Si existe un mito
literario capaz de englobar y representar lo que significa el arte de contar
historias ese es, sin duda , el personaje de Sherezade dentro de una obra tan
legendaria como Las mil y una noches.
Sherezade simboliza la pureza de lo narrativo que hace frente a las
adversidades por medio de la fantasía y de la invención de un mundo imaginario
que nos evade de lo cotidiano y nos permite soñar.
Sherezade explica
breves narraciones a la manera del cuento popular o folklórico. Su fuerza
parece residir en el aspecto oral, en la capacidad de adornar y recrear
historias ejemplares. Es un personaje que ejemplifica a la perfección los
antecedentes del cuento literario como símbolo de ese narrador anónimo que sabe
recoger todas las tradiciones en forma de ejemplos, fábulas o proverbios. Pero
es ciertamente con la aparición del cuento como una forma de narrativa breve a
partir del siglo XIX que podremos hallar una fuerza creativa insospechada en este
nuevo género. La evolución desde entonces será imparable y la mayoría de
grandes autores lo cultivarán sin ningún tipo de reticencias.
Y a pesar de todo
parece que el cuento sigue considerándose todavía un género menor, aunque sólo
lo sea en tamaño. Es probablemente ese uno de los motivos por el que la
literatura fantástica se ve menoscabada por una incomprensión que la juzga como
un tipo de literatura inferior, ya que el fantástico se mueve mucho mejor en el
relato corto o como diría Cortázar: "el cuento, como género literario, es
un poco la casa, la habitación de lo fantástico".
Así es que, desde mi
pasión por la búsqueda de grandes contadores de historias o tusitalas, cuando
encuentro un autor actual que es capaz de defender el cuento, el género
fantástico y la tradición de los narradores
puros me confieso desde ya mismo acólito suyo. Y es por ello que una vez leídos
Todos los cuentos de Cristina
Fernández Cubas, me descubro ante una de las mejores narradoras que he tenido
oportunidad de leer en mucho tiempo. Una escritora que ha sabido asimilar la
oralidad heredada de la tradición popular, convenientemente aderezada por una
capacidad extraordinaria para utilizar multitud de recursos narrativos.
Y es que las
historias cortas recogidas en estas cinco colecciones de cuentos, más un relato
solitario -perteneciente a un libro homenaje a Poe de varios autores-, nos
muestran a una narradora que se siente muy a gusto en el fantástico sugerido.
La manera de introducirnos en un mundo perfectamente cotidiano, con personajes
creíbles y situaciones corrientes hace que el elemento fantástico o extraño
aparezca muy diluido y se acepte sin más como parte de la historia. Así, el
fantasma puede ser una persona que no cumple con los cánones o características
que debería tener un aparecido o el misterio de algo mágico en la infancia
puede dejar de sorprendernos en la edad adulta al ser racionalizado. Muchas
veces tan sólo es el desasosiego de las situaciones creadas lo que provoca
extrañeza e inquietud y, de hecho, no todos sus cuentos son fantásticos estrictamente,
aunque las situaciones de ensueño y las sensaciones que viven los personajes
entran de lleno en un territorio difuso.
Pero no debemos
confundirnos y pensar que el territorio fantástico sólo se puede abordar desde
una narración en permanente tensión y con una gravedad que invite a pensar que
para creer en elementos extraños debemos ponernos serios, pues de lo contrario
nadie será capaz de asimilar lo que se pretende que interioricemos. Cristina
Fernández Cubas demuestra que el humor también hermana bien con el fantástico y
así en Helicón juega irónicamente con
el personaje a la manera de Jeckyll y Hyde, mientras en El moscardón nos propone un divertidísimo y tierno acercamiento a
la vejez, entrando en la mente ensoñadora de una vieja que se va despidiendo
del mundo. Como no puede ser menos, el territorio de la infancia tiene un papel
preponderante como lugar mágico y libre de prejuicios, espacio único para el
desarrollo de la imaginación como en la historia de Mi hermana Elba, en Los
altillos de Brumal o en La ventana del jardín. Y así hasta 21
historias sorprendentes, todas ellas con una calidad altísima en fondo y forma,
representativas en el más estricto sentido de aquello que llamaríamos el arte
de contar historias.
