miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un cajón de cuentos (XIX): Ondina de Friedrich de la Motte Fouqué


La evolución mitológica de las sirenas desde su forma de monstruo con cabeza y pecho de mujer y cuerpo de ave hasta trocar éste por uno de pez de larga cola va pareja a su transmutación de un ser perniciosamente seductor en busca de víctimas a otro más melancólico y erótico, pero igualmente cautivador. En la Edad Media, la sirena se convierte en un personaje muy atractivo debido a su atemporalidad y su no pertenencia completa al mundo de los humanos. Paracelso la cita en su Libro de las ninfas, sílfides, pigmeos, salamandras y de otros espíritus – inspiración directa para la obra de Fouqué- y el arte se encarga de representarla en capiteles, pinturas, sillerías y otras manifestaciones artísticas como motivo de la tentación y la perdición a la que se ve abocado el ser humano, algo ya presente en las obras griegas clásicas de Homero o Apolonio de Rodas. En la mitología germánico-escandinava, el equivalente a las sirenas son las ondinas, que suelen habitar en manantiales, lagos y ríos.
Y es en el contexto de la literatura germánico-escandinava donde reaparece el mito de la ondina-sirena como tema recurrente del Romanticismo. En la búsqueda de las raíces populares, el cuento se recupera como género literario y se diverge en cuento popular —de transmisión oral sin autor conocido— y cuento de autor —composición en base a una historia o leyenda popular—. Según Novalis, el cuento constituye el único género capaz de reconstruir una imagen de la perfección futura a partir de una edad de oro pasada, donde los hombres vivían en armonía con la naturaleza. Asimismo se recupera el espíritu de una religiosidad primigenia, como bien apunta José Rafael Hernandez Arias: “La prioridad que dio el Romanticismo al sentimiento y a lo espiritual provenía de una mirada religiosa. Safranski tiene razón cuando habla del Romanticismo como una continuación de la religión con medios estéticos (…) El bosque, la noche, lo mágico y maravilloso, el demonio, la muerte, la locura, los sueños, las experiencias místicas, estos motivos aparecen una y otra vez en las obras del Romanticismo, obsesivamente, acompañados de una crítica de la vida urbana como corruptora de la naturalidad del ser humano y de una transfiguración del mundo medieval en el que se cree encontrar una fe verdadera”.
En consecuencia, partiendo del género cuentístico y recuperando esa fe mística religiosa, la ondina se presenta en la literatura como el sueño romántico de la inocencia e ingenuidad primitiva. Tenemos variados ejemplos de ondinas y sirenas en la narrativa de esta época, como la celebérrima La sirenita  de Hans Christian Andersen, que es una variante infantil de ese amor no correspondido. Mucho menos intenso que el de Andersen y con la ondina como ser maléfico capaz de alejar a los enamorados, es el cuento de La ondina del estanque, recopilado por los hermanos Grimm. Quizás uno de los mejores cuentos de Oscar Wilde sea El pescador y su alma, pues trata dos temas fantásticos de forma excepcional: la sirena enamorada y el hombre sin alma o una variante del doble. Es curioso destacar que en España también existen dos ejemplos post-románticos, uno debido a Gustavo Adolfo Bécquer que en Los ojos verdes nos transmite la trágica historia de un gentilhombre seducido por la belleza de un ser que habita en un manantial. Por otro lado tenemos la historia de La ondina del lago azul de Gertrudis Gómez de Avellaneda, donde un joven soñador se ve atrapado por una supuesta habitante del lago. La historia tiene una explicación racional, pero abre las puertas a lo sobrenatural para quien decida creer.
Pero sin duda el relato más extraordinario concebido sobre estos seres es la Ondina de Friedrich de la Motte Fouqué. De sus libros, parece que sólo se siguen leyendo sus dos relatos más largos, el que nos ocupa y La mandrágora, aunque en su tiempo fue uno de los escritores más populares de esa segunda hornada de genios románticos alemanes. Fouqué fue uno de los íntimos de Hoffmann, con quien se reunía en torno a las tertulias literarias que éste celebraba en compañía de otros amigos como el escritor Adelbert von Chamisso, bajo el título de “Orden de los Serafines” y que más tarde pasarían a denominarse “Hermanos de San Serapión” –veladas recogidas por Hoffmann en su recopilación cuentística de Los hermanos de San Serapión-. Cabe recordar asimismo que sería Hoffmann el encargado de convertir esta narración en una ópera con libreto de Fouqué.
La historia relatada en Ondina  es de una belleza cautivante. En ella se transmite todo lo apuntado sobre el misterio de la fe y la naturaleza. La existencia libre y salvaje de Ondina choca con el correcto comportamiento cristiano representado por la figura del sacerdote, pero al que todos los demás personajes se atienen. La parte no humana de Ondina tiende a aflorar a pesar de obtener el amor deseado, mostrando así el autor la atracción que siente el ser humano por aquello que se relaciona con el más allá y el temor a sus consecuencias. La rivalidad surgida entre las dos mujeres del relato simboliza esa dualidad entre la norma social y el individuo en comunión con la naturaleza que pregonan los autores románticos. Un mundo fantástico se entremezcla  con el real y consigue atraparnos el misterio de esos seres que pueblan el bosque y el lago, las evocadoras descripciones paisajísticas de Fouqué nos trasladan a un mundo de fantasía medieval contrastando la serenidad  y vitalidad de la vida en la naturaleza con la tristeza permanente que emana  de la vida en el castillo y la ciudad. Como cualquier historia de ondinas, todo tiende hacia la tragedia, ya que ese estado no humano no tiene cabida en un mundo que censura lo inexplicable. Pero la belleza de este texto parte de ese canto al primitivismo y la irracionalidad, donde la naturaleza se incorpora a la vida de los seres humanos y donde las palabras sugieren y evocan mundos casi oníricos.

