lunes, 25 de julio de 2011

Biblioteca viajera


 Siempre he entendido que el viaje es conocimiento. Para el ser humano, recorrer nuevos espacios significa abrir las ventanas de la consciencia, apercibirse de la amplitud de todo lo ignorado y con actitud inquieta, intentar aprehender la experiencia de lo vivido. En los tiempos que nos ha tocado vivir, la mayoría no pasamos de ejercer de simples turistas que, en el mejor de los casos, intentamos emular a ese apasionado viajero descubridor de antaño y sucumbir cual Stendhal ante la belleza que nos rodea. La época de los exploradores y descubridores finalizó a principios del siglo XX, aunque aún reservó algunos coletazos para algunos intrépidos aventureros que se resistían a perder ese espíritu, que desde siempre ha sido motor en el desarrollo del ser humano. 
Aceptando nuestra condición de cómodos viajeros, con capacidad para controlar cualquier sobresalto que nos depare la travesía, ya sólo nos queda la experiencia del viaje y la capacidad de sorprendernos ante lo visto y vivido, lo cual no es poco. Y pienso que la mejor manera de enriquecer nuestra experiencia es recogiendo visiones ajenas que permitan reflexionar, conocer y disfrutar del lugar antes, durante y después para poder integrarlo a nuestra percepción y así convertir el viaje en esa fuente de conocimiento a la que aludía en un principio. 
Probablemente sea Venecia uno de los paradigmas de ciudad para turistas y viajeros desde hace siglos, pues no en vano fue cuna de Marco Polo, el arquetipo del viajero definitivo en nuestra cultura. Esta ciudad, que guarda mucho de su poderoso esplendor marítimo, parece una reliquia que se deleita en su crepúsculo al mirarse reflejada en sus canales, una ciudad que atrae miles de turistas al año, atrapados por el cliché de lugar donde el amor romántico todavía es posible. Pero por suerte la Serenísima ofrece mucho más, algo que no puede pasar inadvertido a quien esté dispuesto a entregarse a su serena belleza, como no le pasó a Chateaubriand que, en los años finales de sus Memorias de ultratumba, evocó el sublime encanto de una ciudad anclada en su pasado: “En Venecia hay suficiente civilización para que la vida encuentre en ella sus delicias. Lo fascinante del cielo evita que exista la necesidad de una mayor dignidad humana; una fuerza de atracción exhala de estos vestigios de grandeza, de la huella de las artes de que se está rodeado. Los restos de una antigua sociedad que produjo tales cosas, llenándonos de indiferencia por una sociedad nueva, no os dejan ningún deseo de futuro. Os gusta sentiros morir con todo cuanto muere a vuestro alrededor”. 
Y coexistiendo con la visión más romántica de la ciudad, existe una literatura que busca la mirada oscura de los canales, como recordando que Venecia fue asolada por la muerte que trajo la peste –un hecho todavía muy vivo para los venecianos que aún mantienen como una de sus fiestas más importantes la del Redentore, celebración que guarda relación directa con el agradecimiento por el final de la epidemia-. Para ello las lecturas de relatos como Nunca vayas a Venecia de Robert Aickman, La noche de Cagliostro de Jose Mª Latorre o No mires ahora de Daphne du Maurier, permiten imaginar el lado más sombrío y enigmático de la ciudad de los canales. 
Claro que visitar una ciudad también requiere conocer su historia, sus lugares y sus personajes. Llevar una guía descriptiva puede ser útil para situarse, pero cualquier mente curiosa necesita embarcarse en un viaje de descubrimiento, de conocimiento e incluso de apasionamiento por el lugar que te muestran los sentidos. Además de avanzar en el callejeo de la ciudad con un par de guías sencillas pero aclaratorias, un buen libro para entender la ciudad ha sido Venecia de Casanova de Félix de Azúa, guía cultural de un período singular de su historia que me ha permitido acercarme a la ciudad en toda su complejidad. 
Pero en Venecia lo que uno debe hacer principalmente es callejear, perderse en su enrevesado entramado, siempre con los sentidos bien dispuestos y hasta el agotamiento, porque la característica que mejor define a esta ciudad es ese continuo de canales y callejas dispuestos como el más intrincado laberinto ideado por Borges. Los laberintos venecianos se convierten en la alegórica y desesperada búsqueda de la sensualidad y la belleza encarnada por Tadzio en La muerte en Venecia de Thomas Mann: “Una tarde, siguiendo las huellas del hermoso, se perdió en el dédalo interior de la ciudad enferma. Incapaz de orientarse, pues las callejuelas, canales, puentes y plazuelas de aquel laberinto se parecían demasiado entre sí, incapaz de determinar siquiera los puntos cardinales, sólo cuidaba de no perder de vista la figura que tan ansiosamente perseguía; y viéndose obligado a tomar ignominiosas precauciones , como era avanzar pegado a las paredes u ocultarse detrás de los transeúntes, tardó mucho en advertir la fatiga, el agotamiento que su deseo y la tensión continua habían provocado en su cuerpo y en su espíritu”. 
Y es que allí donde la Commedia dell’arte floreció, donde el carnaval embellece a sus gentes entre máscaras misteriosas, burlescas o grotescas o donde la góndola se convierte en el sigiloso vehículo que permite a Venecia ser una ciudad única por su silente cautela, allí también se abre una ciudad ideal para los más pequeños, capaz de obsequiarles con historias tan maravillosas como Los gondoleros silenciosos de William Goldman que permiten atraparlos en su inabordable misterio. Es probable que pocos hayan percibido la belleza como la pudieron sentir los antiguos Dux venecianos apostados junto a los ventanales de su admirable palacio, observando el incomparable marco ofrecido por el gran canal y la laguna y constatando que el poder, oscuro como evidencian las mazmorras que ocultaban ese esplendor en el subsuelo del palacio, puede no estar reñido con la serena hermosura veneciana.

