Los meses de julio y agosto, en pleno estío, suelen evocar imágenes de placentera felicidad y ocioso bienestar porque nos eximen durante una temporada de la intensa vida cotidiana y del trabajo –del latín vulgar tripalio, instrumento de tortura formado por tres palos-. Es por ello que, de entrada, los nombres de Julio y Augusto nos seducen sobremanera, ya que fue el senado romano quien otorgó el honor de honrar los meses quintilis y sixtilis de su calendario con el de estos insignes emperadores y nosotros no hemos hecho más que refrendar esta herencia romana. Sabemos también que Tiberio, el sucesor de Augusto, declinó la oferta senatorial de ofrecer su nombre para el septiembre romano en un gesto de coherencia para evitar posteriores conflictos de ego imperial.
Pero no tan solo hemos heredado el Kalendarium con el nombre de los meses o los días, sino que la romanización se ha convertido en el legado más importante de nuestra cultura occidental en múltiples aspectos. Por ello, realizar un viaje a Roma significa algo más que retroceder a un pasado de restos arqueológicos, es casi rendir tributo a una civilización que se percibe plenamente en el día a día y que es la esencia de nuestros orígenes.
Siento atracción por Roma, por su caótica amalgama de cultura que permite convertir cualquier deambular sin rumbo por sus calles en una irresistible sensación de gozo. Pero ante la enormidad de Roma, en mi último acercamiento a la ciudad me he dejado seducir por la ciudad pretérita, por la Roma imperial y monumental que albergó entre sus murallas a más de un millón de habitantes y para ello me han acompañado algunos libros que podían situarme en el lugar y el tiempo de manera adecuada.
Aunque la bibliografía sobre la ciudad es apabullante y es difícil decidirse sobre qué textos son más convenientes, siempre guardo un grato recuerdo de un libro por el que no pasan los años, Historia de Roma de Indro Montanelli, que presenta de una forma amena y rigurosa a los principales actores de esta historia, acudiendo constantemente a las fuentes latinas, como Suetonio. Su relectura es como volver a saludar a Julio César, Cicerón, Virgilio, Augusto y tantos otros personajes que poblaron los mágicos sueños de un pasado. Junto al clásico de Montanelli y con la intención de adentrarme e indagar sobre la vida cotidiana de la gran urbe, me ha sido de gran utilidad Roma de los césares de Juan Eslava Galán por su brillante capacidad de aproximación a los aspectos más comunes y vitales de la ciudad imperial. Por último y como complemento idóneo a la historia, la visión aportada por el crítico de arte Robert Hughes en la fascinante Roma. Una historia cultural, donde se dan la mano la rigurosidad histórica, el detalle por los hechos curiosos y un análisis acertado de acontecimientos, lugares y personajes a lo largo de toda la historia.
Y es que la monumentalidad de la antigua ciudad imperial se revela a través de los vestigios tan imponentes que nos han llegado, como el Coliseo, anfiteatro cuyo nombre no deriva de sus impresionantes medidas, sino que se lo debe a la antaño vecina estatua de Nerón, un auténtico coloso dorado de altura similar a la estatua de la libertad. O los suntuosos foros imperiales que muchos emperadores embellecieron. Enormes columnas y escalinatas nos hacen entrever el tamaño de los innumerables templos que se agolpaban en la colina del Palatino, restos de arcadas y paredes derrumbadas nos indican la extraordinaria capacidad que albergaban edificios como las termas de Caracalla o el teatro Marcelo. Más allá de las ruinas, la conservación de un edificio tan notable como el Panteón nos permite comprobar in situ el genio constructivo romano y trasladarnos en el tiempo para admirar, como debieron hacer ellos, la impresionante cúpula que, con un diámetro superior a la de San Pedro, asombra por su sencillez. Tampoco nadie puede salir de la Villa Adriana sin haber sentido que la belleza, incluso en las ruinas, existe. Muchos pintores han intentado plasmar el esplendor de Roma en su época más gloriosa; en mi caso, entre las obras de esta Roma idealizada, destacaría los evocadores dibujos de Giuseppe Gatteschi.
