Retornar a Stefan Zweig de vez en cuando es asegurarse
una lectura de calidad, de palabras bien punteadas y emociones sabiamente
dirigidas. Entre su abundante obra no es difícil encontrar textos donde las
palabras fluyen y los argumentos invitan al pensamiento, aunque bien es cierto
que unas cuantas de sus obras descollan por encima del resto porque se
aproximan a lo sublime. En cierto modo, este resurgimiento de la obra de Zweig
en España, que le está dando el reconocimiento cualitativo que no obtuvo en sus
mejores épocas, cuando no era visto más que como un envidiado autor de
best-sellers, tiene mucho que ver con el marchamo de calidad que ofrecen sus
narraciones. Y uno se pregunta si es que el nivel actual ha descendido tanto
que es necesario rescatar autores de amplia cultura con buen hacer literario o
es que con el paso de los años hemos aprendido a dejarnos seducir por la
melodía de sus textos, redescubriendo así a un auténtico orfebre de las
palabras. Me inclino a pensar que la calidad no tiene caducidad y que en un
momento u otro debe aflorar ajena a las modas, pues se convendrá que Zweig no
fue precisamente un experimentador de nuevas técnicas narrativas, sino más bien
un escritor harto convencional que destilaba pasión en su oficio.
Carta de una desconocida (1948) de Max Ophuls |
Juego de reyes (1960) de Gerd Oswald |
La última novela escrita por Zweig antes de suicidarse y
quizás la más querida y admirada de sus obras es Novela de ajedrez. Allí encontramos a un autor desencantado que ya
no ve salida a la tragedia humana que los nazis han desencadenado. Es fácil ver
el simbolismo de esta obra, pues el autor encaja con ese personaje central de
la historia que es el Sr. B, un culto vienés apasionado por el ajedrez que se
enfrentará en el tablero a un ser
racional y frío, símbolo de la poderosa Alemania; la tradición y la
caballerosidad frente al arribismo y la mecanicidad. En sus poco menos de cien
páginas, Zweig construye una narración perfecta y un estudio psicológico de
gran profundidad, donde pasión y obsesión se intercalan de forma dramática.
La historia que el Sr. B cuenta al narrador sobre su
aprendizaje del juego del ajedrez es el eje central de toda la obra y ejerce
tal poder de seducción sobre el lector que se acaba entrando en el mundo
interior de un personaje abocado a la esquizofrenia. Su sufrimiento es el nuestro
porque se entiende su obsesión, que es su única tabla de salvación y a la vez ayuda
a comprender un poco mejor a Stefan Zweig, quien siempre bordeó la débil línea
que separaba la pasión de la obsesión.
Celebro tu regreso, Carlos.
ResponderEliminarY que lo hagas con un escritor imprescindible.
Abrazos renovados!
Gracias Ana. Ya tenía ganas de escribir algo, aunque este año estoy un poco perezoso. De todas maneras se amontonan temas en mi cabeza y lecturas.
EliminarUn abrazo.
Interesante entrada, Carlos. La historia de la recepción de Zweig en nuestro país sería desde luego digna de estudio. A juzgar por el número de reimpresiones de sus obras (véase catálogo de la BNE), durante los años 40 y 50 lo más popular de su producción fueron las biografías, aunque también algunas de sus novelas, como "Carta de una desconocida", gustaron mucho; incluso, se registran numerosas ediciones de una obra hoy casi olvidada: "Brasil, país de futuro". Durante las décadas siguientes, fue decayendo su estrella, aunque siguieron vivas en el catálogo de Juventud determinadas biografías, como la de María Antonieta y la de María Estuardo, casi relegadas a las estanterías juveniles. Su recuperación como autor literario es muy de agradecer, sobre todo porque les ha dado a innumerables lectores la oportunidad de conocer, entre otras, esas joyas de las que nos hablas. Quizá la sabia mezcla que consigue entre un estilo depurado y un delicado tratamiento de las emociones en lo temático sea una de las claves de su éxito prolongado.