25 comentarios:

  1. Casi tan fascinante como la propia Venecia es la ingente cantidad de literatura que ha generado esta ciudad tan particular. Me anoto en especial los libros de Daphne du Maurier y de Félix de Azúa. A mí me gustaron mucho también el de Peter Ackroyd y el de Joseph Brodsky, "Marca de agua". Aunque soy consciente de que la lista podría ser inacabable...

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  2. Ciudad única la de Venecia, que ha generado páginas y páginas de literatura.
    De los libros que citas, guardo un recuerdo muy grato de "La muerte en Venecia", de Thomas Mann. Una novelita deliciosa donde el autor recoge toda la desolación de una Venecia laberíntica junto con la desolación de un hombre entrado ya en años. (Creo que se nota que Thomas Mann es uno de mis novelistas preferidos).

    En sí misma, la ciudad de Venecia es para mí un egregio cadáver. Hermosa y decadente, está asfixiada en su propia belleza, una belleza que acabará con ella misma. Húmeda en extremo, se sostienen sus inmuebles gracias al turismo, pues la vida allí, la de sus habitantes, es esencialmente la comercial.
    A pesar de todo, pocas ciudades son tan hermosas como ésta.

    Un abrazo, querido Carlos.

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  3. No soy muy dado a las alabanzas, pero debo felicitarte por la entrada que has hecho tan cuidada en cuanto al uso del lenguaje. A uno le sigue fascinando la expresión concisa de las ideas, y en ese sentido hay que admitir que lo haces francamente bien, Carlos. Al margen de eso, me gusta que incidas en que hay que callejear las ciudades, perderse, descubrir por uno mismo lo que tienen de bellas pero también su lado canalla, mezclarse, ir al cine, al teatro, frecuentar sus parques, no limitar nuestra estancia a los espacios cerrados y, aparte de a los museos y a sus edificios singulares, acudir con la mente y los sentidos abiertos a cuanto ocurra y se eleva y hunde en torno, porque es ahí, pienso, donde se halla la esencia que las hace únicas.

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  4. Muy cierto Elena, Venecia como otras tantas ciudades europeas, ha generado una ingente cantidad de literatura que desborda cualquier pretensión de ser riguroso al citarla. Por ello me he ceñido a historias cortas, pues son lecturas rápidas pero muy agradecidas. Un saludo.