Absolutamente de acuerdo, Carlos. También disfruto con los cuentos de Cristina Fernández Cubas, y son ya muchos años frecuentándola. Nunca decepciona esta magnífica narradora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Imaginaba que el buen gusto estaba muy a tu vera. Gran narradora para aprender buenas maneras.
EliminarUn abrazo.
Esta mujer, como autora de cuentos al menos, es una de mis debilidades. Sus novelas no me gustan. Leí la primera una vez había leído muchos de sus cuentos. Y lo hice como quien tiene un tesoro desconocido en las manos, porque si las novelas eran igual que los cuentos... Y no lo fueron, para mí no lo fueron. Quizá sea sólo cuestión de gustos. O quizá es que los cuentos me gustaron demasiado.
ResponderEliminarLuego tiene otro libro muy curioso, Cosas que ya no existen, en que a partir de varios capítulos, que pueden leerse como cuentos, va desgranando recuerdos personales dispersos. Es como si se pusiera a contar sin plan premeditado (y no es así, puesto que es un libro tan cuidado como cualquiera de sus obras) y tirando del hilo va pasando de una cosa a otra, hasta cerrar el capítulo volviendo al inicio. Desde sus recuerdos infantiles en Arenys, la hermana muerta, otros personajes de su adolescencia, sus viajes a Argentina y centroamérica, o cuando estuvo estudiando árabe en El Cairo. No sé si soy objetivo con Cosas que ya no existen, sólo sé que ese librito me atrapó de una forma inusual.
No citas Mundo, que es uno de sus relatos preferidos. Una parábola de las leyendas que se van formando en toda sociedad; de qué forma el mito se mezcla constantemente con la vida.
Cierto, cierto Ramon. Como cuentista me parece una de las mejores voces en la literatura hispana actual, pero no te puedo rebatir respecto a sus novelas. Su libro de memorias lo tengo en el punto de mira, pues por lo que se comenta parece tan excelente como sus relatos.
EliminarNo cito "Mundo" ni tampoco muchos otros. Es verdad que ese relato contiene mucho de lo mejor de la literatura de Cristina, pero en verdad no he encontrado ningún relato que no me atrapara.
Saludos.
Mundo es uno de sus relatos preferidos... por mí. Quedaba ambiguo. Sorry.
ResponderEliminarEl nombre de Cristina Fernández Cubas lo he visto y oído en incontables ocasiones, y nunca le he prestado atención. Me siento como un cateto, que aprecia lo escrito a dos mil kilómetros de aquí, y no sabe apreciar lo que tiene al lado. Además, no soporto los escritores "mediáticos" y Cristina, desde luego, no lo es, lo cual debería haberme acercado a ella. En fin, nada que no tenga remedio. De hecho, hoy mismo, tras leer tu entrada, he cogido este libro en la FNAC y lo he hojeado. ¡Qué buena pinta tiene! Gracias por animarnos a esta lectura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Niño vampiro, voy a confesar que yo hasta ahora andaba como tú. Había escuchado su nombre, pero nunca la situaba correctamente (incluso ignoraba que fuera catalana). Leyendo alguna entrada de su amiga Ana Rodríguez que por aquí se pasa y algún comentario muy elogioso en algún foro, me dije que mi ignorancia no debía resistirse más. Además, como bien dices, era una autora poco mediática y que aunaba parabienes entre crítica especializada y público. Pues eso, un descubrimiento de gran calibre que sí recomiendo encarecidamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido Carlos...
ResponderEliminar¡Cuánto celebro esta entrada tan necesaria como valiosa!
