La lectura de Alicia en el país de las maravillas y su
continuación A través del espejo,
supone adentrarse en un sueño fantástico de desbordante creatividad. La magia
de esta historia reside en la capacidad de Lewis Carroll para hacernos sentir
muy cercanas sus imposibles y originalísimas aventuras, quizás el mejor sueño
narrado de la literatura, y así percibir la lectura como un juego permanente
del que formamos parte. Los avatares sobre la creación de esta obra son muy
conocidos y todas las historias paralelas que han tratado de analizar las
relaciones que propiciaron su origen han sucumbido ante la magnitud de una obra
que parece sacudirse cualquier análisis. Las obras de Alicia son
irresistiblemente encantadoras porque no se dejan atrapar, como sucede con los
sueños y aunque existen sesudos trabajos psicoanalíticos que tratan de
interpretar cada uno de sus aspectos, es mucho más agradable dejarse llevar por
el río fantástico de sus evocadoras imágenes.
La libertad
creadora que Carroll manifestó en esta obra no tiene parangón en la literatura
y por eso ha sido tan unánimemente admirada. Claro que también deberíamos hacer
notar sus inteligentísimos juegos con el lenguaje que han propiciado multitud
de trabajos al respecto. Desde luego, Lewis Carroll consiguió que sus aficiones
de matemático y su pasión ajedrecística tomaran forma en este delicioso sueño
hasta en sus mínimos detalles.
Uno de sus más
rendidos admiradores fue el matemático Martin Gardner, quien nos ha dejado una
imprescindible edición anotada de las aventuras de Alicia. Lo más destacable de
esta edición es que no trata de realizar interpretaciones alegóricas y
psicoanalíticas de una obra que tanto se presta a ello, para no despojarla de
su frescura. Gardner trata de darnos las claves que nos ayudan a su lectura,
pues algunas de sus bromas sólo las podían entender sus contemporáneos;
asimismo apunta una multitud de pequeños detalles que nos pueden pasar
fácilmente desapercibidos. Y en una de las notas al más célebre y disparatado
de sus poemas, Jabberwocky, conocido
según las traducciones como Jerigondor,
Galimatazo o Fablistanón, aparece
una mención a la obra de Fredric Brown titulada Night of the Jabberwock o La
noche a través del espejo en la traducción castellana. Allí nos advierte
Gardner que “ningún carrolliano puede permitirse ignorar Night of the Jabberwock. Esta excepcional obra de ficción tiene
lazos estrechos con los libros de Alicia”. Así que tras leer las aventuras de
Alicia, el siguiente libro fue La noche a
través del espejo de Fredric Brown, una novela negra de atmósfera
fantástica y repleta de buen sentido del humor.
Brown fue un
prolífico autor de novela negra y ciencia ficción, admirado en ambos géneros.
Quizás en nuestro país se han descuidado sus trabajos de género negro, a pesar
de contar con algunas piezas fundamentales como La noche a través del espejo que acaba de ser rescatada
recientemente. En cambio, en la ciencia ficción ha tenido mejor suerte y sus
divertidas novelas junto con sus imaginativos relatos han sido publicadas en su
totalidad. Probablemente sus orígenes pulp hacen que muchos lectores tengan
reticencias para acercarse a su obra y aunque su escritura no es elegante ni
elaborada, sus tramas son tremendamente ingeniosas y su autor se preocupa
siempre por encajar todas las piezas adecuadamente a través de la historia y el
lenguaje. Son historias redondas pero no simples y la muestra más palpable es
esta obra.
La acción de
esta novela acontece en un solo día, entre el atardecer y el amanecer, en un
pueblo donde nunca sucede nada. Allí, Doc Stoeger, el propietario del pequeño
periódico de la localidad, vivirá una serie de rocambolescas aventuras con
robos, asesinatos, peligrosos gangsters, policías corruptos, inquietantes fugas
y donde la presencia de un misterioso personaje admirador, como el
protagonista, de la obra de Lewis Carroll, tendrá un importante papel en la
resolución de todos los misterios. La atmósfera fantástica crea una sensación
de irrealidad al combinarse con una descripción detallista de la vida cotidiana,
mientras los hechos parecen derivar toda la obra hacia la más pura novela
negra. Y es esta mezcla de novela costumbrista, fantástica y negra lo que
convierte esta obra en modélica. Fredric Brown brilla con intensidad en todos
los géneros: desarrolla la acción en un entorno preciso y detallado,
convirtiendo los espacios en elementos fundamentales para el desarrollo argumental
de la obra; la intriga policiaca es un laberinto de pequeñas subtramas que se van
encajando modélicamente; y el homenaje carrolliano ofrece ese aura fantástica
donde la obra queda suspendida durante esa larga noche. Si Carroll presentaba
un gran sueño, Brown nos ofrece una enorme broma pesadillesca.