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  5. Isabel, en un principio ni siquiera pretendía citar "La muerte en Venecia" por demasiado evidente, pero al releerla me doy cuenta de que nadie ha descrito mejor su laberíntico misterio (otrotanto con la sublime película de Visconti).
    Egregio cadáver,decadente, axfisiada, húmeda, comercial; todos los adjetivos le van a Venecia y sin embargo, su belleza se sobrepone y los oculta.
    Siempre tan acertada en tus comenarios. Un abrazo.

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  6. Gracias Juan Manuel, viniendo las alabanzas de ti son dobles. Me he dejado llevar por Venecia y algo se habrá contagiado.
    Callejear y mezclarse con los habitantes es la única manera que entiendo de conocer una ciudad. Lo otro no deja de ser mirar y embelesarse.
    Juan Manuel siempre tienes buenos apuntes a todo lo que se escribe, una mirada muy atenta. Un abrazo.

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  7. La verdad es que voy a decir algo que no podría demostrar, pero creo que de las ciudades europeas, solo Londres debe superar a Venecia en el número de obras literarias ambientadas en ella. Y además cuando la visité (visita express, de 6 horas, con viaje en coche desde Florencia con vuelta en el día) lo único que pude ver fue una masa de turistas que nos movíamos todos a una, como una riada. Seguro que los que pernoctan en la ciudad y pueden verla cuando la marabunta desaparece pueden ver algo que recuerda a la Venecia de "Las alas de la Paloma" o el libro que mencionas de Du Maurier. Como bien dice Elena, la lista de obras sería inacabable, así que lo dejo aquí.
    Estoy de acuerdo en que actualmente solo tenemos tiempo de ejercer de turistas (a veces, como en mi caso cuando fui a Venecia no llegué ni a la categoría de turista). En cualquier caso es fácil ver que es una ciudad tan diferente al resto sus estrechos puentes, el sonido permanente del agua en los canales, y la plaza (fue lo que más me impresionó, la Plaza de San Marcos).
    Quizá con ciudades e crecimiento casi imposible como esta, gran parte del atractivo es que parece imposible que la ciudad se modernice, que la veamos invadida de "Niketowns", Starbucks y otras megacadenas. Y de vez en cuando uno se pierde y llega a un canal solitario o a un rincón con una hornacina en la pared conteniendo una pequeña Virgen y uno entrevé lo que sería poder tomarle alguna vez el pulso de verdad a una ciudad como esta.
    Trato de transmitir a mis hijas desde siempre la importancia de viajar y conocer otras formas de vivir, otras formas de entender la misma realidad que nosotros vemos, para entender que no siempre lo nuestro es lo mejor...

    Enhorabuena por la entrada, Carlos.

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  8. Oscar, como ya has indicado, una visita tan rápida a cualquier ciudad no da para casi nada. Al acceder a lugares tan emblemáticos como la plaza San Marcos, no queda más remedio que dejarse arrastrar por la marea humana a partir de cierto punto. Aún así, el impacto de lugares tan mágicos te hace olvidar todo lo demás. Confieso además que quise acercarme allí después de alojarme, pero dos circunstancias embellecieron el momento: accedimos cerca de la medianoche después de avanzar y retroceder en el aludido laberinto y además descubrimos el fenómeno del "acqua alta", es decir que tuvimos que atravesar parte de la plaza con los pies descalzos debido a la subida de la marea con luna llena.
    Aún siendo Venecia una ciudad turística, es muy fácil encontrar rincones semidesérticos donde poder apreciar su belleza, sus gentes y especialmente su silencio (quizás una de las características más sorprendentes de la ciudad, pues siempre asociamos urbe a ruido). Siempre me habían hablado de ciudad excesivamente turística, con malos olores permanentes y sucia. Los prejuicios del viajero-turista son actitudes de las que huyo y por ello me empeño en demostrar lo equivocados que suelen estar ese tipo de turistas que nunca suelen sacar nada interesante de los viajes, excepto fotografías, visitas de urgencia a los lugares emblemáticos, frugales comidas típicas y una altivez prepotente y provinciana sobre las gentes de otros sitios.
    Al presentar esta entrada, pretendía asimismo remarcar lo importante que es para mí conocer los lugares visitados a través de las experiencias de los otros y de los mismos pobladores, la posibilidad de viajar con todos los sentidos abiertos. La experiencia me ha demostrado que no estaba equivocado. Gracias por tus aportaciones y por ese librito que ha convertido algunas noches en recuerdo imborrable para nuestros pequeños. Un abrazo.