A Cristina, algunos la descubrimos en un tomito minimalista (pero plateado) de una de las colecciones míticas de la primigenia Tusquets... "Los altillos de Brumal".
Sólo quiero añadir a las recomedaciones varias otro libro menos comentado de CFC, "El año de gracia" (Tusquets, 1985), en que retoma un tema o un mundo axial del universo literario, el robinsonismo, en el que, contradiciendo lo previsible -no quedan ierras incognitas- un joven ¡seminarista! traductor del griego y del latín... se aventura.
Abrazos!
Ana, te debo el conocimiento de Cristina y por tanto agradecidísimo te quedo. Los más despiertos, supísteis descubrirnosla en su momento y darle el valor que merecían sus historias.
EliminarPrecisamente conseguí hace un par de semanas ese librito que mencionas en los encantes (¡como no!). Ya lo tengo en la pila de futuros.
Abrazos.
Leí a Cristina Fernández Cubas hace unos años y recuerdo que sus cuentos me dejaron una sensación extraña, entre fascinada y perpleja. Luego la olvidé, supongo que a causa de ese desconocimiento que existe sobre ella por el hecho de no ser autora mediática, o porque las lecturas se amontonan unas sobre otras y a uno le empieza a fallar la memoria y el buen gusto. Pero, ¡sorpresa!, a partir de este año sus libros Mi hermana Elba y Los altillos de Brumal son lectura obligatoria para los alumnos de bachillerato, y me he reencontrado con ella de modo inesperado y feliz. Al releer sus cuentos, he recuperado las mismas sensaciones de antaño y, movido por la curiosidad y el deseo de conocer más obra suya, estoy leyendo Cosas que ya no existen, que, tal como se apunta más arriba, merece la atención tanto como los cuentos.
ResponderEliminarBueno Juan Manuel, lo primero agradecer de nuevo tu siempre acertado paso por aquí. Lo segundo felicitarte por los éxitos de tu blog educativo.
EliminarMe alegra mucho eso que nos comentas. ¡Esos dos libritos míticos como lectura obligatoria! Es una gran elección y estoy seguro de que los alumnos se descubrirán ante esta gran narradora. Y además se hace justicia a una autora que se da poco a conocer, a pesar de ser una de las grandes.
Un abrazo.
http://lagunabrechtiana.blogspot.com/2011/03/cristina-fernandez-en-lima-nuevamente.html
ResponderEliminarMuchas veces me he preguntado cómo podía salvar Sherezade el pescuezo ante sultán tan malvado como ese Shahriar que desposaba a diario una virgen y mandaba decapitar a la del día anterior. Tú nos dices que su fuerza parece residir en el aspecto oral y todo me queda un poco más claro.
ResponderEliminarMagnífica entrada. Me hubiera gustado aportar alguna cosa interesante, pero permíteme suplir con humor mis ignorancias literarias.
Haré por conocer a Cristina Fernández Cubas si así la recomiendas, incluso sabiendo inequívocamente que su fuerza parece residir en el arte de contar historias.
Abrazo.
Bueno Jose, yo no estaba allí pero me hubiera gustado escuchar detrás de la puerta a Sherezade. Me conformo con leerla e imaginarla.
ResponderEliminarTus comentarios siempre son interesantes aunque no lo prentendan (y bienvenidos).
Este libro sí te lo recomiendo de todas todas. Un buen rato de buenas historias.
Abrazos.
Querido Carlos....
ResponderEliminarCon retraso... sepas que, nada más ver tu entrada, le mandé un correo a Cristina. A la mañana siguiente, con gran puntualidad, me contestó que... cosas así le alegraban el día. Así que gracias ati (más atinado y constante que yo). Abrazos!
Ana, te agradezco que le hagas saber a Cristina lo mucho que aprecio sus palabras. Y a ver si con esos ánimos nos regala más momentos de prodigiosa literatura.
ResponderEliminarAbrazos.