La Europa del desarrollo y el progreso de finales del siglo XIX sostuvo su fuerza económica gracias al avance del modelo colonialista, claro que este sistema de imperialismo colonial supuso para el extenso territorio africano un retroceso incuestionable que todavía se perpetúa, al sustituir el sistema esclavista por una civilizada explotación de recursos humanos y materiales. Pero si hemos de contabilizar el drama soportado por los habitantes indígenas de dicho continente, ninguno parece comparable al trágico destino padecido por la maltrecha población del Congo Belga, ya que, bajo el mandato del supuesto filántropo y benefactor Leopoldo II de Bélgica, se perpetró uno de los genocidios más execrables y desconocidos de la humanidad.
Ahora, gracias a la encomiable labor de Ediciones del Viento, se han recuperado por primera vez en español cuatro documentos básicos que atestiguan esta sobrecogedora historia. Recogidos bajo el título de La tragedia del Congo, encontramos la carta dirigida al rey belga redactada por el pastor norteamericano de raza negra George Washington Williams, uno de los primeros en denunciar el drama que se estaba gestando en esa colonia de propiedad particular. También descubrimos el documento completo que elaboró el cónsul británico Roger Casement en 1903 durante su viaje por la zona, un testimonio estremecedor que al mantener un tono oficial y descriptivo refuerza su dureza. Este informe se convirtió en un verdadero acicate contra la política de explotación infrahumana que había tejido el soberbio rey belga y consiguió despertar al resto de naciones que se mantenían inoperantes. El tercer escrito, narrado por Arthur Conan Doyle en 1909, se nutre de los anteriores y de algunos relatos verdaderamente escabrosos para convertirse en la narración histórica de todo lo acontecido en el Congo y en una denuncia firme y contundente de la situación. Por último, tenemos el panfleto de Mark Twain titulado El soliloquio del rey Leopoldo, un escrito donde el genial autor muestra con toda su carga irónica la arrogancia y egolatría del monarca.
La historia de explotación indiscriminada y brutal exterminio de la población congoleña ha sido silenciada largamente. Los numerosos testimonios de misioneros, la encomiable labor de la Asociación para la Reforma del Congo que encabezó Casement y los numerosos documentos gráficos consiguieron que las naciones que habían otorgado un poder casi ilimitado al rey belga y su maraña de empresas tomaran cartas en el asunto, aunque el mal ya estaba hecho y la repercusión futura era innegable. El sistema organizativo perpetrado a conciencia por Leopoldo II para explotar un territorio tan amplio con la intención de recoger caucho y otras materias estaba basado en la más indiscriminada violencia: población obligada a trabajar para el Estado en penosas condiciones, destrucción de poblados enteros, miles de amputaciones, asesinatos y raptos, consentimiento del canibalismo entre las tropas de salvajes asesinos indígenas. Quedaba claro que la civilización había traído su porción de barbarie.
Pero además, todo este mundo fue el origen de una de las narraciones maestras del siglo XX: El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. El autor vivió su propio descenso a las tinieblas del alma humana cuando en 1890 se embarcó como marino a sueldo de la Sociedad para el Comercio del Alto Congo. Las experiencias de Conrad en aquel país durante unos meses se convertirían en el material que daría origen a su celebérrima obra, ya que muchos de sus episodios son una traslación directa de sus vivencias en el Congo y el capitán Marlow un alter ego del escritor. Lo más curioso es que durante su estancia, Conrad conoció y trabajó con Roger Casement que por entonces estaba a sueldo de la Compagnie du Chemin de Fer du Congo y que se convertiría en la única experiencia positiva que el autor extrajo de su aventura africana.