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  9. No sé si sois muy aficionados a la novela policíaca. Yo, cuando estoy muy saturado de lecturas en principio más profundas, me echo al coleto un buen trago de literatura negra o de policías, y entre la serie que más me satisface y embriaga se halla la creada por Donna Leon, escritora americana afincada en Venecia desde hace años, y creadora de un personaje de los que se recuerdan como entrañables: el comisario Brunetti. La imagen que ofrece de la ciudad, a través de los ojos del comisario, no tiene desperdicio, y recomendaría, para empezar, si estáis interesados, la novela que se titula Acqua alta.

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  10. Yo si que leo bastante novela negra (Ahora la tengo un poco abandonada), pero he de confesar que de Donna Leon conozco el nombre y su asociación con la ciudad de Venecia. Tedré que corregirlo. Ahora estoy reaciamente con Dorothy L. Sayers, que es muy recomendable.

    Carlos: me alegro de verdad de que os haya gustado el libro. Leerlo en la propia ciudad tiene que ser especialmente bonito.

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  11. Lo de reaciamente es un error del autocorrector ortográfico, al que tendré que vigilar de cerca. Imagino que quise poner recientemente o algo similar.

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  12. Creo que ninguna recomendación bibliográfica está completa sin la "Fábula de Venecia", de Hugo Pratt. Es magistral. He estado varias veces en esa ciudad -la primera cuando tenía 18 años-, y algunos de mis mejores recuerdos quedaron luego asociados a viñetas de ese cómic.

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  13. Juan Manuel, la novela negra es un escapismo fundamental (o la de aventuras). No he leído al personaje de Brunetti, pero sí he visto en imágenes algunas de sus adaptaciones. Creo que todos agradecemos la lectura que nos brindas para sumar y seguir con la ciudad. Un saludo.

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  14. Oscar, al leerlo por primera vez me dí cuenta de que era ideal para que los chicos disfrutaran la ciudad de otra forma. Nos estuvimos imaginando la esquina Plaff y la taberna de los gondoleros allí por donde pasábamos y a tenor de los gondoleros que escuchamos cantar, puedo asegurar que ya no se canta como entonces. Saludos.

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  15. Ricardo, tienes mucha razón. Estuve ojeando después la "Fábula de Venecia" y una guía sobre el maravilloso Hugo Pratt y su personaje en la ciudad, pero al final no quise introducir más textos. Por suerte, tu aportación subsana mi error y nos trae otro documento más, en este caso de un ilustre veneciano. Saludos y gracias por pasarte por aquí.

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  16. Fascinante ciudad y muy enriquecedora entrada.
    Tengo que volver sin el atuendo de turista.
    Un buscador de tusitalas no podía ser un mal viajero.
    Un abrazo.

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  17. Ya sabes Jose que no dejamos de ser meros turistas, pero quizá nos distingue el interés verdadero por vivir, gozar y enriquecerse con el viaje. Para ello, tener conocimientos previos ayuda. Seguro que tu lectura veneciana habría sido estupenda, a tenor de tus valores como arquitecto y buen aficionado musical (ese Luigi Nono que leías, estoy seguro que nos hubiera dado muchas pistas sobre su ciudad). Abrazos.

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  18. Gran entrada y grandes comentarios, vive Dios. Mi experiencia en Venecia es muy limitada, visita apresurada de unas horas, San Marcos, viaje en vaporetto. Cuando vuelva, pasaré allí la noche y callejearé, en busca de experiencias estéticas.
    Lo que más recuerdo es ir caminando para llegar a la iglesia de la Salute. Bueno, no había casi nadie en la Salute, lo cual demuestra hasta que punto es fácil separarse de la masa, que tiene una cohesión molecular más grande de lo que pudiera aparentar así de cerca, viendo a las moleculas distribuirse por las tiendas de "souvenirs".