Pero Roma no es sólo la ciudad de las grandes construcciones artísticas, ya que como gran urbe de la antigüedad necesitó dotarse de infraestructuras adecuadas para la vida cotidiana de su enorme población. Quizás sea su red de carreteras uno de los mejores legados, pues si todos los caminos llevan a Roma es gracias a que sus ingenieros –y naturalmente sus esclavos- se esforzaron por hacerlo posible. Al nombrar a Roma se siente fluir el líquido elemento que tan presente está y que nos traslada a esas enormes obras de ingeniería que fueron los acueductos, pero también nos recuerda su red de cloacas y su moderno sistema de aguas termales, algo que tardaría siglos en superarse. Las fuentes pertenecen a Roma y son un símbolo como destacó Ottorino Respighi en su poema sinfónico Le fontane di Roma, pero también los altísimos pinos que invaden la ciudad como también subrayó en I pini di Roma. Aunque es probable que lo que mejor hicieron los romanos fue gobernar, pues solo desde el buen gobierno se puede ejercer una influencia tan perdurable y en un territorio tan amplio. Gracias a ellos, la cultura helenística pervivió, pues supieron conservar lo mejor de los griegos y copiar bien del original, o al menos permitir que los artesanos griegos copiaran a sus maestros clásicos y así permitirnos el disfrute de la armonía escultórica helena. Lejos de imponer, fueron capaces de absorber a los dioses olímpicos para añadirlos a su multitud de pequeños dioses del hogar y el campo. Tampoco se negaron a otorgar la ciudadanía a pobladores de provincias lejanas y así pudieron elevar a dos de sus más sabios y recordados emperadores, Trajano y Adriano, desde la lejana Hispalis. Sin embargo, no todo ha sido memorable pues también fueron los culpables de introducir la anestesia social en la población con su panem et circenses que tan buen resultado sigue dando en la actualidad.
Aunque la literatura de narrativa histórica ha sido muy fructífera a la hora de recordar a los gobernantes imperiales, sigo siendo fiel a Yo Claudio y Claudio el dios y su esposa Mesalina de Robert Graves y a las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar. Mientras que en el terreno de ficción televisiva dos series memorables, cada una a su manera, nos han trasladado a la antigua Roma. Por un lado, la clásica versión de la obra de Graves Yo Claudio de la BBC, donde se nos muestran todas las intrigas palaciegas con aires de drama shakesperiano, bajo un inspiradísimo guión y unas antológicas interpretaciones que hacen palidecer cualquier modernidad pretenciosa. Por otro lado la serie Roma de la HBO que intuyo acabará convirtiéndose en pieza de culto por varios motivos: la fiel reconstrucción histórica que toma como base dos personajes auténticos a los que Julio César menciona en sus Comentarios a la guerra de las Galias, que serán ejes de toda esta ágil ficción narrativa; el detallismo riguroso en la dirección de producción con objetos, peinados o vestuario; el excepcional diseño de decorados que nos muestra la Roma de los grandes templos y el senado, pero también la ciudad caótica de los tenderos, tabernas y casas señoriales; y la minuciosa representación de todos los aspectos de la vida romana, avalados por grandes interpretaciones.
Para finalizar os dejo un fragmento de mis paseos hecho imagen. Piedras que hablan por sí mismas acompañadas de una preciosa canción de Els Manel titulada Roma. Creo que su texto brilla y sugiere entre tanta belleza, por lo que requiere una escucha atenta.
Cómo he disfrutado con esta entrada. Por algún motivo inexplicable, o absolutamente injustificable, nunca he visitado Roma. Pero lo haré, vaya si lo haré.
ResponderEliminarPrecisamente hace unos días me compré ese libro de Montanelli, aunque todavía no lo he leído. El libro de Suetonio es fascinante de principio a fin, mucho mejor, para mi gusto, que las Vidas Paralelas de Plutarco. ¡Yo, Claudio! Aquel Derek Jacobi timorato es uno de los iconos de mi infancia. Y la serie Roma es una absoluta maravilla. Lástima que no hicieran más temporadas. Tengo entendido que fue por razones económicas, y es que debió de ser cara.