De su breve paso por el Congo dejó constancia literaria en dos obras. Un breve cuento titulado Una avanzadilla del progreso, donde se relata el proceso de desquiciamiento mental al que llegan dos agentes comerciales enviados a un remoto rincón del Congo; un tema que enlaza directo con aquellas palabras que el doctor encargado de la revisión médica de Marlow le dirige a éste, para recordarle que lo más importante de su tarea es estudiar los cambios que se producen en el interior de las personas enviadas a aquellas latitudes. Pero sin lugar a dudas, el texto fundamental que recoge esta experiencia es El corazón de las tinieblas, que pudiera pasar por un alegato anticolonialista, pero que se erige fundamentalmente en una exploración de la vulnerabilidad del alma humana. El horror que Conrad entrevió se transmuta en la novela que “trasciende la circunstancia histórica y social para convertirse en una exploración de las raíces de lo humano, esas catacumbas del ser donde anida una vocación de irracionalidad destructiva que el progreso y la civilización consiguen atenuar pero nunca erradican del todo. Pocas historias han logrado expresar de manera tan sintética y subyugante como ésta, el mal entendido en sus connotaciones metafísicas individuales y en sus proyecciones sociales” en palabras de Vargas Llosa, quien precisamente dedica su última obra, El sueño del celta, a glosar la figura de Roger Casement.
El supuesto proceso civilizador europeo en África se convierte en una historia de barbarie y mentira en esta obra. La búsqueda de Kurtz es un viaje directo al horror y una introspección del alma a través de las vivencias y sensaciones que transmite el capitán Marlow. Una obra narrada en formato de aventuras que por su hondura se escapa de las interpretaciones herméticas.
Querido Carlos, me encanta que hables hoy de esta novela fascinante que es "El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad. Su lectura me apasionó y me impactó al tiempo. Es uno de esos libros que no dejan indiferente y es preciso bucear en esas tinieblas sin miedo para sacarle todo su jugo, como tú has hecho, y la prueba es esta magnífica entrada.
ResponderEliminarBesos a raudales.
Hola, Carlos. La de Conrad es una de mis novelas favoritas y me ha encantado leer tu texto sobre ella. Un saludo.
ResponderEliminarOtra de las grandes. Me refiero a la novela y a la entrada. Y van...
ResponderEliminarDesconocía la aportación de Ediciones del Viento. Me lo anoto. Siempre pierden los mismos.
Un abrazo, profe.
P.S. ¿Recuerdas a Marlon Brando en Apocalypse Now?
Agradezco que siempre seas tan generosa conmigo Isabel. El texto merecía una relectura en profundidad y estos materiales complementarios me lo han proporcionado.
ResponderEliminarAbrazos.
Bueno Leo, este libro no sólo es lectura favorita de muchos sino que me parece una obra capital de la literatura, tan sencilla en su forma y a la vez tan rica en significados. Saludos.
ResponderEliminarLa novela es muy grande y la entrada le rinde pleitesia. Bucear en la historia que subyace ha sido apasionante y triste a la vez.
ResponderEliminarRecuerdo momentos clave de la película y la actuación de Brando es uno de ellos. Debo recuperarla inmediatamente.
Un abrazo maestro.
Es curioso como funciona el lenguaje. Leí el texto que citas de Twain, y a través de él, de su atractivo estilo periodístico, de cronista mordaz, sin contemplaciones, te haces una idea bastante aproximada de la catadura del personaje y de las atrocidades cometidas por los belgas en el Congo.
ResponderEliminarY también he leído a Conrad, despacio ( no hay otra manera posible) y aunque su historia es ficción y el lector no tiene porqué saber nada del contexto histórico o social de lo que se cuenta, uno se quema en el infierno con cada palabra que lee, más allá de lo que puede llegar a describir Twain.
No sé si me explico
Muy interesante ese libro que citas de Ediciones del Viento; desconocía los textos de Conan Doyle y Mark Twain, estoy segura de que valdrán la pena. El corazón de las tinieblas es, efectivamente, estremecedora, aunque como dice muy bien El Pobrecito Hablador, lo más importante no es dónde esté ubicada, sino su estudio del alma humana.
ResponderEliminarEl corazón de las tinieblas es, en mi opinión, uno de los libros del s. xx. Creo que es de esas obras que, desgraciadamente, siempre es de actualidad: siempre hay alguna monstruosidad parecida desarrollándose en algún rincón del planeta.
ResponderEliminarComo recuerdas en tu estupenda entrada, la crueldad del infame Leopoldo no tenía límites. Una de las costumbres de sus colonizadores era la de amputar un brazo a los esclavos poco sumisos. Desconocía lo del canibalismo.
Y Apocalypse Now es, a mi juicio, un ejemplo de lo que debe ser una adaptación al cine de una obra literaria. Inspirarse en ella para desarrollar una historia que refleje un tema contemporáneo a la vez que inmortal. Y los grandes temas de la novela (¡el horror, el horror!, la locura...) siguen ahí, tratados de forma profunda, inteligente e impactante.