    Ahora mi recomendación sobre dos cuentos de terror de ambiente veneciano, escritos por el L.P. Hartley, el autor de la gran novela "El mensajero". Se trata de "Podolo" y "Dos o tres para cenar" y se pueden encontrar en la antología de Bruguera "Las mejores historias siniestras". El primero me parece una obra maestra del terror. Ocurre en un escenario curioso, un islote desierto cerca de Venecia, en el que no se puede encontrar gran cosa aparte de basuras matojos y gaviotas, al que llegan unos ingleses decididos a hacer un picnic, empujados por esa propensión atávica a extender manteles de cuadros en los lugares más insospechados. Otro rasgo loable de la raza, el amor a los anímales, desecandenará el horror... Por cierto que ese islote, Podolo, yo creo que no existe, se creó en la calenturienta mente del escritor.
    El segundo de los cuentos es más tradicional, más propiamente veneciano e inferior.
    Un saludo, Nethescurial

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  19. Nethescurial, paso a leer inmediatamente los dos relatos de Hartley en "Las mejores historias insólitas", pues ahora que tengo la visión del espacio me ayudará a situarme.
    Gran idea la tuya sobre la masa turista equiparada a las moléculas que se agrupan y desprenden según el lugar. Por obligación me atrapó esa masa informe en algún momento, pero la vida como molécula libre fue maravillosa. Un saludo.

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  20. Eso, eso, insólitas, no siniestras. A ver que te parecen.

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  21. Manuel, en realidad más siniestra que insólita la primera. Pocas palabras bastan para construir un escenario terrorífico en un espacio apacible, recordando aquel memorable relato de Shirley Jackson titulado "Los veraneantes".
    He aprovechado el libro para leer al mordiente y brillante Saki en "El narrador de fábulas". Genial. Saludos.

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  22. Me encantó la Venecia de las máscaras y la relación de esta ciudad con el teatro y en especial con la Comedia del Arte, de la que soy una gran admiradora. Hasta los niños se aprendieron los nombres de sus personajes. Nos faltó eso, ir caminando por las calles y de repente en una plaza o campo encontrarnos con una representación mágica, pero a cambio encontramos cientos de callejuelas laberínticas, algunas de ellas sin salida. Y si dejamos rodar nuestra imaginación, éstas podían haber sido el fatal escenario de alguien perseguido por un enmascarado en mitad de la noche, tal vez la muerte?. Me imaginaba también la peste avanzando por las calles de Venecia y esos grandes palacios que podían aparecer en cualquier lugar, en la calle más recóndita, de repente una fachada que nos indicaba que allí debió vivir alguien importante. Me quedo con el silencio de sus calles sin coches y con el deseo de que la próxima vez nos encontremos con un veneciano amable que nos cuente otras historias de la ciudad.

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  23. Yo me quedo con tus evocadores recuerdos y tus ganas de sorprenderte. Gracias a tu interés por la búsqueda de personajes de la Comedia dell'Arte, pudimos descubrir esa pequeña tiendecita donde un apasionado pintor nos mostraba sus encantadoras obras, con una obsesión casi enfermiza por esos personajes teatrales.
    Los relatos que he presentado hablan claramente de la muerte que envuelve el laberinto veneciano.
    El silencio, como ya comentamos, ha sido uno de los aspectos más sorprendentes de la ciudad, algo que a los urbanitas nos choca tanto. Pero también el gusto de saborear la ciudad con ese vino frizzante tan evocador.

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  24. He leído otro gran cuento de lo sobrenatural ambientado en Venecia. Lo que pasa es que está en francés, y no me consta que haya sido traducido al español, aunque quien sabe.
    Se trata de "La corne de corail" (el cuerno de coral) de Marcel Brion, famoso crítico de arte y narrador entusiasta de todo lo fantástico. Es un cuento de 1943, y se puede encontrar en sus "Constes fantastiques" pero mucho más baratos en la antología de varios autores "La dimension fantastique" de Barbara Sadoul, tomo tres. Una maravilla llena de anhelo de evasión, sea al pasado, sea al espacio, sea donde sea, pero allá lejos.

    Nethescurial

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  25. Gracias por la información Net. Rebuscando en las antologías he visto que hay tres cuentos fantásticos de Brion traducidos en "Narraciones terroríficas" de Acervo (vol. 7 y 8). Les echaré un vistazo a ver que tal.
    Saludos.

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