15 comentarios:

  1. Una voluntad de búsqueda, la añoranza del paraíso perdido, el amor como conducto a través del cual puede alcanzarse el misterio... Qué pretensión tan distinta a la de las obras presentes que han ido recuperando la escenografía medieval romántica y el tema del monstruo, limitándose a un enfrentamiento entre el bien y el mal que bien podría tener como referente nuestra propia época sin necesidad de evocar tiempos pasados, quedando el amor como elemento meramente secundario o de adorno. Los románticos no crearon una etiqueta cursi, como se tiende a pensar, sino que, tal como demuestras en esta entrada, usaron de la literatura para denunciar lo que ya entonces preocupaba y mucho, y que al cabo ha traído estos lodos que nos ensucian los pies y el alma.

    ResponderEliminar
  2. Exacto Juan Manuel, el pasado recuperado en la actualidad no parece ser más que una mera novelización de la historia (siempre existen excepciones muy honrosas), pero el romanticismo conlleva mucho más ya que su estética no es superficial. Odio también esa etiqueta que popularmente viene emparentada con el romanticismo y por supuesto adoro la pintura y la música generada en esa época.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Yo creo que todas los falsos estereotipos y simplificaciones del romanticismo son una consecuencia necesaria del hecho de que, posiblemente, ningún otro movimiento ha tenido tanta y tan duradera repercusión. Ni el realismo, ni el existencialismo, ni el naturalismo, por mencionar unos pocos, pueden compararse al romanticismo en cuanto a la influencia que sigue teniendo en nuestra sociedad. No sé si eso es bueno o malo, pero en mi opinión es así.
    Dicho eso, el mito de las ondinas, sirenas, rusalkas y otras criaturas es absolutamente fascinante, como lo es el modo en que lo has presentado.
    Un abrazo y feliz fin de año.

    ResponderEliminar
  4. Magnífico comentario…magnífico, Carlos. Es curioso que lo publiques el 28 de Diciembre…! el día de los inocentes !... A mí me ha dado que pensar esa coincidencia… y también, sobre la inocencia perdida y asediada en cualquier estadio de la Historia y en cualquier cultura……. Las ondinas, las sirenas…..cuanta belleza y ensueños escondidos hay en ese imaginario que desde Ulises, atado al mástil, deseaba oír sus cantos cantos incomunicables. .. cada persona, creo, oye sus sueños perdidos o por realizar, en esos cantos de sirena que adquieren diversas formas literarias, culurales y personales...……Wagner las canta inocentes, alegres y bellas en un mundo de inocencia y verdad anterior al poder y la necesidad -lo útil - que el nibelungo representa… “lo romántico” es un estado del alma que “a veces” tiene que ver algo con” el Romanticismo”…. J.S. Bach, por ejemplo, creo yo, no podía ser un Romantico de fecha y genero, y sin embargo, sus dos Pasiones, creo que son de lo más “romántico” que en música se ha escrito… y oyéndolas con atención (no hace falta “devoción”) lo que se escucha y experimenta son las raíces de lo más humano que aún permanece.

    Un abrazo Carlos, y “ondino”(?) y feliz año 2012.

    ResponderEliminar
  5. La verdad es que yo también adoro este cuento. Y de los seres mitológicos creo que son uno de los más interesantes. Mencionas a Andersen y yo recomiendo a mucha gente que relea el cuento de "La Sirenita", no ninguna de sus adaptaciones. Allí vemos como Disney, una vez mas nos engaña. Andersen narra la transformación de la sirenita en persona como algo extremadamente doloroso, una mutación antinatura. El dolor que padece la sirena cuando su cola se parte en dos para generar unas piernas es sobrecogedor. Por si hacen falta pruebas, veamos la escena de las sirenas de Peter Pan de Disney (¡Dios mio, ese Peter diciendo "Hello, girls"¡)

    http://www.youtube.com/watch?v=YnFABHlw-U8

    Y ahora la adaptación cinematográfica de Peter Pan, mucho mas interesante y cercano al modelo real de las sirenas cautivadores que como comenta Peter, te ahogarían si pudieran:

    http://www.youtube.com/watch?v=DA_UubjXWi0

    En cualquier caso desconfío de las sirenas "buenas", muchas son como bien dices, una alteración romántica de la sirena. Y es que eso de poner de "malas " a las mujeres (aunque tuvieran cola de salmón) no les iba a los románticos.