Un saludo.
Inncesario volver a subrayar tus aciertos.
ResponderEliminarConozco la estremecedora novela de Conrad, claro, y también su "Diario del Congo", y el viaje africano de Conan Doyle, pero no así lo de Twain y el otro autor que citas. Anoto la lectura pendiente. Abrazos!
El texto de Twain disecciona a la perfección al personaje y a tantos de igual catadura Hablador. El horror provino de los belgas y de su despiadado rey, pero también son cómplices unas naciones que le otorgaron poder y cerraron los ojos.
ResponderEliminarHablador te explicas perfectamente. Yo también he sentido que esta obra supera su contexto, aunque fuera necesario recordarlo.
Saludos.
Elena,los textos que se agrupan en "La tragedia del Congo" son complementarios, pero como he dicho esta obra tiene tal fuerza que supera todas las aproximaciones que pretendamos hacer sobre los vaivenes que sufre el alma. Un saludo.
ResponderEliminarNiño vampiro ya ves que comparto absolutamente tu valoración sobre este libro. Es cierto, tiene la capacidad de adaptarse a cualquier interpretación sobre la barbarie humana y por eso el fragmento de Vargas Llosa me parece tan certero. Otra interpretación crítica que me atrae es cuando Marlow entra en las oficinas de la Compañía y es recibido en primera estancia por unas mujeres tejiendo que evocan las Parcas de Virgilio y Dante a las puertas del infierno. Menuda imagen.
ResponderEliminarEl canibalismo parece ser que ya existía, pero la supuesta civilización no sólo no lo erradica sino que lo tolera para mantener el miedo en la población. El libro que cito tiene algunas fotografías que documentan todo tipo de amputaciones.
Y es bien cierto que las mejores adaptaciones cinematográficas son aquellas que saben recoger el tema de una obra, para trasladarlo a cualquier época y momento o al universo propio del cineasta. Apocalipsis Now es una de esas inteligentes traslaciones.
Un saludo
Siempre agradezco tus palabras Ana que son estímulo. Como sé que gustas de Twain, esta pequeña obrita es un gustazo por su inteligente ironía. El texto de Casement es un documento de carácter histórico, pero no literario y ayuda a esclarecer las causas del asqueamiento que sufrió Conrad después de unos meses en el Congo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Magnífica entrada, Carlos.
ResponderEliminarMe gustará leer en palabras de los grandes cómo se manifiesta la indignación que a los demás nos cuesta tanto expresar.
Las tuyas hoy, como siempre, enormes.
Pero sé que después me dolerá, porque soy de los que mira para otro lado y no se consuela pensando que es lo que hacemos casi todos.
Un abrazo.
No me sonrojes Jose, pues viniendo de ti la alabanza es doble.
ResponderEliminarLas palabras más grandes son las de Conrad que supo crear una obra maestra a partir de la miseria que constató.
No te preocupes porque no podemos vivir en constante indignación ante los dramas humanos, pero es necesario tener presente la historia para formar nuestro pensamiento y acción. Sin ir más lejos, hoy estaba visionando un "60 minuts" titulado "Kalandia, història d'un punt" donde se registraba durante varios años el tema de la construcción del muro que impide a la población palestina acceder a ciertos territorios y donde se constata que son tratados como animales tras la jaula. Rabia, indignación y constatación de que hemos cambiado muy poco en todos estos años.
Un abrazo.
Te he leído esta mañana y me he quedado tan embobado que un poco más y pierdo el tren por tu culpa (venga, a correr, vístete volando, sal dando un portazo... esas cosas, que siempre me entretengo con la prensa y algunos blogs con mi primer café, que es la manera que tengo a aquellas horas de reconciliarme con la vida).
ResponderEliminarVi una exposición sobre Conrad en Barcelona hace siete años o así. Es una cosa extrañísima: no recuerdo donde era, pero me fascinó. Yo creo que conseguí entrar tanto en su mundo que todo lo externo se borró. Y llegados a este punto debo decir que jamás he profundizado en ese mundo tan denso de Conrad. Sólo he leído su novela emblemática, que era la de la exposición. Y mi sensación fue la de tomar un licor muy denso, que sabes apreciar, pero que no es el licor que prefieres. Había momentos en que la lectura me daba, incluso, una cierta "mandra" que es ese sentimiento que jamás un lector serio debe confesar, aunque le asalte de vez en cuando (las imposturas de la literatura, ya sabes). No significa que no me interesara, no es eso: es lo que dije antes, el licor que se te hace extraño.