ResponderEliminarSí Elena,yo también lo conocí a través de la editorial Juventud que publicó casi todo lo suyo. Y Acantilado ha visto un filón y le ha salido la jugada de maravilla. Me gustaría saber como le va por el resto del mundo en la actualidad, por si sólo es un fenómeno de aquí. En todo caso, sus obras se merecen este reconocimiento.
EliminarUn saludo.
A mi me encanta también como ensayista. Su ensayo sobre Montaigne es modélico y La lucha contra el demonio (sobre Holderlin, kleist y Nietzsche) sencillamente excepcional.
ResponderEliminarMe alegro de leerte de nuevo, Sr. Tusitala.
Pues sí, como ensayista también lo borda. Un hombre de gran cultura y admirador de los grandes creadores y personajes de excepción, a los que dedicó grandes trabajos.
EliminarA mí también me alegra su vuelta Sr. Barbusse.
Un saludo.
Como siempre despiertas en mí las ganas de salir corriendo con lo puesto a una librería a ver si por casualidad estuviera, no sea que por casualidad la lista interminable de cosas por hacer me pille y se desvanezcan el encanto. Te cuento que por aquí era, no sé ahora, uno de los escritores favoritos de las señoras cubanas ya entradas en años y que esto me lo hizo ver como un escritor folletinesco, reconozco mi ignorancia que ya fue saldada con tu otra entrada sobre Zweig.
ResponderEliminarLástima que allí lo tengáis más difícil para encontrarlo en castellano. Ya tienes algo pendiente para cuando vuelvas.
EliminarLo de Cuba puede entenderse por el lado pasional de Zweig.
Abrazos.
Como muy bien dices, Zweig es garantía de calidad. Aunque suene cursi, leerlo es volver a casa, a una literatura magistral escrita con pasión, pero que no cae jamás en el sentimentalismo.
ResponderEliminarLas pocas veces que me ha deceopcionado es cuando ha situado sus novelas en tierras más exóticas, como en "Los ojos del hermano eterno", o "El candelabro enterrado", que me parecieron bastante fallidas. Todo lo demás que he leído de él, que ha sido bastante (¿habrá alguien que lo haya leído todo?; fue un autor increíblemente prolífico), me ha dejado siempre un recuerdo imborrable. Pero además, como dice Barbusse, como ensayista es también extraordinario, y como biógrafo, otro tanto. EN fin, que ya no fabrican autores así.
Un abrazo.
Ya sabía que eras admirador de Zweig pues he leído todos sus comentarios sobre algunas de sus obras. Me faltan todavía muchas y por lo tanto mucho bueno por leer. Las biografías son asignaturas pendientes, pero pronto lo remediaré.
EliminarUn abrazo.
Hay pocas lecturas que haya disfrutado tanto como su biografía de Balzac. ¿Y quien no ha disfrutado con "Carte de una Desconocida" y su correspondiente -y genial- adaptación cinematográfica?
ResponderEliminarEstoy deseando hincarle el diente al tomo de noveñas de Zweig que ha publicado Acantilado.
Un saludo!!
Señor Wolfville, ese tomo de Acantilado es una delicia. Espero que pronto hagan una recopilación con sus relatos cortos, porque sus precios van minando poco a poco y mejor es tenerlos todos juntitos y algo más económicos. Y ¡que viva Zweig!.
EliminarUn saludo.
Sería muy injusto decir que rescatamos a Zweig porque el nivel literario actual ha descendido, aunque es cierto que rescatamos a Zweig y me atrevería a afirmar que el nivel literario actual ha descendido. Prefiero pensar, como tú, que la calidad acaba aflorando. Zweig es de los que juega en la liga de la literatura universal, no sólo en la de los mejor vendidos, ya sean actuales o de todos los tiempos.
ResponderEliminarAbrazo.
En este caso la labor de rescate era fácil. Digamos que a nadie le cabe ya la menor duda de que Zweig es un grande y yo sólo puedo confirmarlo. Espero que sea de tu agrado si te lanzas con la "Novela de ajedrez" por ejemplo.
EliminarUn abrazo.
Y en cuanto a su convencionalidad, le encuentro ciertos paralelismos con Brahms.
ResponderEliminar