La canción, ciertamente, es preciosa.
Gracias por currarte tanto las entradas.
Un abrazo.
Segundo intento... qué pasa con blogger??
ResponderEliminarTe decía en mi mensaje anterior, que por cierto si te ha llegado ya puedes borrar pues estará incompleto, que entre tu texto, la canción de los Manel que no conocía y el recuerdo de Roma me has dejado sin palabras.
Roma me gusta incluso cuando no me gusta, no como París que me gusta siempre. Porque París es la estética y Roma es la vida: es como nosotros mismos, que podemos ser maravillosos pero en ocasiones nos dejamos, o nos sentimos cansados, o nos enfadamos con la vida. Roma es probablemente mi ciudad.
Lo de la estatua de Nerón lo desconocía: he leído cosas sobre la historia de Roma, porque la historia bien contada y bien aprovechada nos gusta mucho. Pero me queda muchísimo, porque la historia de Roma es muy larga y no es lo mismo una Roma que otra aunque todas sean Roma.
Tiberio no dio lugar a un mes, pero su afición a la buena mesa dio lugar a esa palabra que existe por lo menos en catalán, no sé si en castellano es correcta o mejor si tiene su equivalente: lo de fer un bon tiberi, no?
Y he pensado también que me queda (a parte de regresar a Roma, que eso queda siempre pendiente) visitar Villa Adriana.
Es bueno que siempre queden cosas...
Ah, y me falta también la serie Roma a la que nunca me he querido acercar por mis miedos naturales a los productos televisivos (no quiere decir que vaya de puro y no consuma series de calidad dudosa... pero Roma me pareció siempre una serie histórica-excusa-perfecta-para-verle-las-tetas-a-la-prota-que-se-parece-a-la-Britney...). Te haré caso y me la descargaré.
ResponderEliminarRoma, eterna y viva. ¡Qué fascinante ciudad! Muy bueno el video, que la canción de Manel acompaña de maravilla. Y me ha gustado mucho el cuadro. Anoto el nombre del pintor para buscar más cosas. Después de esta estupenda entrada, ardo en deseos de volver a Roma, nunca cansa.
ResponderEliminarNiño vampiro muy agradecido por tus comentarios. Yo también crecí con el Clau-Clau-Claudio y estoy volviendo a revisarla; resiste el paso del tiempo como pocas.
ResponderEliminarIndro Montanelli fue un periodista divulgador como pocos. Su Historia de Roma y su Historia de los griegos son dos joyas se siguen leyendo de maravilla y en pocos libros de historia he encontrado más gratificación que en estos. Hay que pensar que surgieron como artículos periodísticos semanales (periodismo cultural de muchos kilates).
He leído que el mismo equipo de la serie Roma pretende llevar a cabo una nueva adaptación de Yo Claudio. Desde luego, si el trabajo es tan serio como el de Roma la serie promete.
La canción de Manel me parece no buena sino excelente (por cierto sus dos discos son una maravilla para la música y para los amantes de las buenas letras con historias) y esta era una buena excusa para recomendarla, entre otras cosas porque en un lugar donde se habla de literatura, este texto me parece genial.
Un abrazo.
Ramon, para mí Roma es como una segunda casa. Me siento muy bien allí y además siempre bien acogido por la familia.
ResponderEliminarTambién recuerdo que le dedicaste una cariñosa entrada a esa ciudad de caos y placer y efectivamente, Roma son muchas ciudades. Si Italia es el país del arte, Roma contiene todas las Italias posibles, a lo que hay que añadir el encanto de sus habitantes.
No te prives de volver para visitar Villa Adriana y tantas otras cosas. Y por supuesto te emplazo seriamente a ver la serie Roma. Es dura y nada complaciente, alejada del cartón piedra de Hollywood pero es capaz de situarte en el tiempo como pocas.
Un abrazo y gracias por pasarte.