Pero ese microcosmos quedó grabado fuerte en mi mente y la exposición que te decía sirvió para darme cuenta de que aquello que no ponderaba en exceso, esa novela, en realidad me había marcado más de lo que creí en su momento.
Como siempre no sólo aprendo sino que me urge salir de repente a buscar tu recomendación. Un abrazo.
Bueno Ramon yo también he sentido a veces que no entraba en algunas obras que deberían ser capitales y es que la literatura, ante todo, debe ser gozo. Pero en este caso, sí he sentido que la obra de Conrad era una lectura con un discurso universal bajo una apariencia de narración de viajes. Un tercio final agobiante e inquietante como pocos. A veces son otros los mecanismos que te llevan a rememorar o valorar algo, como en tu caso fue esa exposición.
ResponderEliminarUn placer tenerte por aquí. Abrazos.
Viendo las visitas a mi blog llegué hasta aquí. Ya veo que compartimos amistades.
ResponderEliminarTenía pendiente hacer una entrada sobre este tema, ahora estoy muy liado y aún tardaría, pero te me has adelantado y magnífico adelantamiento.
El tema del Congo Belga es durísimo, Conrad lo expresó concreto con la expresión de la novela: "El horror, el horror". La colección de barbaridades es de tal calibre que marea.
Por otra parte leí recientemente la de Vargas Llosa y no desmerece nada; al fin y al cabo la fuente de ambos es el mentado Casement.
Saludos y si no te contesto no es grosería: voy muy liado y apenas atiendo mi blog.
Es una sorpresa muy grata verte por aquí Desclasado. Soy admirador irredento de tus artículos políticos, sociales y más (y de tu buen humor) y siempre que puedo los recomiendo o reenvío. Naturalmente espero ver esa entrada tuya sobre el tema para aprender.
ResponderEliminarEs bien cierto que Conrad lo expresó con tal claridad utilizando esas palabras que poco más se puede añadir. En todo caso, es bueno recordar otras fuentes no literarias que amplíen el tema de tan dramática historia.
Saludos.
Magnífica revisión de un tema que no debería olvidarse tan facilmente. Aun parece mentira que el rey de un país como Bélgica (sin pretender desmerecer a los belgas, es sólo que no les pegaba ese rey) tuviera el camino abierto para algo asi, sin que franceses, ingleses o alemanes le pararan los pies(también tendrían sus "cosillas" que barrer por ahi, pero lo del Congo Belga no tiene Nombre).
ResponderEliminarTampoco conocía y también te agradezco la referecnia a esta recopilación de textos. Del de Twain (y mira que me gusta) no tenía ni idea.
Repecto de la novela, creio que es una de las dos obras inmortales de Conrad. He de reconocer que con el paso de los años mi pasión juvenil por Conrad se ha visto algo mermada y algunas de sus obras hoy me aprecen un pelín aburridas ("Tifón" es infumable para mi). Pero esta obra y "El agente secreto" nunca faltarán en mi biblioteca. La leí antes de ver la película, gracias al cielo, porque esta película es de las que se te meten en la cabeza y luego nunca dejas de ver a los personajes del libro con las caras y gestos de la película.
Cualquiera que hable de esta novela tiene mi apoyo. Y si eres tu, dos veces.
Saludos.
Efectivamente Oscar, fue todo producto de un rey ambicioso como pocos que lo único que pretendía era enriquecerse sin reparar en los medios. Pero tanto sus súbditos como los países que permitieron ese genocidio durante décadas deben tener alguna responsabilidad al cerrar los ojos. Por cierto, lamentable la figura del recordado explorador Stanley.
ResponderEliminarLos textos de ese libro tienen valores diferentes. Estoy seguro que el de Twain te agradará porque está en su línea. El de Conan Doyle es, por supuesto, una narración tan bien llevada como nos tiene acostumbrados. Las otras son denuncias e informes y por lo tanto otro tipo de textos, pero impresionan.
