domingo, 13 de febrero de 2011

La Gran Guerra

El siglo XX inició su andadura con uno de los conflictos más crueles y devastadores que se han conocido en la historia de la humanidad, la denominada guerra total. Por primera vez, las potencias más importantes se enfrentaban en una guerra de objetivos ilimitados donde sólo se podía contemplar la victoria o la derrota total. Si hasta entonces las batallas de origen ideológico, revolucionario o expansionista habían finalizado con tratados o compromisos para evitar males mayores, aquí se trató de llegar hasta el agotamiento, sin ningún interés por las vidas humanas perdidas, que se convirtieron en pequeñísimas piezas del gran tablero de la muerte.
Estas reflexiones emanan del extraordinario libro que acabo de terminar, El miedo de Gabriel Chevallier. Se trata de las vivencias del ex-combatiente francés de la I Guerra Mundial, Jean Dartemont -alter ego de Chevallier-  en un itinerario que va desde su inicial alistamiento hasta el esperado armisticio final. Cuatro años de beligerantes acontecimientos resumidos en la certera palabra que da título al libro, pero acompañada por muchas otras que muestran su clara repulsa a esos años de juventud perdida.
El miedo es una lúcida reflexión sobre la guerra y sus consecuencias, una obra que no se para a analizar grandes batallas, personajes heroicos o todo aquello que se puede encontrar  en un manual al uso. A excepción de Erich M. Remarque en su conocida novela antimilitarista de Sin novedad en el frente -curiosamente ambas obras se llevan un año de diferencia y tratan el mismo tema desde la óptica de ambos bandos-, nadie se había planteado tan abiertamente el rechazo a la guerra desde dentro y, de hecho, esta obra fue escandalosamente olvidada durante años, llegándose a retirar a principios de la II Guerra Mundial por su evidente contenido pacifista. Leyendo El miedo, nos damos cuenta del absurdo de la guerra, de que este negocio pertenece  a unos pocos que hacen de su profesión un juego de estrategia donde las vidas humanas no tienen valor, pues en sus aterradoras descripciones nos muestra como los soldados son lanzados a la muerte, a ese territorio de nadie cubierto de cuerpos descuartizados y de infinitos agujeros producidos por obuses, un espectáculo de un dramatismo desgarrador. La guerra de trincheras se convierte en la guerra del miedo, donde los seres humanos se esconden en verdaderas ratoneras para evitar el permanente martilleo de la artillería pesada que atrona literalmente sobre sus cabezas durante largas horas -memorable la escena en la que el protagonista debe salir de su angosto escondrijo ante la lluvia de obuses porque sus tripas le exigen evacuar urgentemente-.
Esta obra, de un realismo sobrecogedor, constituye una minuciosa descripción del horror, pero también una meditación sobre la inutilidad del sacrificio y el miedo a la muerte. Sus páginas contienen sutiles pensamientos surgidos como reacción de rechazo al conflicto,  razonamientos donde el miedo y la cobardía encuentran su razón de ser: "Les voy a decir la gran ocupación de la guerra, la única que cuenta: he tenido miedo", "¡El hombre que huye conserva sobre el más glorioso cadáver la inestimable ventaja de poder seguir corriendo!", "Hay que luchar contra el miedo desde los primeros síntomas si no se cae presa de su hechizo, y entonces uno está perdido, se ve arrastrado a una debacle que la imaginación precipita con sus espantosas invenciones (...) El colmo del horror, que se añade a esta depresión, es que el miedo deja al hombre la facultad de juzgarse". Nadie se había atrevido a destacar el miedo como elemento común a los combatientes de ambos bandos, porque es un sentimiento que la sociedad rechaza por injustificable pero es que la guerra, además de multitud de heridos y tullidos, dejó un sinfín de seres sumidos en enfermedades psicológicas derivadas del continuo horror vivido.
Chevallier ataca con dureza a aquellos que crean y mantienen la guerra, a los necios oficiales que se despreocupan al enviar a sus hombres a una muerte casi segura por arrebatar un pedazo de tierra insignificante. "Voy a hacerte el balance de la guerra: cincuenta grandes hombres en los manuales de Historia, millones de muertos de los que ya ni se hablará, y mil millonarios que dictarán las leyes". Por eso, los soldados del frente no entienden de valor y honor, pues lo único que les interesa es evitar que un obús les desmembre o que una bala deje su cuerpo tendido en el campo de batalla, un sentimiento que une a los ejércitos de uno y otro bando. "Esos enemigos a los que no separa ningún atrincheramiento, a los que bastaría con saltar para sorprender a sus adversarios, respetan la tregua ¿Eso es lealtad? ¿No es más bien el mismo deseo, en ambos bandos de no batirse?". Caer herido sin graves consecuencias o prisionero se convierte así en la mejor suerte de un combatiente.
El cine no se ha prodigado mucho en este conflicto y en las dos ocasiones más memorables que lo hizo, fue con especial ojo crítico. Muy cercana al conflicto, la película de Lewis Milestone Sin novedad en el frente reflejó de manera solvente todo el período de guerra, desde el inicial reclutamiento hasta su dramático final. A pesar de tener más de ochenta años, esta película es de una modernidad aplastante, con una calidad técnica que ensombrece a posteriores adaptaciones bélicas, contando la guerra de manera muy similar a la mostrada por Chevallier en su libro. Por otro lado, Senderos de gloria de Stanley Kubrick pasa por ser el alegato más contundente contra el absurdo de la guerra y aunque no centra sus imágenes con tanta intensidad en la guerra de trincheras, contiene un discurso antimilitarista que provocó la censura en muchos países durante años.
El intento de Chevallier o Remarque por evitar otro gran conflicto con tan devastadoras consecuencias cayó en saco roto al cabo de pocos años y el resto del siglo nos demostró que desgraciadamente de los seres humanos podemos esperar lo peor.

18 comentarios:

  1. Coincido completamente contigo en que este libro es no solo una gran obra literaria sino uno de los testimonios más creibles y que más transmite acerca de la crueldad de esta guerra mundial en particular y del concepto de la guerra en general. Absolutamente recomendable. Hace poco comentaba acerca del tema con un amigo y le recomendaba este libro por parte de un soldado de los "ganadores" y "Tempestades de acero" de Ernst Junger por parte de los perdedores. Es dificil no darse cuenta de que es lo que convierte en absurda y dolorosa una conflagración de tal dimensión.

    Muy buena entrada. Creo que tendré que releer a Chevalier en breve, Un saludo.

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  2. Por cierto, el video que has puesto de "Sin novedad en el frente" es espeluznante. Un despliegue visual impresionante. Uno puede creer que eso era la guerra de trincheras. Como ratas en una trampa.

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  3. Una lectura más que compartimos Oscar. Lo cierto es que esta lectura ha sido una lección de historia y vida a la vez, me ha obligado a sumergirme en películas, documentales y fotografías para corroborar la veracidad de esa tragedia. Ciertamente una narración sobrecogedora y necesaria para evocar ese fragmento de historia que ya se empieza a olvidar (como testimonio, no como parte de un manual de historia de batallitas).
    Oscar he puesto un fragmento de una película con más de 80 años que cuenta la guerra con total crudeza y en esta escena se ve la absoluta locura del ataque-contraataque a la que eran sometidos los soldados sin ningún reparo. Se deja ver muy bien (existe otra versión televisiva de 1979 que ya tengo también a mano).
    Un saludo

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  4. Pronto nos bombardearán, cuando se cumplan cien años del inicio del conflicto, con documentales y libros que traten el tema, y se nos dirá lo cruel que fue este enfrentamiento, aunque no lo bastante como para evitar otro de mayor envergadura. Me pregunto, sin embargo, qué tiene el asunto bélico que nos atrae tanto. ¿Es tal vez porque en situaciones límite se nos manifiestan las peores y las mejores pasiones? Leo hace un rato el poema Insomnio, de Dámaso Alonso, y me estremecen esos versos de posguerra en los que el poeta pregunta a Dios qué huerto quiere abonar con nuestra podredumbre. El que abonó entonces debió quedar bien hermoso, pues lo hizo con sangre y miedo. Otra lectura que apunto.