Ramon, continúo para copiar y pegar un texto que me sorprendió en su momento y que demuestra hasta donde llega el influjo romano. Por cierto, desconocía el Tiberi (por evidente será).
ResponderEliminarLos dos depósitos auxiliares de combustible adosados al cohete principal que utiliza la Nasa se fabrican en Utah por la empresa Thiokol. Los ingenieros hubieran preferido dar mayor tamaño a los proyectiles, para aumentar la capacidad de los depósitos de combustible y así propiciar potencialmente un mayor alcance en el lanzamiento. Sin embargo, debieron conformarse con el tamaño actual puesto que deben transportarse en tren desde la fábrica hasta la base de lanzamiento. La línea férrea entre la fábrica y Cabo Cañaveral cruza las Montañas Rocosas a través de un túnel, que no permite el paso de depósitos de mayor tamaño. El gran condicionante, por tanto, para establecer el tamaño máximo de los cohetes.
La anchura de los túneles viene determinada por la anchura del tren y éste, a su vez, tiene relación directa con la separación de los raíles. La distancia estándar entre los raíles de la vía del tren en Estados Unidos es de 4 pies y 8,5 pulgadas (unos 1,4 metros). Puede parecer una medida extraña a ojos de la red española (1,668 metros), pero los ferrocarriles norteamericanos se construyeron igual que los británicos por ingenieros ingleses, que pensaron que era una buena idea ya que permitiría usar locomotoras de la madre patria.
Las medidas de 4 pies y 8,5 pulgadas eran precisamente las mismas que utilizaron quien construyeron los tranvías en Gran Bretaña y las primeras líneas del ferrocarril siguieron con la pauta establecida sin pararse a pensar en nada más. Pauta que también se había seguido anteriormente con los constructores de carros quienes se encargaron de construir los tranvías sin modificar tan siquiera las herramientas elegidas para los montajes.
Da la casualidad de que los caminos de toda Europa estaban marcados por las roderas de los carros y cualquier otra medida hubiese causado la rotura de los ejes de las carretas. Y esas rodadas quedaron así marcadas desde los tiempos de los romanos, de tal forma que se simplificaba el desplazamiento de las legiones cargadas con todos sus pertrechos.
Evidentemente los caballos tiraban del carro de guerra de los romanos . Los animales debían de galopar uno al lado del otro por lo que tenían que tener la suficiente separación para no molestarse. Con el fin de mejorar la estabilidad del carro, las ruedas no debían coincidir con las pisadas de los caballos y, al mismo tiempo, no debían estar demasiado separadas para no causar accidentes cuando dos carros se cruzaban en el camino.
En conclusión (según la teoría de Nordon) la separación entre los raíles del ferrocarril norteamericano (1,4 metros) viene determinado porque 2.000 años antes, en otro continente, los carros romanos se habían construido en función de las dimensiones del culo del caballo.
Pues sí Elena, la canción, como ya he comentado anteriormente, acompaña de maravilla unas fotos que casi todos conocemos y que no hacen del todo justicia a la realidad de estar frente a lugares tan maravillosos.
ResponderEliminarPerdona por no haberlo comentado, pero la primera pintura no es de Gatteschi, pues los dibujos de este fueron no coloreados. Te aconsejo visionarlos de todas maneras porque son tremendamente evocadores.
Un saludo.
Carlos, me busco a ver si me habías respondido y compruebo que no está mi comentario... agradecido y nostálgico por tu espléndido paseo romano (con la reivindicación del libro de Indro Montanelli, que fue una ancha puerta para algunos), en el que mepermitía sugerir el punteo de Rafael Alberti en su "Roma, peligro para caminantes...".
ResponderEliminarEn fin, a ver si ahora hay suerte.