    Muy interesante la entrada. Voy a tener, definitivamnte, que releer a Becquer.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. Sabías que Cristóbal Colón en su diario cuenta que pudo ver una de esas criaturas, aunque él la describe como un ser más bien feo. El caso es que para muchos marineros la visión de esas criaturas no auguraba nada bueno.
    Que disfrutes los últimos días de vacaciones tú que puedes.

    ResponderEliminar
  7. Estoy contigo Niño Vampiro en que el romanticismo sea el movimiento de mayor influencia artística global que haya existido. Banalizarlo con estereotipos es de mentes estrechas, por lo que se hace necesario un mejor conocimiento del movimiento. Apelo aquí a la experta en la materia que es Ana Rodríguez.
    El mito de la sirena, ondina o rusalka abarca todas las artes. Grandes composiciones musicales y pictóricas se suman a la larga tradición escrita.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  8. Lo cierto Nicolás es que no he caído para nada en lo de los santos inocentes.
    El imaginario de Ulises y los cantos de sirena es algo muy potente en nuestra cultura. Adoro esa evocación y recojo la idea que sugieres al respecto como muy original.
    No se si Bach suena romántico, pero en todo caso suena muy profundo.
    Gracias siempre por tus acertados comentarios Nicolás. Abrazos.

    ResponderEliminar
  9. Oscar, es que el cuento de "La sirenita" se debe leer (en realidad deberíamos leer atentamente a Andersen). Es un relato realmente triste al que no le hace honor ninguna adaptación disneyana (comparto contigo y con tantos otros la indignación que producen la mayor parte de adaptaciones de Disney, con mensajes tan masticados y evidentes). Como siempre aportas más datos de interés, al traernos los dos fragmentos de sirena en Peter Pan.
    En correspondencia aquí te traigo otros dibujos animados: "Simbad y la leyenda de los siete mares", donde se aprecia una buena versión de las sirenas encantadoras que pueden hacer perder la razón a los marineros. Esta versión está desprovista de diálogos, pero se debe prestar atención a la maravillosa música que envuelve la escena.
    http://www.youtube.com/watch?v=C49S9Sj8RtE&feature=related
    Un abrazo Oscar.

    ResponderEliminar
  10. Bueno Anabel, es que en un principio las sirenas no tenían ese aspecto que el romanticismo nos ofrece. Desde la evolución mitológica griega (pájaros con torso y rostro de mujer) hasta la sirena más encantadora ha habido evolución y en ese intermedio se encontraría durante la época de Colón. En todo caso siempre han representado la belleza femenina en su aspecto más seductor y destructivo.
    Nos vemos pronto.

    ResponderEliminar
  11. He comprado Carlos a raíz de la lectura de tu entrada sobre Ambrose Bierce , su "Diccionario del Diablo", que como comente no lo conocía. Un verdadero disfrute.... y no me resisto a copiar su "definición" de SIRENA.."...Figuradamente, cualquier señora altamente prometedora, con inefables objetivos y un comportamiento decepcionante".....Sueños y principio de realidad...Cantos prometedores que al final resultan ser, segun algun "experto", el múgido de focas monge.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Nicolás, ya veo que lo estás disfrutando. Es una lectura para ir sorbiéndola poco a poco y cualquiera de sus definiciones se adapta a motivos de nuestra época porque tienen un valor universal.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Estupenda entrada que no sé por qué razón me había pasado inadvertida hasta ahora, precisamente a mí que siempre he gozado dejándome seducir por el canto de las sirenas a pesar de sus consecuencias supuestamente nefastas.
    No conozco la ópera de Hoffmann, pero enseguida me ha venido a la mente la de Offenbach basada en sus cuentos fantásticos y en la que el propio autor aparece como protagonista, una de mis favoritas.
    Tipos polivalentes y brillantes estos románticos.
    Sin duda hay un romántico en ti, buscador de tusitalas, y hoy encantador de sirenas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. No habrías oído bien el canto de las sirenas Jose (que no Ulises).
    Al parecer la ópera de Hoffmann es casi imposible de conseguir, pero a cambio las óperas y ballets basadas en sus obras son de lo mejorcito (Cascanueces, Coppelia...)

    ResponderEliminar
  15. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar