La ucronía es un término que define aquella literatura que especula sobre la historia, construyéndola sobre datos hipotéticos o ficticios. Pero escribir historia sobre la base de "qué hubiera pasado si" es probablemente algo absurdo, que no sirve ni siquiera como advertencia sobre las bondades o maldades del camino seguido por la humanidad. Y es que plantear una historia alternativa en términos medianamente científicos es algo notoriamente estéril, porque significa especular sobre una concatenación de hechos que se van abriendo en un abanico de infinitas posibilidades. En cambio, escribir ficción ucrónica que altere los hechos históricos es una forma atractiva de creación, donde el autor moldea los sucesos con la intención de crear situaciones que provoquen reacciones en los personajes, diferentes a las que se pudieran haber dado en una situación real y permite disponer de un margen amplio de maniobra al no verse encorsetado por el rigor histórico que muchas veces parece exigírsele al escritor.

Sin embargo la sorpresa en este tipo de ficciones proviene de un autor consagrado como Philip Roth que hace unos años escribió una brillante ucronía titulada La conjura contra América, donde especulaba con la posibilidad de que el aviador y héroe americano Charles Lindbergh -primer piloto que cruzó en solitario el Atlántico- ganaba las elecciones a la presidencia de Estados Unidos en 1940. La historia recoge que Lindbergh fue un declarado defensor de la no intervención en la guerra, un personaje que no dudo en culpabilizar a los judíos por su deseo de involucrarse en el conflicto y un confeso admirador de las tesis nazis que le llevaron a recibir una cruz distintiva por los servicios prestados al Reich.
El panorama nada alentador que supone la victoria de Lindbergh para los judíos en América es narrado por un joven Roth. Es la historia de la familia Roth en un barrio judío de Newark, con elementos recogidos de su propia vida pero filtrados por la ficción, pues como deja claro el propio autor: "Hay que ser muy ingenuo para no entender que un escritor es un actor que representa la obra que mejor se sabe, sin restar importancia a cuando se pone la máscara de la primera persona del singular". Su mayor acierto es que trabaja esta convulsa historia desde la cotidianidad de los avatares de una familia media, integrando los acontecimientos históricos bajo la perspectiva de sus vidas. De esta manera, la fuerza reside en los personajes, como si se tratara de una crónica familiar en medio de una convulsa época. Las angustias, obsesiones, miedos y vaivenes de esta familia y de los personajes que se mueven a su alrededor, constituyen uno de los mejores retratos sociales que haya leído en mucho tiempo.
Aunque la resolución de los acontecimientos pueda parecer algo forzada, es evidente que la fuerza de la novela no reside en estos. Solo cuando Roth observa y retrata la época, evitando la fácil crítica al antisemitismo y trascendiendo desde lo local a lo universal por medio del comportamiento de sus personajes y proporcionando los detalles cotidianos que hacen verosímil esta ucronía histórica, atisbamos la auténtica obra maestra que es.
Sobre el posible didactismo de este tipo de obras ya he ofrecido mi opinión al principio, pero creo que en la obra de Roth sí existe una lectura interesante, como bien aclaró en un escrito sobre la novela: "Todo lo que he hecho ha sido despojar el pasado de su fatalidad, mostrando cómo las cosas podrían haber sido diferentes. Por qué no ocurrieron es otro libro, uno sobre los afortunados que somos los norteamericanos. Solo puedo reiterar que en los años 30 estaban esparcidas las semillas para que pasara lo peor, pero no fue así. Y los judíos acabaron siendo lo que son porque no fue así (...) La conjura contra América es un ejercicio de imaginación histórica. Pero la historia tiene la última palabra".