Me admira cómo en unos pocos párrafos has sintetizado tanta información. Yo estuve por primera vez en Roma la primavera pasada en viaje de fin de curso con un grupo nutrido de alumnos. Estuvimos tres días, pero bastaron para quedar hechizado por una ciudad que sin parecerme hermosa como París, ni cosmopolita como Londres, sí me dio la impresión de poseer un alma cincelada sobre cada una de sus piedras y monumentos, de la que carecen aquéllas. Fíjate que una de las cosas que más me admiraron fueron los pinos próximos al Colisseum, porque me evocaron, entre otras cosas, la música que les dedicó Ottorino Respighi, y ésta, a su vez, las imágenes de Fantasía, la película de Disney. En fin, que la contemplación de los pinos logró que artes distintas y momentos distintos quedasen unidos por un mismo motivo, la presencia majestuosa de esos árboles altísimos en una ciudad más majestuosa aún.
ResponderEliminarAna, supongo que Montanelli fue un descubrimiento para aquellos que se adentraban por primera vez en una historia rigurosa y nada complaciente, lejos del cartón-piedra que nos mostraba el cine.
ResponderEliminarUn abrazo.
Juan Manuel, con Roma (como pasa con tantas grandes ciudades) parece que cuentes lo que cuentes, siempre te quedas con la idea de que no has llegado a explicar ni la mitad de lo que pretendías. Aludo encima a un período que ha dado tanto, que la tarea de sintetizar algo a través de los paseos se hace muy ardua, por ello agradezco que lo valores bien.
ResponderEliminarEl detalle de los pinos no es menor y parece que hayan acompañado a Roma en toda su historia.
Un abrazo.
He disfrutado la entrada como una niña.
ResponderEliminarMe he perdido contigo en la amada Roma, en Villa Adriana y en Ostia Antica (veo fotos, señal de que fuisteis, ¡bien!), he soñado con los lugares que nos muestras y recordado su historia.
También, siempre tan completo, has hecho mención a dos series excepcionales: "Yo, Claudio" y "Roma", de HBO. Ambas no tienen desperdicio y la última la tengo como un auténtico tesoro (todavía recuerdo cómo no podíamos dejar de ver episodios hora tras hora).
¿Qué decir de Roma, amigo Carlos? Todo me parece poco, porque la llevo en el corazón. Como tú, allí me siento cómoda, a gusto, hablo italiano, me gustan sus contrastes, su cadencia..., todo. He estado tres veces, y bastantes días cada una de esas veces, y no descarto más, que nunca quedo saciada de ella.
Gracias por esta hermosa entrada y un beso.
Isabel, yo se que tu eres un poco romana de espíritu y que todo el arte que allí tienen te tiene un poco atrapada. Ya ves, compartimos mucho de Roma pues veo que te has empapado de la ciudad eterna.
ResponderEliminarRespecto al vídeo, no tenía claro si debía subtitularlo (porque la historia narrada lo merece), pero al final me decanté por dejarlo virgen y quien lo desee (entre los que no dominan la lengua catalana)que busque su significado.
Un abrazo.
Te sales: ¡Vaya entrada!
ResponderEliminarEncargo ahora mismo una estatua tuya escala 3:1 en mármol de Carrara para poner en el salón de casa. Bueno, mejor escala 1:1 que tú ya eres muy alto (y más hoy) y los pisitos de hoy en día no están diseñados para ornamentaciones de tal envergadura.
Ave Carlos.
Pero que me la hagan con modelo griego clásico de los pies al cuello por favor. También acepto ofrendas que son malos tiempos para la lírica.
ResponderEliminarAve Jose.
A mi me costó dos viajes. No tiene justificación clara, lo se.... En mi viaje de novios, en mi primera salida en mi vida fuera de España, fui a Roma y Florencia. El caso es que Florencia me dejó tan absolutamente cautivado que Roma me pasó bastante desapercibida. Habitualmente al vovler decía"Si, Roma esta bien, pero te voy a contar acerca de Florencia...".
ResponderEliminarAños después cuando volví con calma y monograficamente, me di cuenta de mi craso (nunca mejor dicho) error. La ciudad me embrujó y me pareció que en ella latía una vibración que no se encuentra tan facilmente. No se si era su desorden, el caracter de los romanos o simplemente que estaba realmente descubriendo la ciudad, pero el caso es que es mi objetivo de viaje más próximo para volver a que la conozcan mis hijas.
Las novelas "Claudias" de Robert Graves son de las mejores novelas históricas que recuerdo haber leido nunca y la serie le hace justo honor. Montanelli fue una lectura de muchos años atrás para mi. Recuerdo que la disfruté como un salvaje en un ejemplar de calidad ignominiosa de la colección el Reno (500 páginas estrechas e incómodas porque venía con la "Historia de los griegos". No he regresado a Montanelli, pero veo que debería. Muchos de mis escritores preferidos han caído cautivados por Roma , unos han dejado testimonio escrito como Elizabeth Bowen en "A Time in Rome" (que desgraciadamente creo que no está traducido).
Asi que se deduce que tengo que volver pronto. LA verdad es que Italia me atrae en casi todas sus facetas y esta ciudad (con clima mejor que el que padecen ahora) es una maravilla.
Necesito que lleguen ya los meses de los emperadores para tomarme un tiempo de relajo.
Bueno Oscar, es que Florencia impacta como le pasó a Sthendal. Yo todavía recuerdo cuando llegué por primera vez a Florencia; girar una calle y encontrarme de sopetón con la fachada del Duomo fue algo imborrable.
ResponderEliminarEs muy exacto, en Roma se siente una vibración especial más allá de todo el arte que te encuentras. Sé que tu eres más de Londres (una de mis carencias que espero subsanar muy pronto, empezando por el libro de Aykrod que me aconsejaste y que ya poseo), pero a mí Roma me atrae de una forma inexplicable. Me siento en mi propia casa.
Si hay un libro clave en mi historia de la lectura, ese fue el de Robert Graves y con eso lo digo todo. Montanelli, como ya he comentado, fue un excelente animador cultural con sus libros y esos dos no pierden un ápice de vigencia. Pero a tí que te gusta descubrir nuevas lecturas, no te pierdas el novísimo de Robert Hughes. Este autor ya me atrapó con "Barcelona", algo insólito teniendo en cuenta que yo he devorado mucho material sobre mi ciudad y creía que un autor extranjero no me podía sorprender. Por si vuelves a Roma, ese es tu libro.
Un saludo.
Pues la verdad es que he estado echandole un vistazo al libro por Internet y tien una pinta excepcional. Me recuerda a la organización explicativa de Ackroyd. Me lo he pedido ya, vamos.
ResponderEliminarQue si el clima del julio romano lo permite, este año voy a comer al Trastevere
Eres un crack Oscar. No se te escapa uno. Y puestos a recomendar no te olvides de visitar los jardínes de Bomarzo (sí los de Múgica Laínez)que están muy cerca de Roma. Un festín cultural.
ResponderEliminarPreciosa canción la del Els Manel. Siempre es grato recordar la Roma Imperial, sus ruinas, y esa aura de belleza decadente y literaria. Aquí en España, podemos “respirar” lo “romano”, (que no la ciudad de Roma) por casi por toda la geografía, excepto en el País Vasco, ya que como apunta Theodor Mommsen en su impresionante Historia de Roma, no pudieron los romanos colonizar. Villa Valeria, Itálica, Cartagena, Ségobriga, Merida… estamos lleno de lo romano.. Pero no sólo hemos heredado el calendario de la Roma antigua, ni tampoco sólo la mayoría de las normas jurídicas que a través del Codigo Napoleonico aun hoy, en el año 2012, nos regulan muchas de nuestras relaciones con la propiedad, con nuestros conciudadanos, con nuestros vecinos y con nuestra familia….. Lo que es más importante, es que Constantino “sometió la civilización occidental” al imperio del Cristianismo con el Edicto de Milan allá por el año 313 (¿)después de en un sueño que dijo tener y donde vio en el cielo una cruz…ayudado en esa visión por su queridísima madre Elena.... Legiones de de santos y normas de conducta salieron de ahí y perduran. …Roma y La Iglesia están ligadas desde entonces… el Poder y la Iglesia desde entonces no se han separado. Persiste el olor a incienso entre la ruinas , cúpulas y campanarios… …. especialmente por el Sur…
ResponderEliminarNo deja de ser curioso sin embargo, que hoy , año 2012, sean los descendientes de los “barbaros del norte” que hicieron caer a los romanos, lo que gobiernan y dirigen Europa, y que fuera un alemán, Lutero, un cristiano no romano, quien abriera a la libertad otra dimensión.