Esta novela es una de las cumbres del siglo, no lo dudo. A "El agente secreto" le tengo muchas ganas, igual que a "Nostromo" o "Victoria".
Desde luego si el apoyo viene de ti, me siento doblemente halagado.
Abrazos.
Cómo para muchos de tus lectores que aquí comentan, Conrad es uno de mis escritores favoritos, así que me ha encantado tu entrada. Leo sus obras en pequeñas dosis pues quiero que me duren (me he leído ya "El agente Secreto", "Lord Jim", "La línea de la sombra" y, por supuesto, "El corazón de las Tinieblas") y me han dado ganas de releerlas ahora.
ResponderEliminarConocía el texto de Casement y la influencia que tuvo en Conrad, pero el resto de documentos me eran desconocidos, así que gracias por la reseña, lo investigaremos!
Por cierto, el Museo del Africa Central de Tervuren (al lado de Bruselas) (http://www.africamuseum.be/home) es muy interesante, los documentos y fotografías sobre la época de Leopoldo te dejan sin palabras.
Gracias por la lectura!
Pienso que Conrad es uno de esos autores esenciales que nos hacen más sabios cuando los leemos, gracias a los cuales creo que nos resulta más sencillo poder conocer el alma humana. Es un autor, además, que no necesitó alejarse de unos postulados plenamente literarios para denunciar realidades horripilantes, como ésta que cuentas. Más tarde lo haría Chaplin desde el lenguaje cinematográfico, y antes Goya desde el pictórico. Lo que quiero decir es que la fuerza de la palabra literaria puede ser tan poderosa como la de la mera crónica, si no más; pues de la crónica uno acaba olvidándose abrumado por tanta información posterior, mientras que la buena literatura perdura y nos hace revivir situaciones como la del Congo, que si no es por estos autores que mencionas es muy probable que hubiese acabado enterrada bajo el peso del tiempo, como tantas otras.
ResponderEliminarVeo Nit que eres una asidua lectora de Conrad del que todavía queda mucho por descubrir. Me aventajas, pero no dudes que recuperaré porque Conrad lo merece. El texto de "La tragedia del Congo" llegó a través de la vía indirecta de Vargas Llosa y su última novela y como uno es curioso, pues decidí que leería a Conrad y aquellos textos que completaban la lectura.
ResponderEliminarGracias a ti por la página que nos recomiendas para ampliar.
Sin duda Juan Manuel estas obras literarias de tanta fuerza han hecho mucho más por esas injusticias que cualquier texto de denuncia. En todo caso, los otros textos sólo sirven para historiadores mientras que, como bien dices, la literatura tiene más alcance y puede ayudarnos a recordar o, por lo menos, a iniciar ese recuerdo.
ResponderEliminarApuntes certeros los tuyos como siempre. Un saludo.
P.D. Me encuentro leyendo al Fowles que recomendabas, aunque se trata de otra de sus grandes obras.
Saludos, Carlos, y mi mas sentida enhorabuena por tu texto.
ResponderEliminarPaco
Gracias Paco y un abrazo de vuelta.
ResponderEliminarEl horror que Conrad acuño para siempre en su esplendida literatua, sigue dandose en Africa y especialmente en el Congo, Sierra Leona, Liberia, Dafur... y para que seguir. Ya no son reyes quienes lo ejercen, ni la violencia que lo recuerda es tan explicita y visual como entonces. Ahora las invisibles multinacionales que toman de Africa lo que es de Africa pero no para los africano la practican de otra forma. Ya se sabe:la violencia se puede decir de muchas manera. Africa intento salir de su larga Edad Media. Fanon, Lumunba y tros lo intentaron, y tambien se sabe como acabaron.
ResponderEliminarAndre Gide en 1925 en "Viaje al Congo", en "forma relato de hechos" durante un año, tambien mostro ese horror.
Tienes toda la razón Nicolás, pues el horror y la desgracia de un continente masacrado aún perdura. La huella dejada por el colonialismo es indeleble y por eso tan actual el texto de Conrad y otros. Ya no hace falta pisar el terreno para ejercer la maldad y nos lavamos las manos diciendo que son países libres y no colonias. Que triste devenir el del continente africano, cuna de la humanidad y desecho de todas nuestras miserias.
ResponderEliminarSaludos.