien de lo que hablas y por lo tanto no sere yo quien dude de tus argumentos. Además, para mí también el viaje en el tiempo no deja de ser un ejercicio de fantasía y cientificamente, como bien dices, una preocupación filosófica. Ni es posible ni es factible, pero es un verdadero placer elucubrar sobre el mismo y, sobre todo, crear a partir de esas elucubraciones.
EliminarAunque no lo he leído, sabía de la existencia de "El anacrópete", igual que de otro relato que también se adelantó a Wells. Pero como no tenía ánimo de exhaustividad, me conformé con citar algunos de los leídos y, en todo caso, otorgarle los honores de clásico imperecedero a la historia de Wells porque marcó el camino. Consultando bibliografía sobre historias de viajes en el tiempo, me he dado cuenta de que es uno de los temas estrella de la ciencia-ficción.
Un saludo y bienvenida.
Grande Carlos. Nos has hecho viajar.
ResponderEliminarMe ha faltado tu vena filosófica en el viaje.
EliminarUn abrazo.
Me gustó mucho veros. Pásame tu correo electrónico. Tienes el mío en mi perfil. Abrazo.
EliminarQuerido Carlos,
ResponderEliminardejo tus interesantes clases hasta después del verano. Ya conoces mi terapia para controlar la tiranía de las malditas ondas hertzianas:cada tres meses desconecto.
No quiero despedirme sin decirte otra vez que tus clases son una delicia y que tus recomendaciones nunca caen en saco roto. Esta última entrada es un auténtico ensayo de literatura viajera del que tomo buena nota.
Un abrazo, profe.
Maestro Thornton, quedaré a la espera de tu retorno. Confío en que tu viaje no sea tan galáctico y estes pronto con nosotros.
EliminarUn abrazo a todos.
Como todas tus entradas, esta nos abre el apetito. Tanto por releer, y tanto más por descubrir. La mejor máquina del tiempo sería aquella que fabricara horas como quien hace churros, para así poder leer más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Niño vampiro, de vez en cuando me dejo llevar por el sencillo disfrute y gozo lector. Aunque en este caso, investigar sobre el tema de los viajes en el tiempo me ha llevado su "idem".
EliminarNo estaría mal esa aplicación viajera.
Un abrazo.
Viajar en el tiempo no es plato de mi devoción, aunque dejar la mente abierta a imaginaciones y deseos futuribles no está mal.
ResponderEliminarP.D: " La Mandrágora"...!Brutal!
De hecho los escritores practican el viaje mental con su imaginación.
EliminarNo eres la primera que habla bien de "La mandrágora" y su argumento ya me pareció muy fuerte y atractivo a la vez.
Saludos.
Dos cuentos extraordinarios de Christopher Priest sobre el tópico de los viajes en el tiempo: An Infinite Summer y Palely Loitering, ambos en el libro compuesto por cinco relatos y llamado también An Infinite Summer.
ResponderEliminarSaludos.
Pues los desconozco totalmente. Tomo nota.
EliminarSaludos.
Magnifica e ilustrativa entrada Carlos.Como todas la tuyas. Soy de los que piensan que los conocimientos científicos para nada anulan la gracia, genialidad o cualidades literarias de una narración o de una determinada poesía. Sobre esta segunda, la poesía, alguien dijo por ejemplo, que conocer la segunda ley de la termodinámica, no sólo no impediría escribir un buen poema sobre el amor eterno y perdurable sino , y esto es lo fundamental, si se tiene estro , podrá hacerse visibles y ampliables ámbitos de ese inagotable imaginario universal desde el Cantar de los Cantares en un poema.. Es por eso, creo, que viajar en el TIEMPO- ESPACIO (para hablar en terminología actual) no siempre requiere de maquinas ni artilugios. El viaje interior o personal conjuga en la narrativa y en la experiencia el pasado, el presente y el futuro de forma especial y única. Hay otros mundos, se ha dicho, pero están en este. El universo que se descubre en esos viajes es tan maravilloso y misterioso como el que más. No profundiza y dedscubre. Cuando Marcel Proust busca el tiempo perdido en sus insomnes noches hace un viaje extraordinario y enriquecedor sin moverse. Joyce, necesita de 500 páginas para decirnos lo que en un solo día, el 16 de junio de 1904, le sucede en Dublin a un tal Leopold Bloond. Xavier Maistre realiza un viaje de seis semanas alrededor de una pequeña habitación que le descubre mundos insospechados y Louis Céline viaja en al fin de la noche a la miseria más terrible de la condición humana…...
ResponderEliminarUn abrazo.
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Lo interesante es leer siempre tus sabias aportaciones Nicolás, porque sabes profundizar allí donde yo me quedo corto.
ResponderEliminarUn abrazo.
que interesante informacion
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