Roma es una ciudad importante y bella y es hermoso Carlos visitarla a través del video de Els Manel que hoy traes a tu Bolg. Es “todo un ambiente” que hemos visto en películas como “La Dolce Vita”, “la Strada”, y demás de Rosellini, Fellini, De Sica, Jose Quintero o William Wyler recorriéndola en vespa. Ahora se ve menos… el cine italiano parece ha decaído…. una pena. Atenas también es una gran y bella ciudad. Tanto o más que Roma en mi opinión.. En ella se inicio la Razón, el pensamiento, el primer poema..…… Sus ruinas nos hablan de otro esplendor… .y sin embargo hay que ver por dónde anda actualmente …. Los turistas las disfrutaremos tanto a una como a la otra.., no cabe duda… pero sus historias no dejan de ser algo melancólicas….
Si ya digo yo que este blog se enriquece con aportaciones como la tuya Nicolás.
ResponderEliminarEn esta entrada quise diferenciar con claridad la historia de la Roma imperial de la pre-cristiana que empezó a gestarse con fuerza a partir de Constantino. Esa es para mí otra Roma y aunque todavía Juliano el apóstata intentó recuperar la Roma pagana, el poder del cristianismo se había asentado de tal manera (esencialmente gracias al edicto de Nicea) que ya no hubo vuelta atrás.
Creo que en general la influencia positiva de la romanización ha sido mucho más interesante que la cristiana (la excepción clara sería en el arte). Pero aunque no pretendo discutir sobre religión cristiana, se hace evidente que a lo largo de la historia el cristianismo y Roma como su estandarte, han ostentado un poder perverso que ha repercutido mucho en nuestra cultura.
Me gusta ese apunte tuyo sobre la curiosa historia de que sean los pueblos bárbaros e invasores de Roma quienes ostenten el poder en la actualidad, mientras latinos y griegos han pasado de influyente base cultural a pozo de nuestras miserias. Quizás el valor de nuestra cultura ya no es lo que era y los sabios griegos ya no tienen el mismo peso (no hablamos sólo del destierro sufrido por latín y griego en nuestra enseñanza). Es punto para una reflexión.
Un abrazo.
P.D. Me alegra que te haya gustado la canción. Creo que es un texto muy hermoso, una canción de amor intemporal.
Carlos ya está aquí tu alumno más voluntarioso.
ResponderEliminarHe estado en Roma solo dos veces y sueño con volver pronto. La última vez llevé conmigo un libro de Pedro García Montalvo: "Las villas de Roma" y tuve ganas de quedarme a vivir allí.
De la historia de Roma me empapé y me enganché en un estupendo libro de S.I. Kovaliov, desde las tribus itálicas hasta la invasión de los bárbaros.
Volveré por tus clases con más tiempo -he de visitar a un buen número de amigos- sabes que disfruto leyéndote y que tenemos un no sé qué que nos hace disfrutar de las mismas cosas, hace unos días releí las Memorias de Adriano y acabo de confeccionar un catálogo con los pintores de la Capilla Sixtina.
El vídeo -imágenes y música- es magnífico, parece salido de la mismísima productora Thornton Films.
Un abrazo, profe.
Maestro, el vídeo es magnífico porque tiene la misma mentora que los tuyos (y pobre de tí que opines algo malo sobre el mismo).
ResponderEliminarDeberías volver a Roma, aunque sólo fuera por la buena mesa y mejor cultura. Italia, un lugar idóneo para un exquisito como tú. Deberías superar tu fobia a los aviones e irte a desayunar de vez en cuando a esos rinconcitos europeos.
Un abrazo y bienvenido.