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  5. Probablemente tengas razón Juan Manuel y el centenario será celebrado (¿celebrado?) como el inicio de un siglo cruel que no tiene vuelta atrás(demostrado está que no se ha aprendido nada). Por eso testimonios como este y otros que surgen de conflictos semejantes deben ser tenidos en cuenta para avanzar, porque al final todo queda resumido en cifras y esa no es la historia que a mí me interesa.
    Propones un tema interesante, el interés por los asuntos bélicos. Si no se vive en carne propia, es probable que todo ello tenga a veces una aureola casi mítica por lo que comentas de situación límite. El ser humano tiende a magnificar esas situaciones porque parecen contener un halo que se escapa del tedio de la vida en paz, pero ¡cuidado!.
    Pertinentes palabras de Dámaso Alonso. Un saludo.

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  6. Leí hace mucho la novela de Remarque pero desconocía totalmente tu propuesta. Y naturalmente me ha llamado poderosamente la atención.

    Siento verdadera fascinación por la Gran Guerra, por la época histórica que iría desde los veinte últimos años del XIX hasta los años 30 que, ya más politizados, me parecen algo mucho más sabido. La Gran Guerra, que efectivamente no Primera Guerra, fue una esquina del camino en que se rompieron muchas cosas del mundo como se conocía hasta entonces. El cambio fue brutal y los espíritus inquietos lo intuyeron a finales del XIX y lo firmaron en los años 20.

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  7. Leí el libro de Erich Mª Remarque siendo muy joven y, como es natural, me impactó. El de Chevallier no lo conozco.
    En cualquier caso, la guerra es el peor suceso que le puede ocurrir a un pueblo, o a la humanidad entera. No puedo asegurar los terribles sentimientos que se generan en los soldados, pero sí intuir el miedo mayúsculo en el que se enfundan como en una segunda piel.
    Ojalá jamás conozcamos una guerra. Debe ser terrible y devastador.
    Un abrazo.

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  8. Ramon, "El miedo" es un testimonio más que una novela y tiene una intensidad arrebatadora. Verdaderamente esa Guerra significó un corte en nuestra civilización, otra manera de plantear relaciones entre estados. Es cierto que muchos artistas lo reflejaron en su arte y muchos otros se quedaron en el camino pues, por poner un ejemplo, los británicos perdieron algunos de sus más brillantes escritores y toda una generación de estudiantes universitarios (pondré como ejemplo a Hodgson o Saki). Fue el inicio de la aniquilación que continuaría de manera brutal en la segunda guerra. Un período muy interesante para analizar. Un abrazo.

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  9. Por eso el libro de Chevallier es tan importante, porque retrata el miedo del ser humano. Nadie que lo lea puede mirar la guerra con distancia. Por desgracia los conflictos bélicos son consecuencia de los peores males que aquejan al ser humano y que parecen imposibles de erradicar. Para mí un libro así debería ser lectura obligada en la escuela, porque enseña mucho más sobre ese triste período que un manual al uso. Gracias por estar siempre atenta ahí, Isabel. Un abrazo.

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  10. Parece increíble que la humanidad haya levantado cabeza después de pasar por algo así.
    Y yo me pregunto: ¿hemos levantado cabeza realmente?

    Una entrada en la línea del más genuino Buscador de Tusitalas: una historia que sacude (y cómo sacude esta); alguien que escribió con maestría acerca de ello; otros que hicieron películas geniales al respecto; y tú que nos lo presentas arrebatadoramente de forma que no nos queda más remedio que simergirnos hasta el fondo.

    Y mira que este es un tema que a mí me entristece profundamente. También los filósofos y artistas que sobrevivieron a esos conflictos quedaron como bloqueados, preguntándose no tanto "¿y ahora qué?", sino más bien "¿y ahora para qué?".

    Un abrazo fuerte.

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  11. Tecnologicamente hemos avanzado, pero Jose me da que el siglo XX fue un auténtico traspiés humano y ha dado la medida de hasta donde podemos llegar. Cierto que sirvió para que artistas y pensadores reflexionaran sobre hacia donde nos llevaba todo esto, porque parece que los peores augurios del ser humano se cumplieron.
    Si traigo este libro que tanto me ha impactado es porque es una reflexión sobre un conflicto desgarrador y porque no me gustaría que la historia acabara convirtiéndose en lo de siempre, una mera recopilación de hechos y datos que convierten la guerra en una anécdota más del siglo.
    Gracias por tus siempre generosas palabras pero, como siempre digo, lo que siento lo he de presentar con pasión o callarlo.
    Un abrazo.

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  12. Sí, sí, tan interesante que este sábado mismo pienso buscar ese testimonio, que no novela. Lastima que me vienen los exámenes y entonces toda lectura queda suspendida. Un abrazo.

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  13. Espero que sea una lectura gratificante para una persona tan inquieta como tú. Te entiendo con lo de los exámenes y otras tareas de profesor que exigen tanto tiempo. Un abrazo.

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  14. Lo peor de la Gran Guerra es que sólo fue la primera parte. El descenso del valor de la vida humana ya lo intuían los escritores de principios de siglo XX. Joyce o Kafka ya ven un hombre aplastado por los estados, el tiempo y el absurdo. Gracias Carlos, otra lectura para apuntar. Creía, cuando vi la entrada, que ibas a hablar otra vez de Momentos estelares de la humanidad y me decía: "Bien, ésta ya me la he leído", ja, ja, pero no; me tocan más deberes. Yo no tengo exámenes pero tengo niña malita, que es casi lo mismo. Besos

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  15. Cierto, cierto. Todo lo vivido no sirvió para nada y de hecho entroncando con el anterior libro del que hablaba, los "Momentos estelares de la humanidad", hay una miniatura dedicada al presidente Wilson y su infructuoso intento de crear una paz duradera después de tamaño desastre. Naturalmente las naciones implicadas, incluida la suya, hicieron caso omiso porque para ellas había habido un ganador que tenía derecho a un botín. Todo esto ya sabemos hacia donde llevó. Lo único positivo fueron las grandes reflexiones realizadas por los artistas.
    Cuida de tu niña y sigue escribiendo. Un abrazo grande.

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  16. Gracias por la referencia, Carlos.
    Hay otra novelaespléndida sobre la IGM, muy en la línea de la de Remarque aunque creo que conmás altura literaria: Le feu, de Barbuse. Ciertas descripciones de las trincheras le sirvieron a Grosz para su casi espléndido cuadro "Flandes".
    Abrazos!

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  17. Pues ya me alegra ofrecerte una referencia a ti que ya eres referente. Aunque la de Chevallier no la podría considerar novela, la intensidad de lo que cuenta y cómo lo cuenta es su gran valor.
    Un abrazo.
    P.D. Esperaba verte en la lectura de Paco.

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  18. Me fue imposible, y ya lo lamenté. Tuve que ocuparme de cosas relacionadas con mi madre y... hacia las tantas me acordé. Pero ya había por fin vuelto a casa y... estaba tan cansada.
    Fíjate que hoy iba a ir a los Encantes (ando encaprichada de un pequeño escritorio estilo 50s para Asturias y... ¡qué va! A ver si llueve de verdad y me apalanco en el sofá la tarde entera!

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